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Revised Common Lectionary (Complementary)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with thematically matched Old and New Testament readings.
Duration: 1245 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Salmos 35:1-10

Dios escucha la oración

SALMO 35 (34)

Himno de David.

35 Dios mío,
ataca a los que me atacan,
combate a los que me combaten.
2-3 Prepárate para la lucha
y ven en mi ayuda.
¡Preséntales batalla
a los que me persiguen!
¡Prométeme que me salvarás!

Pon en completa vergüenza
a los que quieren matarme,
haz que huyan avergonzados
los que buscan mi mal.
¡Que el viento los arrastre
como si fueran paja!
¡Que tu ángel los persiga!
¡Que se tropiecen y resbalen
en los caminos por donde andan!
¡Que tu ángel los persiga!

No tenían ningún motivo
para tenderme una trampa.
¡Pues que les venga el desastre
antes de que se den cuenta!
¡Que caigan en la trampa
que quisieron tenderme!
Yo me quedaré muy contento
con que tú me libres de ellos,
10 y diré con todas mis fuerzas:
«¡No hay otro Dios como tú!
Tú, Dios nuestro,
libras a los pobres e indefensos
del poder de quienes los maltratan».

Jeremías 29:1-14

Carta de Jeremías

29 Yo, Jeremías, les envié desde Jerusalén una carta a los jefes del país y a los sacerdotes, a los profetas y a todos los que el rey de Babilonia se había llevado prisioneros a su país. 2-3 Esa carta la envié con Elasá hijo de Safán y con Guemarías hijo de Hilquías. A estos dos el rey Sedequías los había enviado antes a Babilonia, para hablar con el rey de ese país. Cuando yo envié la carta, ya habían sido llevados prisioneros a Babilonia el rey Joaquín, la reina madre, los funcionarios y jefes de Judá, y también los artesanos y los herreros. La carta decía:

«Yo, el Dios de Israel,

a todos los que llevé a Babilonia:

5-6 “Ya que están allí, construyan casas y vivan en ellas. Cultiven sus granjas y coman los frutos que allí se den. Cásense y tengan hijos; no dejen que su población disminuya. Asegúrense de que sus hijos e hijas también se casen y tengan hijos. Además, trabajen para que prospere la ciudad. Rueguen por Babilonia, pues si la ciudad prospera, también ustedes prosperarán.

8-9 ”No se dejen engañar por esos profetas y adivinos que andan entre ustedes, y que usan mi nombre para anunciar sus mentiras. No crean en los sueños que dicen tener. Les aseguro que yo no los he enviado.

10 ”Ustedes van a vivir unos setenta años en Babilonia. Cuando se cumpla ese tiempo, les prometo que los haré volver a Jerusalén. 11 Mis planes para ustedes solamente yo los sé, y no son para su mal, sino para su bien. Voy a darles un futuro lleno de bienestar. 12 Cuando ustedes me pidan algo en oración, yo los escucharé. 13 Cuando ustedes me busquen, me encontrarán, siempre y cuando me busquen de todo corazón. 14 Estaré con ustedes y pondré fin a su condición de esclavos. Los reuniré de todas las naciones por donde los haya dispersado, y los haré volver a Jerusalén. Les juro que así lo haré.

Marcos 5:1-20

El hombre con muchos espíritus malos

Jesús y sus discípulos cruzaron el Lago de Galilea y llegaron a un lugar cerca del pueblo de Gerasa. 2-6 Allí había un cementerio, donde vivía un hombre que tenía un espíritu malo. Nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas. ¡Cuántas veces lo habían encadenado y le habían sujetado los pies con gruesos aros de hierro! Pero él rompía las cadenas y despedazaba los aros. ¡Nadie podía con su terrible fuerza! Día y noche andaba en el cementerio y por los cerros, dando gritos y lastimándose con piedras.

En el momento en que Jesús bajaba de la barca, el hombre salía del cementerio, y al ver a Jesús a lo lejos, corrió y se puso de rodillas delante de él.

7-8 Jesús ordenó al espíritu malo:

—¡Espíritu malo, sal de este hombre!

Entonces el espíritu malo le contestó a gritos:

—¿Qué tengo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios altísimo? ¡No me hagas sufrir! ¡Por Dios, te pido que no me hagas sufrir!

Jesús le preguntó:

—¿Cómo te llamas?

Él respondió:

—Me llamo Ejército, porque somos muchos los malos espíritus que estamos dentro de este hombre. 10 Por favor, te ruego que no nos mandes a otra parte.

11 En una colina, cerca de donde estaban, había unos dos mil cerdos comiendo. 12 Entonces los malos espíritus le rogaron a Jesús:

—¡Déjanos entrar en esos cerdos!

13 Jesús les dio permiso, y ellos salieron del hombre y entraron en los cerdos. Los animales echaron a correr cuesta abajo, hasta que cayeron en el lago y se ahogaron.

14 Los que cuidaban los cerdos corrieron al pueblo y contaron a todos lo sucedido. La gente fue a ver lo que había pasado. 15 Cuando llegaron a donde estaba Jesús, vieron al hombre que antes estaba endemoniado, y lo encontraron sentado, vestido y portándose normalmente. Los que estaban allí temblaban de miedo.

16 Las personas que vieron cómo Jesús había sanado a aquel hombre empezaron a contárselo a todo el mundo. 17 Pero la gente le pidió a Jesús que se fuera a otro lugar.

18 Cuando Jesús estaba subiendo a la barca, el hombre que ahora estaba sano le rogó que lo dejara ir con él. 19 Pero Jesús le dijo:

—Vuelve a tu casa y cuéntales a tu familia y a tus amigos todo lo que Dios ha hecho por ti, y lo bueno que ha sido contigo.

20 El hombre se fue, y en todos los pueblos de la región de Decápolis[a] contaba lo que Jesús había hecho por él. La gente escuchaba y se quedaba asombrada.