Revised Common Lectionary (Complementary)
Salmo de David.
26 Retira toda acusación en contra mía, Señor; pues he procurado cumplir tus leyes y sin vacilación he confiado en ti. 2 Sométeme a examen, Señor, y compruébalo; prueba también mis razones y sentimientos. 3 Porque tengo presente tu gran amor y he vivido conforme a tu verdad. 4 No me junto con los mentirosos, ni ando con los hipócritas. 5 Detesto las reuniones de los malvados y me niego a unirme a los perversos. 6 En prueba de mi inocencia me lavo las manos y me pongo ante tu altar, 7 y entono un cántico de gratitud y proclamo tus milagros.
8 Señor, amo tu santuario en donde mora tu gloria.
10 Entonces Jeremías dijo: «¡Qué tristeza tengo, madre mía! ¡Parece que nací sólo para sufrir y ser criticado por toda la gente! Porque donde quiera que voy me detestan. No soy ni acreedor pronto a cobrar una hipoteca ni deudor moroso, y sin embargo, todos me maldicen. 11 ¡Tú sabes, Señor, cómo ante ti he intercedido por ellos, cómo te he suplicado que libres a estos enemigos míos cuando estaban en apuros!».
12-13 ¿Podrá alguien ser capaz de romper barras de hierro o de bronce del norte? ¡Claro que no! Así pues, por todas sus malas acciones en mi contra, entregaré a su enemigo como botín su riqueza y tesoros. 14 Haré que sus enemigos se los lleven como esclavos a una tierra donde nunca han estado, porque han hecho explotar mi cólera y ahora sufrirán las consecuencias.
Jesús sana a muchos enfermos
14 Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro, la suegra de este estaba en cama con una fiebre muy alta. 15 Jesús fue y la tocó, y la fiebre la dejó; y ella se levantó a servirlos.
16 Por la noche llevaron varios endemoniados a Jesús. Bastaba una sola palabra para que los demonios huyeran y los enfermos sanaran. 17 Así se cumplió la profecía de Isaías: «Él mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias».[a]
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