Revised Common Lectionary (Complementary)
LIBRO QUINTO
Dios libra de aflicciones
23 Los que descienden al mar en naves(A)
y hacen negocio sobre las grandes aguas,
24 ellos han visto las obras del Señor
y sus maravillas en lo profundo.
25 Pues Él habló(B), y levantó un viento tempestuoso(C)
que encrespó las olas del mar[a](D).
26 Subieron a los cielos, descendieron a las profundidades,
sus almas se consumían[b] por el mal(E).
27 Temblaban y se tambaleaban como ebrios(F),
y toda su pericia desapareció[c].
28 Entonces en su angustia clamaron al Señor
y Él los sacó de sus aflicciones.
29 Cambió la tempestad en calma(G)
y las olas del mar[d] callaron.
30 Entonces se alegraron porque las olas se habían aquietado,
y Él los guió al[e] puerto anhelado.
31 Den gracias al Señor por su misericordia
y por sus maravillas para con los hijos de los hombres(H).
32 Exáltenle(I) también en la congregación del pueblo(J),
y alábenle en la reunión de los ancianos(K).
21 Me escuchaban y esperaban,
y guardaban silencio para oír mi consejo(A).
22 Después de mis palabras no hablaban de nuevo(B),
y sobre ellos caía gota a gota mi discurso(C).
23 Me esperaban como a la lluvia,
y abrían su boca como a lluvia de primavera[a].
24 Yo les sonreía cuando ellos no creían,
y no abatían la luz de mi rostro.
25 Les escogía el camino y me sentaba como jefe(D),
y moraba como rey entre las tropas,
como el que consuela a los que lloran(E).
Lamento de Job
30 Pero ahora se burlan de mí(F)
los que son más jóvenes que yo,
a cuyos padres no consideraba yo dignos
de poner con los perros de mi ganado.
2 En verdad, la fuerza de sus manos ¿de qué me servía?
Había desaparecido de ellos el vigor.
3 De miseria y hambre estaban extenuados;
roían la tierra seca de noche en desierto y desolación;
4 arrancaban malvas[b] junto a los matorrales,
y raíz de retama era su alimento.
5 De la comunidad fueron expulsados,
gritaban contra ellos como contra un ladrón.
6 Moraban en valles[c] de terror,
en las cuevas de la tierra y de las peñas.
7 Entre los matorrales clamaban[d];
bajo las ortigas se reunían.
8 Necios[e], sí, hijos sin nombre,
echados a latigazos de la tierra.
9 Y ahora he venido a ser su escarnio[f](G),
y soy para ellos refrán(H).
10 Me aborrecen y se alejan de mí,
y no se retraen de escupirme a la cara[g](I).
11 Por cuanto Él ha[h] aflojado la cuerda de su[i] arco y me ha afligido(J),
se han quitado el freno delante de mí(K).
12 A mi derecha se levanta el populacho[j],
arrojan lazos a mis pies(L)
y preparan contra mí sus caminos de destrucción(M).
13 Arruinan mi senda(N),
a causa de mi destrucción se benefician,
nadie los detiene.
14 Como por ancha brecha vienen,
en medio de[k] la tempestad siguen rodando.
15 Contra mí se vuelven los terrores(O),
como el viento persiguen mi honor[l],
y como nube(P) se ha disipado mi prosperidad[m].
Despedida en Tiro
21 Después de separarnos(A) de ellos, zarpamos y fuimos con rumbo directo(B) a Cos, al día siguiente a Rodas, y de allí a Pátara; 2 y encontrando un barco que partía para Fenicia(C), subimos a bordo y nos hicimos a la vela. 3 Cuando avistamos Chipre(D), dejándola a la izquierda, navegamos hacia Siria(E), y desembarcamos en Tiro(F) porque la nave(G) debía dejar su cargamento allí. 4 Después de hallar a los discípulos(H), nos quedamos allí siete días, y ellos le decían a Pablo, por el Espíritu[a](I), que no fuera a Jerusalén[b]. 5 Y pasados aquellos días[c] partimos y emprendimos nuestro viaje mientras que todos ellos, con sus mujeres e hijos, nos acompañaron(J) hasta las afueras de la ciudad. Después de arrodillarnos y orar(K) en la playa, nos despedimos unos de otros. 6 Entonces subimos al barco y ellos regresaron a sus hogares(L).
Pablo en Cesarea
7 Terminado el viaje desde Tiro(M), llegamos a Tolemaida, y después de saludar a los hermanos(N), nos quedamos con ellos un día. 8 Al día siguiente partimos y llegamos a Cesarea(O), y entrando en la casa de Felipe, el evangelista(P), que era uno de los siete(Q), nos quedamos con él. 9 Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban(R). 10 Y deteniéndonos allí varios días, descendió de Judea cierto profeta llamado Agabo(S), 11 quien vino[d] a vernos, y tomando el cinto de Pablo(T), se ató las manos y los pies, y dijo: Así dice el Espíritu Santo(U): «Así atarán(V) los judíos en Jerusalén al dueño de este cinto, y lo entregarán en manos de los gentiles(W)». 12 Al escuchar esto, tanto nosotros como los que vivían allí le rogábamos que no subiera a Jerusalén(X). 13 Entonces Pablo respondió: ¿Qué hacéis, llorando y quebrantándome el corazón? Porque listo estoy no solo a ser atado, sino también a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús(Y). 14 Como no se dejaba persuadir, nos callamos, diciéndonos: Que se haga la voluntad del Señor(Z).
15 Después de estos días nos preparamos y comenzamos a subir hacia Jerusalén(AA). 16 Y nos acompañaron también algunos de los discípulos(AB) de Cesarea(AC), quienes nos condujeron a Mnasón, de Chipre(AD), un antiguo(AE) discípulo con quien deberíamos hospedarnos.
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