Revised Common Lectionary (Complementary)
Cántico para los peregrinos que suben a Jerusalén.
123 Levanto mis ojos a ti,
oh Dios, entronizado en el cielo.
2 Seguimos buscando la misericordia del Señor nuestro Dios,
así como los sirvientes fijan los ojos en su amo
y la esclava observa a su ama, atenta al más mínimo gesto.
3 Ten misericordia de nosotros, Señor, ten misericordia,
porque ya estamos hartos de tanto desprecio.
4 Ya estamos más que hartos de las burlas de los orgullosos
y del desprecio de los arrogantes.
Segunda respuesta de Zofar a Job
20 Entonces Zofar el naamatita respondió:
2 «Debo responder
porque estoy muy molesto.
3 He tenido que soportar tus insultos,
pero ahora mi espíritu me mueve a responder.
4 »¿No te das cuenta que desde el principio del tiempo,
desde que el hombre fue puesto sobre la tierra por primera vez,
5 el triunfo de los malos ha durado poco
y la alegría de los que viven sin Dios ha sido pasajera?
6 Aunque el orgullo de los incrédulos llegue hasta los cielos
y toquen las nubes con la cabeza,
7 aun así, ellos desaparecerán para siempre
y serán desechados como su propio estiércol.
Sus conocidos preguntarán:
“¿Dónde están?”.
8 Se desvanecerán como un sueño y nadie los encontrará;
desaparecerán como una visión nocturna.
9 Quienes alguna vez los vieron, no los verán más;
sus familias nunca volverán a verlos.
10 Sus hijos mendigarán de los pobres
porque tendrán que devolver las riquezas que robaron.
11 A pesar de ser jóvenes,
sus huesos yacerán en el polvo.
16 Pues no estábamos inventando cuentos ingeniosos cuando les hablamos de la poderosa venida de nuestro Señor Jesucristo. Nosotros vimos su majestuoso esplendor con nuestros propios ojos 17 cuando él recibió honor y gloria de parte de Dios Padre. La voz de la majestuosa gloria de Dios le dijo: «Este es mi Hijo muy amado, quien me da gran gozo»[a]. 18 Nosotros mismos oímos aquella voz del cielo cuando estuvimos con él en el monte santo.
19 Debido a esa experiencia, ahora confiamos aún más en el mensaje que proclamaron los profetas. Ustedes deben prestar mucha atención a lo que ellos escribieron, porque sus palabras son como una lámpara que brilla en un lugar oscuro hasta que el Día amanezca y Cristo, la Estrella de la Mañana, brille[b] en el corazón de ustedes. 20 Sobre todo, tienen que entender que ninguna profecía de la Escritura jamás surgió de la comprensión personal de los profetas[c] 21 ni por iniciativa humana. Al contrario, fue el Espíritu Santo quien impulsó a los profetas y ellos hablaron de parte de Dios.
La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.