Revised Common Lectionary (Complementary)
96 ¡Canten al Señor una nueva canción!
¡Que toda la tierra cante al Señor!
2 Canten al Señor, alaben su nombre;
cada día anuncien las buenas noticias de que él salva.
3 Anuncien sus gloriosas obras entre las naciones;
cuéntenles a todos las cosas asombrosas que él hace.
4 ¡Grande es el Señor! ¡Es el más digno de alabanza!
A él hay que temer por sobre todos los dioses.
5 Los dioses de las otras naciones no son más que ídolos,
¡pero el Señor hizo los cielos!
6 Honor y majestad lo rodean;
fuerza y belleza llenan su santuario.
7 Oh naciones del mundo, reconozcan al Señor;
reconozcan que el Señor es fuerte y glorioso.
8 ¡Denle al Señor la gloria que merece!
Lleven ofrendas y entren en sus atrios.
9 Adoren al Señor en todo su santo esplendor;
que toda la tierra tiemble delante de él.
10 Digan a todas las naciones: «¡El Señor reina!».
El mundo permanece firme y no puede ser sacudido.
Él juzgará a todos los pueblos con imparcialidad.
11 ¡Que los cielos se alegren, y la tierra se goce!
¡Que el mar y todo lo que contiene exclamen sus alabanzas!
12 ¡Que los campos y sus cultivos estallen de alegría!
Que los árboles del bosque canten de alegría
13 delante del Señor, ¡porque él viene!
Viene a juzgar la tierra.
Juzgará al mundo con justicia
y a las naciones con su verdad.
3 En aquel día maravilloso cuando el Señor le dé descanso a su pueblo de sus angustias y temores, de la esclavitud y de las cadenas, 4 te mofarás del rey de Babilonia y dirás:
«El hombre poderoso ha sido destruido.
Sí, se acabó tu insolencia.[a]
5 Pues el Señor aplastó tu poder malvado
y puso fin a tu reino perverso.
6 Atacabas al pueblo con incesantes golpes de furia
y dominabas a las naciones dentro de tu poder sofocante
con una tiranía implacable.
7 Sin embargo, finalmente la tierra está en reposo y tranquila.
¡Ahora puede volver a cantar!
8 Hasta los árboles del bosque
—los cipreses y los cedros del Líbano—
cantan esta alegre canción:
“¡Dado que te talaron,
nadie vendrá ahora para talarnos a nosotros!”.
9 »En el lugar de los muertos[b] hay mucha emoción
por tu llegada.
Los espíritus de los líderes mundiales y de los reyes poderosos que murieron hace tiempo
se ponen de pie para verte llegar.
10 Todos exclaman a una voz:
“¡Ahora eres tan débil como nosotros!
11 Tu poder y tu fuerza fueron enterrados contigo.[c]
En tu palacio ha cesado el sonido del arpa.
Ahora los gusanos son tu sábana,
y las lombrices, tu manta”.
Muerte de Juan el Bautista
14 Cuando Herodes Antipas, el gobernante de Galilea,[a] oyó hablar de Jesús, 2 les dijo a sus consejeros: «¡Este debe ser Juan el Bautista que resucitó de los muertos! Por eso puede hacer semejantes milagros».
3 Pues Herodes había arrestado y encarcelado a Juan como un favor para su esposa, Herodías (exesposa de Felipe, el hermano de Herodes). 4 Juan venía diciendo a Herodes: «Es contra la ley de Dios que te cases con ella». 5 Herodes quería matar a Juan pero temía que se produjera un disturbio, porque toda la gente creía que Juan era un profeta.
6 Pero durante la fiesta de cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías bailó una danza que a él le agradó mucho; 7 entonces le prometió con un juramento que le daría cualquier cosa que ella quisiera. 8 Presionada por su madre, la joven dijo: «Quiero en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista». 9 Entonces el rey se arrepintió de lo que había dicho; pero debido al juramento que había hecho delante de sus invitados, dio las órdenes necesarias. 10 Así fue que decapitaron a Juan en la prisión, 11 trajeron su cabeza en una bandeja y se la dieron a la joven, quien se la llevó a su madre. 12 Después, los discípulos de Juan llegaron a buscar su cuerpo y lo enterraron. Luego fueron a contarle a Jesús lo que había sucedido.
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