Revised Common Lectionary (Complementary)
Salmo de David.
37 ¡Que no te provoquen enojo los malvados! Ni envidies a los que hacen mal.
2 Pronto se desvanecen como la hierba, y desaparecen como las flores de primavera. 3 Pero confía en el Señor. Sé generoso y bueno; entonces vivirás y prosperarás aquí en la tierra.
4 Deléitate en el Señor. Así él te dará lo que tu corazón anhela. 5 Encomienda al Señor todo cuanto haces, confía en que él te ayudará a realizarlo, y él lo hará. 6 Tu inocencia alumbrará como el alba, y tu justicia resplandecerá como el sol de mediodía.
7 Reposa en el Señor; espera con paciencia que él se manifieste. No envidies a los malvados que prosperan o te desesperes por sus perversos planes. 8 ¡Deja el enojo! Aparta la ira, no envidies a otros; con ello sólo te perjudicas. 9 Porque los malvados serán destruidos, pero los que confían en el Señor heredarán la tierra y vivirán tranquilamente.
Ezequías, rey de Judá
18 Ezequías hijo de Acaz comenzó a reinar en Judá cuando Oseas hijo de Elá llevaba tres años reinando en Israel. 2 Ezequías tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén veintinueve años. Su madre era Abí, hija de Zacarías. 3 Fue un buen rey, pues hizo lo que le agrada al Señor, siguiendo, así, el ejemplo de su antepasado David. 4 Hizo quitar los santuarios de las colinas, derribó sus altares y destruyó los vergonzosos ídolos de la diosa Aserá. También destruyó la serpiente de bronce que Moisés había hecho, porque el pueblo de Israel había comenzado a adorarla y a quemarle incienso, y la llamaban Nejustán.
5 Ezequías confió firmemente en el Señor, Dios de Israel. Ninguno de los reyes, ni antes ni después de él, estuvo tan cerca de Dios como él lo estuvo. 6 Porque siguió al Señor en todo y obedeció cuidadosamente todos los mandamientos que él había dado por medio de Moisés. 7 Por esta razón el Señor estuvo con él y lo hizo prosperar en todo lo que emprendió. Se rebeló contra el rey de Asiria y se negó a seguir pagando tributos. 8 También venció a los filisteos, tanto en las ciudades grandes como en las pequeñas, y logró llegar hasta Gaza y sus alrededores.
28 Entonces el Rabsaces asirio gritó en hebreo al pueblo que estaba sobre los muros:
―¡Oigan lo que dice el gran rey de Asiria! 29 ¡No permitan que el rey Ezequías los engañe! ¡Él jamás podrá salvarlos de mi poder! 30 ¡No permitan que los engañe haciéndoles creer que el Señor los salvará!
31-32 »¡No escuchen al rey Ezequías! ¡Ríndanse! ¡Podrán vivir aquí en su tierra hasta que yo los conduzca a otra tierra semejante a esta, con muchas cosechas, grano, vino, olivos y miel! Todo esto es mejor que la muerte. No escuchen al rey Ezequías cuando trate de convencerlos de que el Señor los salvará.
33 »¿Ha podido alguno de los dioses de las otras naciones librarlos del rey de Asiria? 34 ¿Qué le ha pasado a los dioses de Jamat, Arfad, Sefarvayin, Hená e Ivá? ¿Rescataron a Samaria? 35 Si no hay dios que haya podido salvar a nación alguna de mi poder, ¿qué los hace pensar que el Señor puede salvar a Jerusalén?
36 Pero el pueblo sobre el muro permaneció en silencio, porque el rey les había ordenado no responder.
A la iglesia de Esmirna
8 »Escríbele esto al ángel de la iglesia en Esmirna:
El primero y el último, el que estuvo muerto y resucitó, te manda este mensaje:
9 Estoy al tanto de que has sufrido mucho por el Señor y conozco tu pobreza. ¡Aunque eres rico! Conozco las difamaciones de los que se te oponen, que dicen ser judíos y no lo son, porque son una sinagoga de Satanás.
10 No temas lo que has de sufrir. Para probarlos, el diablo arrojará a algunos de ustedes en la cárcel y los estará persiguiendo durante diez días. Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida.
11 El que tenga oídos, escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias: El que salga vencedor no sufrirá daño alguno de la segunda muerte.
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