Revised Common Lectionary (Complementary)
Súplica de un justo calumniado
35 Salmo de David.
Contiende, oh SEÑOR, con los que contienden contra mí;
combate a los que me combaten.
2 Echa mano de escudo y defensa;
levántate en mi ayuda.
3 Saca lanza y jabalina al encuentro
de mis perseguidores.
Di a mi alma: “Yo soy tu salvación”.
4 Sean avergonzados y afrentados
los que buscan mi vida;
vuelvan atrás y sean humillados los que planean hacerme daño.
5 Sean como el tamo ante el viento,
y que los acose el ángel del SEÑOR.
6 Sea su camino tenebroso y resbaladizo, y que les persiga el ángel del SEÑOR.
7 Porque sin causa escondieron para mí su red en un hoyo;
sin causa pusieron trampa
para mi vida.
8 Que le alcance la destrucción que
no imagina,
y que le prenda la red que él mismo escondió.
Caiga él en aquella destrucción.
9 Entonces mi alma se gozará en
el SEÑOR
y se alegrará en su salvación.
10 Todos mis huesos dirán:
“Oh SEÑOR, ¿quién hay como tú? Libras al pobre del más fuerte que él;
al pobre y necesitado del que lo despoja”.
22 Pero el furor de Dios se encendió cuando él iba, y el ángel del SEÑOR se presentó en el camino como un adversario suyo.
Balaam iba montado sobre su asna, acompañado de dos de sus criados. 23 Y el asna vio al ángel del SEÑOR, quien estaba de pie en el camino con su espada desenvainada en la mano. El asna se apartó del camino y se fue por un campo. Y Balaam azotó al asna para hacerla volver al camino.
24 Entonces el ángel del SEÑOR se puso de pie en un sendero entre las viñas, el cual tenía una cerca a un lado y otra cerca al otro lado. 25 El asna vio al ángel del SEÑOR y se pegó contra la cerca, presionando la pierna de Balaam contra la cerca. Y este volvió a azotarla.
26 El ángel del SEÑOR pasó más adelante, y se puso de pie en un lugar angosto, donde no había espacio para apartarse a la derecha ni a la izquierda. 27 El asna, al ver al ángel del SEÑOR, se recostó debajo de Balaam. Y este se enojó y azotó al asna con un palo. 28 Entonces el SEÑOR abrió la boca del asna, y esta dijo a Balaam:
—¿Qué te he hecho para que me hayas azotado estas tres veces?
32 Quisiera, pues, que estuviesen libres de ansiedad. El no casado se preocupa de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor; 33 pero el casado se preocupa de las cosas de la vida, de cómo ha de agradar a su esposa, 34 y su atención está dividida[a]. La mujer no casada, o soltera, se preocupa de las cosas del Señor, a fin de ser consagrada tanto en cuerpo como en espíritu. En cambio, la casada tiene cuidado de las cosas de la vida, de cómo ha de agradar a su esposo. 35 Esto digo para su provecho; no para ponerles restricción, sino para que vivan honestamente, atendiendo al Señor sin impedimento.
36 Si alguien considera que su comportamiento es inadecuado hacia su virgen y si está en la flor de la edad y por eso siente obligación de casarse, puede hacer lo que quiere; no comete pecado. Cásense. 37 Pero el que está firme en su corazón, no teniendo necesidad, sino que tiene dominio sobre su propia voluntad y así ha determinado en su corazón conservársela virgen, hará bien. 38 De modo que el que se casa con su virgen hace bien; y de igual manera, el que no se casa hace mejor.
El matrimonio de las viudas
39 La esposa está ligada mientras viva su esposo. Pero si su esposo muere, está libre para casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor. 40 Pero según mi opinión, más feliz será si permanece así. Y pienso que yo también tengo el Espíritu de Dios.
Version Reina Valera Actualizada, Copyright © 2015 by Editorial Mundo Hispano