Revised Common Lectionary (Complementary)
¡Ven pronto en mi ayuda!
SALMO 70 (69)
Himno de David.
70 Mi Dios,
¡ven pronto a salvarme!
¡Ven pronto en mi ayuda!
2 ¡Pon en completa vergüenza
a los que quieren matarme!
¡Haz que huyan avergonzados
los que quieren hacerme daño!
3 ¡Haz que huyan avergonzados
los que se burlan de mí!
4 Pero que se alegren
y se pongan contentos
todos los que te buscan.
Que siempre reconozcan tu grandeza
aquellos a quienes tú has salvado.
5 Dios mío,
yo soy muy pobre,
y estoy muy necesitado;
¡ven pronto!
Dame tu ayuda,
dame la libertad;
¡no te tardes!
3 1-2 »¡Israelitas,
escuchen la palabra de su Dios!
De todos los pueblos de la tierra,
sólo a ustedes los elegí;
sólo a ustedes los saqué de Egipto.
Por eso voy a hacerles pagar
toda la maldad que han cometido».
Hay una razón para todo
3 Si dos personas andan juntas,
es porque están de acuerdo.
4 Si el león ruge en la selva,
es porque está hambriento;
si gruñe en su cueva,
es porque atrapó un animal.
5 Si el ave queda atrapada,
es porque alguien puso una trampa.
6 Si la gente se alborota,
es porque sonó la alarma;
y si la gente se espanta,
es porque algo malo sucede.
Y si algo malo sucede,
es porque Dios lo causó.
7 ¡Dios nunca hace nada
sin comunicarlo a sus profetas!
8 Si el león ruge,
todo el mundo tiembla de miedo.
Si nuestro Dios habla,
todo profeta tiene que hablar.
Samaria será destruida
9-10 Nuestro Dios ha dicho:
«¡Den a conocer esto
en los palacios de Asdod
y en los palacios de Egipto!
¡Díganle a la gente que se junte
en las montañas de Samaria!
¡Que vea el desorden y la violencia
que hay en esa ciudad!
»Los de Samaria no saben
qué significa hacer lo bueno.
Sólo saben robar a la fuerza,
y guardar en sus palacios lo robado».
11-12 Por lo tanto, pueblo de Israel, nuestro Dios les advierte:
«Un ejército enemigo vendrá a Samaria
y la rodeará para conquistarla;
derribará sus fortalezas
y dejará vacíos sus palacios.
Cuando un león ataca las ovejas,
el pastor lucha por salvarlas,
pero sólo alcanza a rescatar
dos patas o un pedazo de oreja;
así también ustedes, israelitas
que ahora viven en Samaria,
querrán escapar y llevarse todo,
pero sólo podrán llevarse
la pata de una cama
o una alfombra de Damasco».
La sexta trompeta
13 El sexto ángel tocó su trompeta. De pronto oí una voz, que salía de en medio de los cuatro cuernos del altar de oro que estaba frente a Dios. 14 La voz le dijo al sexto ángel que había tocado la trompeta: «Suelta a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates».
15 Entonces el sexto ángel soltó a los cuatro ángeles, para que mataran a la tercera parte de los seres humanos, pues Dios los había preparado exactamente para esa hora, día, mes y año.
16 Y oí el número de los que peleaban montados a caballo, y eran doscientos millones de soldados.
17 Los soldados que vi montados a caballo llevaban, en su pecho, una armadura de metal roja como el fuego, azul como el zafiro y amarilla como el azufre. Los caballos tenían cabeza como de león, y de su hocico salía fuego, humo y azufre. 18 La tercera parte de los seres humanos murió por causa del fuego, del humo y del azufre. 19 Las colas de los caballos parecían serpientes, y con sus cabezas herían a la gente. Es decir, los caballos tenían poder en el hocico y en la cola.
20 El resto de la gente, es decir, los que no murieron a causa del fuego, el humo y el azufre, no dejaron de hacer lo malo, ni dejaron de adorar a los demonios y a las imágenes de dioses falsos. Al contrario, siguieron adorando imágenes de piedra, de madera, y de oro, plata y bronce. Esos dioses falsos no pueden ver ni oír, ni caminar. 21 Esa gente no dejó de matar ni de hacer brujerías; tampoco dejó de robar ni de tener relaciones sexuales prohibidas.
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