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Revised Common Lectionary (Complementary)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with thematically matched Old and New Testament readings.
Duration: 1245 days
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Salmos 50:7-15

Escucha, pueblo mío, y hablaré;
Israel, contra ti yo testifico:
“Yo soy Dios, tu Dios.
No te reprendo por tus sacrificios,
pues tus holocaustos están siempre ante mí.
No tomaré el becerro de tu casa
ni el macho cabrío de tus corrales,
10 pues mías son las fieras del bosque
y el ganado de los montes de pastoreo;
11 conozco cada ave de las montañas
y los animales del campo son míos.
12 Si tuviera hambre no te lo diría,
pues mía es la tierra y cuanto la llena.
13 ¿Acaso como yo carne de toros
o bebo la sangre de machos cabríos?
14 Ofrece a Dios sacrificios de alabanza
y cumple tus promesas al Altísimo.
15 Invócame en tiempo de angustia,
yo te salvaré y tú me darás gloria”.

Lamentaciones 3:40-58

40 Revisemos nuestras sendas
y volvamos al Señor.
41 Alcemos al Dios del cielo
nuestras plegarias sinceras.
42 Fuimos rebeldes e infieles,
¡por eso no perdonaste!

43 Airado nos perseguiste,
nos mataste sin piedad.
44 Te ocultaste en una nube
para no escuchar las súplicas.
45 Nos convertiste en basura
y desecho entre los pueblos.

46 Nos provocan con insultos
todos nuestros enemigos.
47 Miedo y pánico es lo nuestro,
desolación y fracaso.
48 Mis ojos son ríos de lágrimas
por la capital en ruinas.

49 Mis ojos lloran sin tregua
y no sentirán alivio
50 hasta que el Señor se asome
y mire desde los cielos.
51 Siento dolor en mis ojos
por mi ciudad y sus hijas.

52 Los que me odian sin motivo
me cazaron como a un pájaro.
53 Me arrojaron vivo a un pozo,
echándome encima piedras.
54 Me sumergieron las aguas
y me dije: “¡Estoy perdido!”.

55 Invoqué, Señor, tu nombre
desde lo hondo del pozo.
56 ¡Escucha mi voz, no cierres
tu oído al grito de auxilio!
57 Cuando llamé te acercaste
y me dijiste: “¡No temas!”.

58 Me has defendido, Dios mío,
y me has salvado la vida.

Hechos 28:1-10

Pablo en la isla de Malta

28 Una vez a salvo, supimos que la isla se llamaba Malta. Los isleños nos trataron con una solicitud poco común; y como llovía sin parar y hacía frío, encendieron una hoguera y nos invitaron a todos a calentarnos. Pablo había recogido también una brazada de leña; al arrojarla a la hoguera, una víbora, huyendo de las llamas, hizo presa en su mano. Cuando los isleños vieron al reptil colgando de la mano de Pablo, se dijeron unos a otros:

— Este hombre es realmente un asesino; aunque se ha librado de la tempestad, la justicia divina no permite que viva.

Pablo, sin embargo, se sacudió el reptil arrojándolo al fuego y no experimentó daño alguno. Esperaban los isleños que se hinchara o que cayera muerto de repente. Pero, después de un largo rato sin que nada le aconteciese, cambiaron de opinión y exclamaron:

— ¡Es un dios!

Cerca de aquel lugar había una finca que pertenecía a Publio, el gobernador de la isla, quien se hizo cargo de nosotros y nos hospedó durante tres días. Se daba la circunstancia de que el padre de Publio estaba en cama aquejado por unas fiebres y disentería. Pablo fue a visitarlo y, después de orar, le impuso las manos y lo curó. A la vista de esto, acudieron también los demás enfermos de la isla, y Pablo los curó. 10 Fueron muchas las muestras de aprecio que nos dispensaron los isleños que, al hacernos de nuevo a la mar, nos suministraron todo lo necesario.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España