Revised Common Lectionary (Complementary)
Exhortación a obedecer al SEÑOR
4 “Ahora pues, oh Israel, escucha las leyes y decretos que yo les enseño que hagan, a fin de que vivan y entren a tomar posesión de la tierra que les da el SEÑOR, Dios de sus padres. 2 No añadan a las palabras que yo les mando, ni quiten de ellas, de modo que guarden los mandamientos del SEÑOR su Dios, que yo les mando.
6 Guárdenlos, pues, y pónganlos por obra, porque esto es su sabiduría y su inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales al oír de todas estas leyes dirán: ‘¡Ciertamente esta gran nación es un pueblo sabio y entendido!’. 7 Porque, ¿qué nación hay tan grande, que tenga dioses tan cerca de ella, así como lo está el SEÑOR nuestro Dios cada vez que lo invocamos? 8 ¿Qué nación hay tan grande que tenga leyes y decretos tan justos como toda esta ley que yo pongo hoy delante de ustedes? 9 Solamente guárdate y guarda diligentemente tu alma, no sea que te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni que se aparten de tu corazón durante todos los días de tu vida. Las enseñarás a tus hijos y a los hijos de tus hijos.
El hombre piadoso
15 Salmo de David.
Oh SEÑOR, ¿quién habitará
en tu tabernáculo?
¿Quién residirá en tu santo monte?
2 El que anda en integridad y hace justicia,
el que habla verdad en su corazón,
3 el que no calumnia con su lengua
ni hace mal a su prójimo
ni hace agravio a su vecino;
4 aquel ante cuyos ojos es
menospreciado el vil
pero que honra a los que temen
al SEÑOR;
aquel que, a pesar de haber jurado
en perjuicio suyo, no por eso cambia;
5 aquel que no presta su dinero con usura
ni contra el inocente acepta soborno. ¡El que hace estas cosas no será movido jamás!
17 Toda buena dádiva y todo don perfecto proviene de lo alto y desciende del Padre de las luces en quien no hay cambio ni sombra de variación. 18 Por su propia voluntad, él nos hizo nacer por la palabra de verdad para que fuéramos como primicias de sus criaturas.
Oidores y hacedores de la Palabra
19 Sepan, mis amados hermanos: Todo hombre sea pronto para oír, lento para hablar y lento para la ira 20 porque la ira del hombre no lleva a cabo la justicia de Dios. 21 Por lo tanto, desechando toda suciedad y la maldad que sobreabunda, reciban con mansedumbre la palabra implantada la cual puede salvar su vida[a].
22 Pero sean hacedores de la palabra, y no solamente oidores engañándose a ustedes mismos. 23 Porque cuando alguno es oidor de la palabra y no hacedor de ella, este es semejante al hombre que mira su cara natural en un espejo. 24 Se mira a sí mismo y se marcha, y en seguida olvida cómo era. 25 Pero el que presta atención a la perfecta ley de la libertad y persevera en ella sin ser oidor olvidadizo sino hacedor de la obra, este será bienaventurado en lo que hace.
La verdadera religión
26 Si alguien parece ser religioso y no refrena su lengua sino que engaña a su corazón, la religión del tal es vana. 27 La religión pura e incontaminada delante de Dios y Padre es esta: cuidar a los huérfanos y a las viudas en su aflicción, y guardarse sin mancha del mundo.
Lo que contamina al hombre
7 Se juntaron a Jesús los fariseos y algunos de los escribas que habían venido de Jerusalén. 2 Ellos vieron que algunos discípulos de él estaban comiendo pan con las manos impuras; es decir, sin lavar[a]. 3 Pues los fariseos y todos los judíos, si no se lavan las manos hasta la muñeca, no comen porque se aferran a la tradición de los ancianos. 4 Cuando vuelven del mercado, si no se lavan, no comen. Y hay muchas otras cosas que aceptaron para guardar, como los lavamientos de las copas, de los jarros y de los utensilios de bronce y de los divanes[b].
5 Le preguntaron los fariseos y los escribas:
—¿Por qué no andan tus discípulos de acuerdo con la tradición de los ancianos sino que comen pan con las manos impuras?
6 Y les respondió diciendo:
—Bien profetizó Isaías acerca de ustedes, hipócritas, como está escrito:
Este pueblo me honra de labios,
pero su corazón está lejos de mí.
7 Y en vano me rinden culto,
enseñando como doctrina
los mandamientos de hombres[c].
8 Porque dejando los mandamientos de Dios, se aferran a la tradición de los hombres[d].
14 Llamando a sí otra vez a toda la multitud, les decía:
—¡Óiganme todos y entiendan! 15 No hay nada fuera del hombre que, por entrar en él, lo pueda contaminar. Pero lo que sale del hombre es lo que contamina al hombre.
21 Porque desde adentro, del corazón del hombre, salen los malos pensamientos, las inmoralidades sexuales, los robos, los homicidios, 22 los adulterios, las avaricias, las maldades, el engaño, la sensualidad, la envidia, la blasfemia, la insolencia y la insensatez. 23 Todas estas maldades salen de adentro y contaminan al hombre.
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