Revised Common Lectionary (Complementary)
Lecciones de la historia de Israel
78 Masquil[a] de Asaf.
Escucha, oh pueblo mío, mi ley;
inclinen ustedes su oído a las palabras de mi boca.
2 Abriré mi boca en parábolas;
evocaré las cosas escondidas
del pasado,
3 las cuales hemos oído y entendido, porque nos las contaron
nuestros padres.
4 No las encubriremos a sus hijos.
A la generación venidera contaremos las alabanzas del SEÑOR, y de su poder y de las maravillas que hizo.
52 Pero hizo que su pueblo partiera cual manada
y los llevó por el desierto cual rebaño.
53 Los guió con seguridad
para que no tuvieran miedo;
y el mar cubrió a sus enemigos.
54 Después los trajo al territorio
de su santuario;
a este monte que adquirió
con su diestra.
55 Arrojó a las naciones de delante
de ellos[a],
les repartió a cordel la heredad,
e hizo habitar en sus tiendas a las tribus de Israel.
56 Pero pusieron a prueba al Dios Altísimo y lo amargaron,
y no guardaron sus testimonios.
57 Más bien, se volvieron atrás
y se rebelaron como sus padres.
Se desviaron como arco engañoso.
58 Lo airaron con sus lugares altos,
y con sus imágenes lo provocaron
a celos.
59 Dios lo oyó y se encendió en ira;
en gran manera rechazó a Israel.
60 Abandonó el tabernáculo de Silo,
la tienda en que habitó entre los hombres.
61 Entregó su poderío a la cautividad[b],
y su gloria en manos del enemigo.
62 También entregó su pueblo
a la espada;
se airó contra su posesión.
63 El fuego devoró a sus jóvenes; sus vírgenes no fueron alabadas.
64 Sus sacerdotes cayeron a espada,
y sus viudas no hicieron lamentación.
65 Entonces se despertó el Señor,
a la manera del que duerme, como un guerrero que grita dominado por el vino.
66 E hirió a sus enemigos haciéndolos
retroceder,
y los puso como afrenta perpetua.
67 Desechó la tienda de José;
no escogió a la tribu de Efraín.
68 Más bien, escogió a la tribu de Judá;
el monte Sion, al cual amó.
69 Allí edificó su santuario como
las alturas;
como la tierra a la cual cimentó para siempre.
70 Eligió a su siervo David[c];
lo tomó de los rediles de las ovejas.
71 Lo trajo de detrás de las ovejas
recién paridas
para que apacentase a su pueblo Jacob,
a Israel su heredad.
72 Los apacentó con íntegro corazón; los pastoreó con la pericia de sus manos.
David acude a Ajimelec en Nob
21 Entonces David fue a Nob, al sacerdote Ajimelec. Este se sorprendió al encontrar a David y le preguntó:
—¿Por qué estás tú solo, sin que haya nadie contigo?
2 David respondió al sacerdote Ajimelec:
—El rey me ha encomendado un asunto y me ha dicho: “Nadie sepa nada de este asunto al cual te envío y que te encomiendo”. Y en cuanto a los jóvenes, acordamos reunirnos en cierto lugar. 3 Ahora pues, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes, o lo que haya.
4 El sacerdote respondió a David y dijo:
—No tengo a mano pan común. Solamente tengo pan sagrado, si es que los jóvenes se han abstenido, al menos, de mujeres.
5 David respondió al sacerdote y le dijo:
—A la verdad, las mujeres nos han sido vedadas como antes, al salir; y los cuerpos de los jóvenes están purificados, aun cuando el camino es profano. Con mayor razón hoy, ellos tienen sus cuerpos purificados.
6 Así el sacerdote le dio el pan sagrado, porque allí no había más pan que los panes de la Presencia, los cuales habían sido retirados de la presencia del SEÑOR y reemplazados por panes calientes el día en que fueron quitados.
Jesús sana al paralítico en Betesda
5 Después de esto había una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. 2 En Jerusalén, junto a la puerta de las Ovejas, hay un estanque con cinco pórticos que en hebreo se llama Betesda[a]. 3 En ellos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos 4 [b].
5 Se encontraba allí cierto hombre que había estado enfermo durante treinta y ocho años. 6 Cuando Jesús lo vio tendido y supo que ya había pasado tanto tiempo así, le preguntó:
—¿Quieres ser sano?
7 Le respondió el enfermo:
—Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando el agua es agitada; y mientras me muevo yo, otro desciende antes que yo.
8 Jesús le dijo:
—Levántate, toma tu cama y anda.
9 Y en seguida el hombre fue sanado, tomó su cama y anduvo. Y aquel día era sábado.
10 Entonces los judíos le decían a aquel que había sido sanado:
—Es sábado y no te es lícito llevar tu cama.
11 Pero él les respondió:
—El que me sanó, él mismo me dijo: “Toma tu cama y anda”.
12 Entonces le preguntaron:
—¿Quién es el hombre que te dijo: “Toma tu cama y anda”?
13 Pero el que había sido sanado no sabía quién había sido, porque Jesús se había apartado pues había mucha gente en el lugar. 14 Después Jesús lo halló en el templo y le dijo:
—He aquí, has sido sanado; no peques más para que no te ocurra algo peor.
15 El hombre se fue y declaró a los judíos que Jesús era el que lo había sanado. 16 Por esta causa los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado. 17 Pero Jesús les respondió:
—Mi Padre hasta ahora trabaja; también yo trabajo.
18 Por esta razón los judíos aún más procuraban matarle, porque no solo quebrantaba el sábado sino que también llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios.
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