Revised Common Lectionary (Complementary)
De ti dependemos
SALMO 123 (122)
Cántico para las peregrinaciones.
123 1-2 Dios, rey de los cielos,
de ti dependemos,
como dependen los esclavos
de la compasión de sus amos.
Dios nuestro,
de ti dependemos y esperamos
que nos tengas compasión.
3-4 ¡Compadécete de nosotros!
¡Ya estamos cansados
de que esos ricos orgullosos
nos ofendan y nos desprecien!
27 »Jeremías, diles todo esto, aunque yo sé que no te van a contestar, y ni siquiera te harán caso. 28 Diles que son una nación mentirosa, que no ha querido obedecerme ni ha aceptado ser corregida».
Dios advierte a Jerusalén
29 «Habitantes de Jerusalén,
vístanse de luto;
vayan a las montañas desiertas
y canten una canción fúnebre.
Ustedes me hicieron enojar,
y por eso los he rechazado;
¡los he abandonado por completo!
30 »Ustedes, que son descendientes de Judá, han cometido el peor de los males: Han llenado de pecado este templo, que es mi casa, al poner allí sus ídolos asquerosos. Les juro que así es. 31 Para colmo, en el valle de Ben-hinom construyeron el santuario de Tófet, y sobre el altar quemaron a sus hijos y a sus hijas. Pero eso es algo que jamás les ordené y ni siquiera se me ocurrió. 32 Por eso, vienen días en que ese lugar no se llamará más santuario de Tófet ni valle de Ben-hinom, sino Valle de la Matanza. ¡Allí enterrarán a sus muertos, porque no habrá otro lugar! 33 Las aves del cielo y los animales de la tierra se comerán los cadáveres de esta gente, y nadie lo podrá evitar. 34 Haré que en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén dejen de escucharse los gritos de alegría y de entusiasmo, y las canciones de los novios y las novias, porque el país quedará convertido en un horrible desierto.
Los que querían seguir a Jesús
18 Jesús vio que mucha gente lo rodeaba. Por eso, ordenó a sus discípulos que lo acompañaran al otro lado del Lago de Galilea. 19 Cuando llegaron allá, un maestro de la Ley se le acercó y le dijo:
—Maestro, yo te acompañaré a dondequiera que vayas.
20 Jesús le contestó:
—Las zorras tienen cuevas y las aves tienen nidos, pero yo, el Hijo del hombre, no tengo un lugar donde descansar.
21 Otro de sus discípulos le dijo después:
—Señor, dame permiso para ir primero a enterrar a mi padre; luego te seguiré.
22 Jesús le contestó:
—¡Deja que los muertos[a] entierren a sus muertos! ¡Tú, sígueme!
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