Revised Common Lectionary (Complementary)
LIBRO QUINTO
Salmo 107
Dios libra de aflicciones
23 ¶Los que descienden al mar en naves(A)
Y hacen negocio sobre las grandes aguas,
24 Han visto las obras del Señor
Y Sus maravillas en lo profundo.
25 Pues Él habló(B), y levantó un viento tempestuoso(C)
Que encrespó las olas del mar(D).
26 Subieron a los cielos, descendieron a las profundidades,
Sus almas se consumían por el mal(E).
27 Temblaban y se tambaleaban como ebrios(F),
Y toda su pericia desapareció.
28 En su angustia clamaron al Señor
Y Él los sacó de sus aflicciones.
29 Cambió la tempestad en suave brisa(G)
Y las olas del mar se calmaron.
30 Entonces se alegraron, porque las olas se habían aquietado,
Y Él los guió al puerto anhelado.
31 Que den gracias al Señor por Su misericordia
Y por Sus maravillas para con los hijos de los hombres(H).
32 Exáltenlo(I) también en la congregación del pueblo(J),
Y alábenlo en la reunión de los ancianos(K).
21 ¶»Me escuchaban y esperaban,
Y guardaban silencio para oír mi consejo(A).
22 -»Después de mis palabras no hablaban de nuevo(B),
Y sobre ellos caía gota a gota mi discurso(C).
23 -»Me esperaban como a la lluvia,
Y abrían su boca como a lluvia de primavera[a].
24 -»Yo les sonreía cuando ellos no creían,
Y no abatían la luz de mi rostro.
25 -»Les escogía el camino y me sentaba como jefe(D),
Y moraba como rey entre las tropas,
Como el que consuela a los que lloran(E).
Lamento de Job
30 »Pero ahora se burlan de mí(F)
Los que son más jóvenes que yo,
A cuyos padres no consideraba yo dignos
De poner con los perros de mi ganado.
2 -»En verdad, la fuerza de sus manos ¿de qué me servía?
Había desaparecido de ellos el vigor.
3 -»De miseria y hambre estaban extenuados;
Roían la tierra seca de noche en desierto y desolación;
4 Arrancaban malvas[b] junto a los matorrales,
Y raíz de retama era su alimento.
5 -»De la comunidad fueron expulsados,
Gritaban contra ellos como contra un ladrón.
6 -»Moraban en valles[c] de terror,
En las cuevas de la tierra y de las peñas.
7 -»Entre los matorrales clamaban[d];
Bajo las ortigas se reunían.
8 -»Necios[e], sí, hijos sin nombre,
Echados a latigazos de la tierra.
9 ¶»Y ahora he venido a ser su escarnio[f](G),
Y soy para ellos motivo de burla(H).
10 -»Me aborrecen y se alejan de mí,
Y no se retraen de escupirme a la cara[g](I).
11 -»Por cuanto Él ha[h] aflojado la cuerda de Su[i] arco y me ha afligido(J),
Se han quitado el freno delante de mí(K).
12 -»A mi derecha se levanta el populacho[j],
Arrojan lazos a mis pies(L)
Y preparan contra mí sus caminos de destrucción(M).
13 -»Arruinan mi senda(N),
A causa de mi destrucción se benefician,
Nadie los detiene.
14 -»Como por ancha brecha vienen,
En medio de[k] la tempestad siguen rodando.
15 -»Contra mí se vuelven los terrores(O),
Como el viento persiguen mi honor[l],
Y como nube(P) se ha disipado mi prosperidad[m].
Despedida en Tiro
21 Después de separarnos(A) de ellos, salimos y navegamos con rumbo directo(B) a Cos, al día siguiente a Rodas, y de allí a Pátara. 2 Al encontrar un barco que iba para Fenicia(C), subimos a bordo y nos hicimos a la vela.
3 Cuando vimos la isla de Chipre(D), dejándola a la izquierda, navegamos hacia Siria(E), y desembarcamos en Tiro(F) porque la nave(G) debía dejar allí su cargamento. 4 Después de hallar a los discípulos(H), nos quedamos allí siete días, y ellos le decían a Pablo, por el Espíritu[a](I), que no fuera a Jerusalén[b].
5 Pasados aquellos días[c] partimos y emprendimos nuestro viaje mientras que todos ellos, con sus mujeres e hijos, nos acompañaron(J) hasta las afueras de la ciudad. Después de arrodillarnos y orar(K) en la playa, nos despedimos unos de otros. 6 Entonces subimos al barco y ellos regresaron a sus hogares(L).
Pablo en Cesarea
7 Terminado el viaje desde Tiro(M), llegamos a Tolemaida, y después de saludar a los hermanos(N), nos quedamos con ellos un día. 8 Al día siguiente partimos y llegamos a Cesarea(O), y entrando en la casa de Felipe, el evangelista(P), que era uno de los siete(Q), nos quedamos con él. 9 Este tenía cuatro hijas vírgenes que profetizaban(R).
10 Y deteniéndonos allí varios días, descendió de Judea cierto profeta llamado Agabo(S), 11 quien vino[d] a vernos, y tomando el cinto de Pablo(T), se ató las manos y los pies, y dijo: «Así dice el Espíritu Santo(U): “Así atarán(V) los judíos en Jerusalén al dueño de este cinto, y lo entregarán en manos de los gentiles(W)”».
12 Al escuchar esto, tanto nosotros como los que vivían allí[e] le rogábamos que no subiera a Jerusalén(X). 13 Entonces Pablo respondió: «¿Qué hacen, llorando y quebrantándome el corazón? Porque listo estoy no solo a ser atado, sino también a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús(Y)». 14 Como no se dejaba persuadir, dejamos de insistir, diciéndonos: «Que se haga la voluntad del Señor(Z)».
15 Después de estos días nos preparamos y comenzamos a subir hacia Jerusalén(AA). 16 Nos acompañaron también algunos de los discípulos(AB) de Cesarea(AC), quienes nos condujeron a Mnasón, de Chipre(AD), un antiguo(AE) discípulo con quien deberíamos hospedarnos.
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