Revised Common Lectionary (Complementary)
Oración de un alma sedienta de Dios
63 Salmo de David, compuesto cuando estaba en el desierto de Judá.
¡Oh Dios, tú eres mi Dios!
Con diligencia te he buscado;
mi alma tiene sed de ti.
Mi cuerpo te anhela
en tierra árida y sedienta,
carente de agua.
2 Te he contemplado en el santuario para admirar tu poder y tu gloria.
3 Porque mejor es tu misericordia
que la vida;
mis labios te alabarán.
4 Por eso te bendeciré en mi vida
y en tu nombre alzaré mis manos.
5 Como de sebo y de gordura se saciará mi alma;
mi boca te alabará con labios de júbilo.
6 Cuando en mi cama me acuerdo de ti medito en ti en las vigilias de la noche.
7 Porque tú eres mi socorro,
bajo la sombra de tus alas cantaré
de gozo.
8 Mi vida está apegada a ti;
tu mano derecha me sostiene.
Sadrac, Mesac y Abed-nego en el horno
19 Entonces Nabucodonosor se llenó de ira y se alteró la expresión de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego. Ordenó que el horno fuera calentado siete veces más de lo acostumbrado, 20 y mandó a hombres muy fornidos que tenía en su ejército que ataran a Sadrac, a Mesac y a Abed-nego para echarlos en el horno de fuego ardiendo. 21 Entonces estos hombres fueron atados, con sus mantos, sus túnicas, sus turbantes y sus otras ropas, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo. 22 Porque la orden del rey era apremiante y el horno había sido calentado excesivamente, una llamarada de fuego mató a aquellos que habían levantado a Sadrac, a Mesac y a Abed-nego. 23 Y estos tres hombres, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo.
El cuarto hombre en el horno
24 Entonces el rey Nabucodonosor se alarmó y se levantó apresuradamente. Y habló a sus altos oficiales y dijo:
—¿No echamos a tres hombres atados dentro del fuego?
Ellos respondieron al rey:
—Es cierto, oh rey.
25 Él respondió:
—He aquí, yo veo a cuatro hombres sueltos que se pasean en medio del fuego y no sufren ningún daño. Y el aspecto del cuarto es semejante a un hijo de los dioses.
26 Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo y llamó diciendo:
—¡Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salgan y vengan!
Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego. 27 Y se reunieron los sátrapas, los intendentes, los gobernadores y los altos oficiales del rey para mirar a estos hombres; cómo el fuego no se había enseñoreado de sus cuerpos ni se había quemado el cabello de sus cabezas ni sus mantos se habían alterado ni el olor del fuego había quedado en ellos.
Nabucodonosor bendice a Dios
28 Nabucodonosor exclamó diciendo:
—Bendito sea el Dios de Sadrac, de Mesac y de Abed-nego, que envió a su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él y desobedecieron el mandato del rey; pues prefirieron entregar sus cuerpos antes que rendir culto o dar homenaje a cualquier dios, aparte de su Dios. 29 Luego, de mi parte es dada la orden de que en todo pueblo, nación o lengua, el que hable mal contra el Dios de Sadrac, de Mesac y de Abed-nego sea descuartizado, y su casa sea convertida en ruinas. Porque no hay otro dios que pueda librar así como él.
30 Entonces el rey hizo prosperar a Sadrac, a Mesac y a Abed-nego en la provincia de Babilonia.
Mensaje para la iglesia en Esmirna
8 “Escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el último, el que estuvo muerto y vivió, dice estas cosas: 9 Yo conozco tu tribulación y tu pobreza —aunque eres rico—, y la blasfemia de los que dicen ser judíos y no lo son; más bien, son sinagoga de Satanás. 10 No tengas ningún temor de las cosas que has de padecer. He aquí, el diablo va a echar a algunos de ustedes en la cárcel para que sean probados, y tendrán tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.
11 “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venza, jamás recibirá daño de la muerte segunda.
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