Revised Common Lectionary (Complementary)
ח Jet
57 Tú eres mi porción, oh SEÑOR;
me he propuesto guardar tus palabras.
58 He implorado tu favor de todo corazón; ten misericordia de mí según tu palabra.
59 Consideré mis caminos
y volví mis pies a tus testimonios.
60 Me apresuré, y no me retardé,
a guardar tus mandamientos.
61 Las cuerdas de los impíos me rodearon pero no me olvidé de tu ley.
62 A medianoche me levanto para darte gracias
por tus justos juicios.
63 Compañero soy yo de todos
los que te temen
y guardan tus ordenanzas.
64 De tu misericordia está llena la tierra. Oh SEÑOR, enséñame tus leyes.
Jacob parte secretamente para Canaán
31 Jacob escuchó las palabras de los hijos de Labán, que decían: “Jacob ha tomado todo lo que era de nuestro padre; de lo que era de nuestro padre ha adquirido toda esta riqueza”. 2 Observaba también Jacob la mirada de Labán, y he aquí que ya no era para con él como antes. 3 Entonces el SEÑOR dijo a Jacob:
—Vuelve a la tierra de tus padres, a tu parentela, y yo estaré contigo.
17 Entonces Jacob se levantó e hizo subir a sus mujeres y a sus hijos sobre los camellos. 18 Luego condujo todo su ganado y todas las posesiones que había adquirido, el ganado de su propiedad que había adquirido en Padan-aram, para ir a su padre Isaac en la tierra de Canaán. 19 Labán se había ido a esquilar sus ovejas, y Raquel hurtó los ídolos de su padre. 20 Además Jacob engañó a Labán el arameo al no decirle que se iba.
Labán persigue y alcanza a Jacob
21 Huyó, pues, Jacob con todo lo que tenía. Y levantándose cruzó el Río y se dirigió a la región montañosa de Galaad. 22 Al tercer día le informaron a Labán que Jacob había huido. 23 Entonces tomó consigo a sus parientes y fue tras él en el camino, por siete días, y lo alcanzó en la región montañosa de Galaad. 24 Pero aquella noche Dios vino en sueños a Labán el arameo, y le dijo: “Ten cuidado, no sea que hables a Jacob bruscamente”.
25 Alcanzó, pues, Labán a Jacob, quien había instalado su tienda en el monte. Y Labán también instaló sus tiendas[a] en el monte Galaad.
Jacob y Labán se reconcilian
26 Entonces Labán dijo a Jacob:
—¿Qué has hecho? ¡Me has engañado al traer a mis hijas como cautivas de guerra! 27 ¿Por qué has huido a escondidas, engañándome, sin avisarme? Yo te habría despedido con alegría y cantares, con tamborín y con arpa. 28 Ni siquiera me has dado la oportunidad de besar a mis hijos y a mis hijas. Ahora pues, has actuado locamente. 29 Yo tengo poder para hacerles mal, pero el Dios de tu padre me habló anoche diciendo: “Ten cuidado, no sea que hables a Jacob bruscamente”. 30 Y ya que te ibas definitivamente porque tenías tanta nostalgia por la casa de tu padre, ¿por qué me has robado mis dioses?
31 Jacob respondió a Labán y dijo:
—Yo tuve miedo, pensando que quizás me arrebatarías a tus hijas. 32 La persona en cuyo poder halles tus dioses, que muera. Reconoce en presencia de nuestros parientes lo que yo tenga que sea tuyo, y llévatelo.
Jacob no sabía que era Raquel quien los había robado. 33 Entró, pues, Labán en la tienda de Jacob, en la tienda de Lea y en las tiendas de las dos siervas, y no los halló. Saliendo de la tienda de Lea, fue a la tienda de Raquel. 34 Pero Raquel había tomado los ídolos, los había puesto en la montura de un camello y se había sentado encima de ellos. Labán, pues, rebuscó toda la tienda y no los halló. 35 Entonces ella dijo a su padre:
—No se enoje mi señor porque no pueda levantarme delante de ti, pues estoy con la regla de las mujeres.
Buscó, pues, los ídolos, pero no los encontró.
36 Entonces Jacob se enojó y recriminó a Labán; respondió Jacob y dijo a Labán:
—¿Cuál es mi transgresión? ¿Cuál es mi pecado para que me hayas perseguido con tanto ardor? 37 Ya que has rebuscado todas mis cosas, ¿qué has hallado de todas las cosas de tu casa? Ponlo aquí delante de mis parientes y de los tuyos, para que ellos juzguen entre nosotros dos. 38 Estos veinte años que he estado contigo nunca han abortado tus ovejas ni tus cabras ni yo comí ningún carnero de tu rebaño. 39 Jamás te traje los restos del animal despedazado, yo pagaba el daño. Lo robado, tanto de día como de noche, tú lo reclamabas de mi mano. 40 De día me consumía el calor, y de noche la helada; hasta el sueño huía de mis ojos. 41 Así he pasado veinte años en tu casa: catorce años trabajé por tus dos hijas y seis por tu ganado; y tú has cambiado mi salario diez veces. 42 Si el Dios de mi padre, el Dios de Abraham y el Temor de Isaac, no estuviera conmigo, de cierto me dejarías ir ahora sin nada. Pero Dios ha visto mi aflicción y el duro trabajo de mis manos; por eso te reprendió anoche.
43 Labán respondió y dijo a Jacob:
—Las hijas son mis hijas, los hijos son mis hijos y las ovejas son mis ovejas. ¡Todo lo que tú ves es mío! ¿Qué puedo hacer hoy a estas hijas mías o a sus hijos que ellas han dado a luz? 44 Ven, pues, ahora, hagamos un pacto entre tú y yo, y sirva de testimonio entre tú y yo.
45 Entonces Jacob tomó una piedra y la erigió como señal. 46 Y Jacob dijo a sus parientes:
—Recojan piedras.
Ellos tomaron piedras e hicieron un montón, y comieron allí junto al montón. 47 Labán lo llamó Yegar-sahaduta[b]; y Jacob lo llamó Galed[c]. 48 Y Labán dijo:
—Este montón es hoy testigo entre tú y yo.
Por eso llamó su nombre Galed 49 o Mizpa[d], pues dijo:
—Vigile el SEÑOR entre tú y yo, cuando nos apartemos el uno del otro. 50 Si tú maltratas a mis hijas, o si tomas otras mujeres además de mis hijas, aunque nadie esté con nosotros, recuerda que Dios es testigo entre tú y yo.
Perseverar en la gracia de Dios
14 Procuren la paz con todos, y la santidad sin la cual nadie verá al Señor. 15 Miren bien que ninguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que ninguna raíz de amargura brote y cause estorbo, y que por ella muchos sean contaminados; 16 que ninguno sea inmoral ni profano como Esaú que, por una sola comida, vendió su propia primogenitura.
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