Revised Common Lectionary (Complementary)
El rey de Sión
9 ¡Alégrate mucho, hija de Sión!
¡Grita de alegría, hija de Jerusalén!
Mira, tu rey viene hacia ti,
justo, Salvador y humilde.
Viene montado en un asno,
en un pollino, cría de asna.
10 Destruirá los carros de Efraín
y los caballos de Jerusalén.
Quebrará el arco de combate
y proclamará paz a las naciones.
Su dominio se extenderá de mar a mar,
¡desde el río Éufrates
hasta los confines de la tierra!
Restauración de Israel
11 En cuanto a ti,
por la sangre de mi pacto contigo
libraré de la cisterna seca a tus cautivos.
12 Volved a vuestra fortaleza,
cautivos de la esperanza,
pues hoy mismo os hago saber
que os devolveré el doble.
Jet
8 El Señor es clemente y compasivo,
lento para la ira y grande en amor.
Tet
9 El Señor es bueno con todos;
él se compadece de toda su creación.
Yod
10 Que te alaben, Señor, todas tus obras;
que te bendigan tus fieles.
Caf
11 Que hablen de la gloria de tu reino;
que proclamen tus proezas,
Lámed
12 para que todo el mundo conozca tus proezas
y la gloria y esplendor de tu reino.
Mem
13 Tu reino es un reino eterno;
tu dominio permanece por todos los tiempos.
Nun
Fiel es el Señor a su palabra
y bondadoso en todas sus obras.[a]
Sámej
14 El Señor levanta a los caídos
y sostiene a los agobiados.
15 No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco. 16 Ahora bien, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo en que la ley es buena; 17 pero, en ese caso, ya no soy yo quien lo lleva a cabo, sino el pecado que habita en mí. 18 Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. 19 De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. 20 Y, si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que habita en mí.
21 Así que descubro esta ley: que, cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal. 22 Porque en lo íntimo de mi ser me deleito en la ley de Dios; 23 pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me tiene cautivo. 24 ¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal? 25 ¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor!
En conclusión, con la mente yo mismo me someto a la ley de Dios, pero mi naturaleza pecaminosa está sujeta a la ley del pecado.
16 »¿Con qué puedo comparar a esta generación? Se parece a los niños sentados en la plaza que gritan a los demás:
17 »“Tocamos la flauta,
y no bailasteis;
Cantamos por los muertos,
y no llorasteis”.
18 »Porque vino Juan, que no comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio”. 19 Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Este es un glotón y un borracho, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores”. Pero la sabiduría queda demostrada por sus hechos».
Descanso para los cansados(A)
25 En aquel tiempo Jesús dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque habiendo escondido estas cosas de los sabios e instruidos, se las has revelado a los que son como niños. 26 Sí, Padre, porque esa fue tu buena voluntad.
27 »Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo.
28 »Venid a mí todos vosotros que estáis cansados y agobiados, y yo os daré descanso. 29 Cargad con mi yugo y aprended de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestra alma. 30 Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana».
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