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Revised Common Lectionary (Complementary)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with thematically matched Old and New Testament readings.
Duration: 1245 days
Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Salmos 98

Salmo.

98 Canten al Señor una nueva canción,
    porque ha hecho obras maravillosas.
Su mano derecha obtuvo una poderosa victoria;
    su santo brazo ha mostrado su poder salvador.
El Señor anunció su victoria
    y reveló su justicia a toda nación.
Recordó su promesa de amar y de ser fiel a Israel.
    ¡Los extremos de la tierra han visto la victoria de nuestro Dios!

Aclamen al Señor, habitantes de toda la tierra;
    ¡prorrumpan en alabanza y canten de alegría!
Canten alabanzas al Señor con el arpa,
    con el arpa y dulces melodías,
con trompetas y el sonido del cuerno de carnero.
    ¡Toquen una alegre sinfonía delante del Señor, el Rey!

¡Que el mar y todo lo que contiene le exclamen alabanzas!
    ¡Que se le unan la tierra y todas sus criaturas vivientes!
¡Que los ríos aplaudan con júbilo!
    Que las colinas entonen sus cánticos de alegría
delante del Señor,
    porque viene a juzgar la tierra.
Juzgará al mundo con justicia,
    y a las naciones con imparcialidad.

Daniel 3:1-18

Estatua de oro del rey Nabucodonosor

El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro que medía veintisiete metros de altura y dos metros y medio de ancho[a] y la levantó sobre la llanura de Dura, en la provincia de Babilonia. Luego envió mensajes a los altos funcionarios, autoridades, gobernadores, asesores, tesoreros, jueces y magistrados y a todos los funcionarios provinciales para que asistieran a la dedicación de la estatua que había levantado. De modo que todas estas autoridades[b] vinieron y se pusieron de pie ante la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado.

Entonces un vocero proclamó: «¡Gente de todas las razas, naciones y lenguas escuchen el mandato del rey! Cuando oigan tocar la trompeta, la flauta, la cítara, la lira, el arpa, la zampoña y otros instrumentos musicales,[c] inclínense rostro en tierra y rindan culto a la estatua de oro del rey Nabucodonosor. ¡Cualquiera que se rehúse a obedecer será arrojado inmediatamente a un horno ardiente!».

Así que al sonido de los instrumentos musicales,[d] toda la gente, de cualquier raza, nación o lengua, se inclinó rostro en tierra y rindió culto a la estatua de oro que había levantado el rey Nabucodonosor.

Sin embargo, algunos de los astrólogos[e] se presentaron ante el rey y denunciaron a los judíos. Dijeron al rey Nabucodonosor: «¡Que viva el rey! 10 Usted emitió un decreto que exige a todo el pueblo inclinarse y rendir culto a la estatua de oro al oír tocar la trompeta, la flauta, la cítara, la lira, el arpa, la zampoña y otros instrumentos musicales. 11 Ese decreto también establece que quienes se rehúsen a obedecer serán arrojados dentro de un horno ardiente. 12 Pues hay algunos judíos—Sadrac, Mesac y Abed-nego—a los que usted puso a cargo de la provincia de Babilonia que no le prestan atención, su majestad. Se niegan a servir a los dioses de su majestad y no rinden culto a la estatua de oro que usted ha levantado».

13 Entonces Nabucodonosor se enfureció y ordenó que trajeran ante él a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Cuando los trajeron, 14 Nabucodonosor les preguntó:

—¿Es cierto, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que ustedes se rehúsan a servir a mis dioses y a rendir culto a la estatua de oro que he levantado? 15 Les daré una oportunidad más para inclinarse y rendir culto a la estatua que he hecho cuando oigan el sonido de los instrumentos musicales.[f] Sin embargo, si se niegan, serán inmediatamente arrojados al horno ardiente y entonces, ¿qué dios podrá rescatarlos de mi poder?

16 Sadrac, Mesac y Abed-nego contestaron:

—Oh Nabucodonosor, no necesitamos defendernos delante de usted. 17 Si nos arrojan al horno ardiente, el Dios a quien servimos es capaz de salvarnos. Él nos rescatará de su poder, su majestad; 18 pero aunque no lo hiciera, deseamos dejar en claro ante usted que jamás serviremos a sus dioses ni rendiremos culto a la estatua de oro que usted ha levantado.

Apocalipsis 18:1-10

Caída de Babilonia

18 Después de todo esto vi que otro ángel bajaba del cielo con gran autoridad, y la tierra se iluminó con su resplandor. Dio un fuerte grito:

«¡Ha caído Babilonia, cayó esa gran ciudad!
    Se ha convertido en una casa para los demonios.
Es una guarida para todo espíritu inmundo,[a]
    un nido para todo buitre repugnante
    y una cueva para todo animal sucio y espantoso.[b]
Pues todas las naciones han caído[c]
    debido al vino de su apasionada inmoralidad.
Los reyes del mundo
    cometieron adulterio con ella.
Debido a su deseo por lujos excesivos,
    los comerciantes del mundo se han enriquecido».

Después oí otra voz que clamaba desde el cielo:

«Pueblo mío, salgan de ella.
    No participen en sus pecados
    o serán castigados junto con ella.
Pues sus pecados se han amontonado hasta el cielo,
    y Dios se acuerda de sus maldades.
Háganle a ella lo que ella les ha hecho a otros.
    Denle doble castigo por[d] todas sus maldades.
Ella preparó una copa de terror para otros,
    así que preparen el doble[e] para ella.
Ella se glorificó a sí misma y vivió rodeada de lujos,
    ahora denle la misma proporción de tormento y tristeza.
Ella se jactó en su corazón, diciendo:
    “Soy reina en mi trono.
No soy ninguna viuda indefensa
    ni tengo motivos para lamentarme”.
Por lo tanto, estas plagas le llegarán en un solo día:
    la muerte, el lamento y el hambre.
Ella será totalmente consumida por el fuego,
    porque el Señor Dios, quien la juzga, es poderoso».

Y los reyes del mundo que cometieron adulterio con ella y disfrutaron de todos sus lujos, se lamentarán por ella cuando vean el humo que sube de sus restos carbonizados. 10 Aterrorizados por su gran tormento, los reyes del mundo se mantendrán a distancia y clamarán:

«¡Qué terrible, qué terrible para ti,
    oh Babilonia, tú, gran ciudad!
En un solo instante
    el juicio de Dios cayó sobre ti».

Apocalipsis 18:19-20

19 Y llorarán y echarán tierra sobre su cabeza para mostrar su dolor y clamarán:

«¡Qué terrible, qué terrible para esa gran ciudad!
    Los dueños de barcos se hicieron ricos
    transportando por los mares la gran riqueza de ella.
En un solo instante, se esfumó todo».

20 ¡Oh cielo, alégrate del destino de ella,
    y también ustedes pueblo de Dios, apóstoles y profetas!
Pues al fin Dios la ha juzgado
    por amor a ustedes.

Nueva Traducción Viviente (NTV)

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