Revised Common Lectionary (Complementary)
Elogio de la Palabra de Dios[a]
א Álef
119 Bienaventurados los íntegros
de camino,
los que andan según la ley
del SEÑOR.
2 Bienaventurados los que guardan sus testimonios
y con todo el corazón le buscan.
3 Pues no hacen iniquidad
los que andan en sus caminos.
4 Tú mandaste que tus ordenanzas
fuesen muy guardadas.
5 ¡Ojalá fuesen estables mis caminos
para guardar tus leyes!
6 Entonces yo no sería avergonzado
al observar todos tus mandamientos.
7 Te alabaré con rectitud de corazón cuando aprenda tus justos juicios.
8 Tus leyes guardaré;
no me abandones por completo.
9 Entonces el SEÑOR habló a Moisés diciendo:
10 —Habla a los hijos de Israel y diles: “Cualquiera de ustedes o de sus descendientes que esté impuro a causa de contacto con un cadáver o que esté lejos, de viaje, podrá celebrar la Pascua al SEÑOR. 11 La celebrarán el día catorce del mes segundo[a], al atardecer, y la comerán con panes sin levadura y con hierbas amargas. 12 No dejarán nada de ella para el siguiente día ni quebrarán ninguno de sus huesos. La celebrarán conforme a todo el estatuto de la Pascua.
13 “Pero el que está puro y no está de viaje, y deja de celebrar la Pascua, tal persona será excluida de su pueblo, porque no ofreció el sacrificio al SEÑOR a su debido tiempo. Tal persona cargará con su pecado.
14 “Si con ustedes reside algún extranjero y celebra la Pascua al SEÑOR, la celebrará conforme al estatuto y al decreto de la Pascua. El mismo estatuto tendrán, tanto para el extranjero como para el natural de la tierra”.
Parábola del buen samaritano
25 Y he aquí, cierto maestro de la ley se levantó para probarle, diciendo:
—Maestro, ¿haciendo qué cosa poseeré la vida eterna?
26 Y él le dijo:
—¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?
27 Él le respondió diciendo:
—Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo[a].
28 Le dijo:
—Has respondido bien. Haz esto y vivirás.
29 Pero él, queriendo justificarse, le preguntó a Jesús:
—¿Y quién es mi prójimo?
30 Respondiendo Jesús, le dijo:
—Cierto hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones quienes lo despojaron de su ropa, lo hirieron y se fueron dejándolo medio muerto. 31 Por casualidad, descendía cierto sacerdote por aquel camino y, al verle, pasó de largo. 32 De igual manera, un levita también llegó al lugar y, al ir y verle, pasó de largo. 33 Pero cierto samaritano, que iba de viaje, llegó cerca de él y, al verle, fue movido a misericordia. 34 Acercándose a él, vendó sus heridas echándoles aceite y vino. Y poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él. 35 Al día siguiente sacó dos monedas[b] y se las dio al mesonero diciéndole: “Cuídamelo, y todo lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”. 36 ¿Cuál de estos tres te parece haber sido el prójimo de aquel que cayó en manos de ladrones?
37 Él dijo:
—El que hizo misericordia con él.
Entonces Jesús le dijo:
—Ve y haz tú lo mismo.
Version Reina Valera Actualizada, Copyright © 2015 by Editorial Mundo Hispano