Revised Common Lectionary (Complementary)
La dulzura de la alabanza
92 Salmo. Cántico para el día sábado. Bueno es alabar al SEÑOR, cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo.
2 Bueno es anunciar por la mañana tu misericordia
y tu verdad en las noches
3 con el arpa de diez cuerdas y la lira, con el tono suave del arpa.
4 Ciertamente me has alegrado,
oh SEÑOR, con tus hechos; grito de gozo por las obras
de tus manos.
12 El justo florecerá como la palmera; crecerá alto como el cedro en el Líbano.
13 Plantados estarán en la casa
del SEÑOR;
florecerán en los atrios de
nuestro Dios.
14 Aun en la vejez fructificarán. Estarán llenos de savia y frondosos
15 para anunciar que el SEÑOR,
mi roca, es recto
y que en él no hay injusticia.
Amasías, rey de Judá
14 En el segundo año de Joás hijo de Joacaz, rey de Israel, comenzó a reinar Amasías hijo de Joás, rey de Judá. 2 Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó veintinueve años en Jerusalén. El nombre de su madre era Joadán, de Jerusalén.
3 Él hizo lo recto ante los ojos del SEÑOR, aunque no como su padre David. Hizo conforme a todas las cosas que había hecho su padre Joás. 4 Sin embargo, los lugares altos no fueron quitados, y el pueblo aún ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los lugares altos.
5 Sucedió que cuando el reino se consolidó en su mano, mató a sus servidores que habían herido de muerte al rey, su padre. 6 Pero no dio muerte a los hijos de los que le habían dado muerte, conforme a lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, donde el SEÑOR mandó diciendo: Los padres no serán muertos por culpa de los hijos ni los hijos serán muertos por culpa de los padres; sino que cada cual será muerto por su propio pecado[a].
7 Él derrotó a diez mil edomitas en el valle de la Sal. También tomó Sela por medio de la guerra y la llamó Jocteel hasta el día de hoy.
8 Por aquel entonces Amasías envió mensajeros a Joás hijo de Joacaz, hijo de Jehú, rey de Israel, diciendo: “¡Ven, y veámonos las caras!”.
9 Y Joás, rey de Israel, mandó a decir a Amasías, rey de Judá: “El cardo que está en el Líbano mandó a decir al cedro que está en el Líbano: ‘Da tu hija a mi hijo por mujer’. Entonces pasó una fiera salvaje del Líbano y pisoteó el cardo. 10 Ciertamente has derrotado a Edom, y tu corazón se ha envanecido. Disfruta de tu gloria, pero quédate en tu casa. ¿Por qué provocas un mal en que puedas caer tú y Judá contigo?”.
11 Pero Amasías no quiso escuchar. Entonces Joás, rey de Israel, subió; y se enfrentaron él y Amasías, rey de Judá, en Bet-semes, que pertenece a Judá. 12 Los de Judá fueron derrotados ante Israel y huyeron, cada uno a su morada.
13 Entonces Joás, rey de Israel, prendió en Bet-semes a Amasías, rey de Judá e hijo de Joás, hijo de Ocozías; y vino[b] a Jerusalén. Y abrió una brecha en el muro de Jerusalén, desde la puerta de Efraín hasta la puerta de la Esquina, ciento ochenta metros. 14 Luego tomó todo el oro, la plata y todos los utensilios que se hallaban en la casa del SEÑOR y en los tesoros de la casa del rey. También tomó rehenes y regresó a Samaria.
Parábola del sembrador
4 Otra vez comenzó a enseñar junto al mar, y se reunió ante él una multitud muy grande; de manera que él entró en una barca mar adentro y se sentó allí, y toda la multitud estaba en la playa, frente al mar. 2 Y les enseñaba muchas cosas en parábolas. Les decía en su enseñanza: 3 “¡Oigan! He aquí un sembrador salió a sembrar. 4 Y mientras sembraba, aconteció que parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la devoraron. 5 Otra parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra, y en seguida brotó porque la tierra no era profunda. 6 Y cuando salió el sol se quemó y, porque no tenía raíces, se secó. 7 Otra parte cayó entre los espinos. Y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. 8 Y otras semillas cayeron en buena tierra, y creciendo y aumentando dieron fruto. Y llevaban fruto a treinta, sesenta y ciento por uno”.
9 Y decía: “El que tiene oído para oír, oiga”.
La parábola del sembrador explicada
10 Cuando estuvo solo, los que estaban alrededor de él junto con los doce le preguntaban en cuanto a las parábolas. 11 Y él les decía: “A ustedes se les ha dado el misterio del reino de Dios; pero para los que están fuera, todas las cosas están en parábolas 12 para que viendo vean y no perciban, y oyendo oigan y no entiendan; de modo que no se conviertan y les sea perdonado[a]”.
13 Luego les dijo: “¿No comprenden esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderán todas las parábolas? 14 El sembrador siembra la palabra. 15 Primero están estos que caen junto al camino donde se siembra la palabra. Y cuando la oyen, en seguida viene Satanás y quita la palabra que había sido sembrada en ellos[b]. 16 También los que son sembrados en pedregales son aquellos que, cuando oyen la palabra, en seguida la reciben con gozo; 17 pero no tienen raíz en sí, sino que son de poca duración. Entonces, cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, en seguida tropiezan. 18 Y otros son los que son sembrados entre espinos. Ellos son los que oyen la palabra, 19 pero las preocupaciones de este mundo, el engaño de las riquezas y la codicia de otras cosas se entrometen y ahogan la palabra, y queda sin fruto. 20 Y aquellos que fueron sembrados en buena tierra son los que oyen la palabra, la reciben y producen fruto a treinta, a sesenta y a ciento por uno”.
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