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Revised Common Lectionary (Complementary)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with thematically matched Old and New Testament readings.
Duration: 1245 days
Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Salmos 87

Cántico. Salmo de los descendientes de Coré.

87 En el monte santo
    está la ciudad fundada por el Señor.
Él ama a la ciudad de Jerusalén
    más que a cualquier otra de Israel.[a]
Oh ciudad de Dios,
    ¡qué cosas gloriosas se dicen de ti! Interludio

Incluiré a Egipto[b] y a Babilonia entre los que me conocen,
    también a Filistea y a Tiro, e incluso a la distante Etiopía.[c]
    ¡Ahora todas son ciudadanas de Jerusalén!
Con respecto a Jerusalén[d] se dirá:
    «Allí todos disfrutan de los derechos de ciudadanía».
    Y el Altísimo en persona bendecirá a esa ciudad.
Cuando el Señor escriba en el registro a las naciones, dirá:
    «Ahora todas son ciudadanas de Jerusalén». Interludio

La gente tocará flautas[e] y cantará:
    «¡La fuente de mi vida brota de Jerusalén!».

2 Reyes 5:1-14

Naamán es sanado

El rey de Aram sentía una gran admiración por Naamán, el comandante del ejército, porque el Señor le había dado importantes victorias a Aram por medio de él; pero a pesar de ser un poderoso guerrero, Naamán padecía de lepra.[a]

En ese tiempo, los saqueadores arameos habían invadido la tierra de Israel, y entre sus cautivos se encontraba una muchacha a quien habían entregado a la esposa de Naamán como criada. Cierto día, la muchacha le dijo a su señora: «Si mi amo tan solo fuera a ver al profeta de Samaria; él lo sanaría de su lepra».

Entonces Naamán le contó al rey lo que había dicho la joven israelita. «Ve a visitar al profeta—le dijo el rey de Aram—. Te daré una carta de presentación para que se la lleves al rey de Israel».

Entonces Naamán emprendió viaje y llevaba de regalo trescientos cuarenta kilos de plata, sesenta y ocho kilos de oro,[b] y diez mudas de ropa. La carta para el rey de Israel decía: «Mediante esta carta presento a mi siervo Naamán. Quiero que lo sanes de su lepra».

Cuando el rey de Israel leyó la carta, horrorizado, rasgó sus vestiduras y dijo: «¿Acaso soy Dios para dar vida y quitarla? ¿Por qué este hombre me pide que sane a alguien con lepra? Creo que solo busca pelear conmigo».

Sin embargo, cuando Eliseo, hombre de Dios, supo que el rey de Israel había rasgado sus vestiduras en señal de aflicción, le envió este mensaje: «¿Por qué estás tan disgustado? Envíame a Naamán, así él sabrá que hay un verdadero profeta en Israel».

Entonces Naamán fue con sus caballos y carros de guerra y esperó frente a la puerta de la casa de Eliseo; 10 pero Eliseo le mandó a decir mediante un mensajero: «Ve y lávate siete veces en el río Jordán. Entonces tu piel quedará restaurada, y te sanarás de la lepra».

11 Naamán se enojó mucho y se fue muy ofendido. «¡Yo creí que el profeta iba a salir a recibirme!—dijo—. Esperaba que él moviera su mano sobre la lepra e invocara el nombre del Señor su Dios ¡y me sanara! 12 ¿Acaso los ríos de Damasco—el Abaná y el Farfar—no son mejores que cualquier río de Israel? ¿Por qué no puedo lavarme en uno de ellos y sanarme?». Así que Naamán dio media vuelta y salió enfurecido.

13 Sus oficiales trataron de hacerle entrar en razón y le dijeron: «Señor,[c] si el profeta le hubiera pedido que hiciera algo muy difícil, ¿usted no lo habría hecho? Así que en verdad debería obedecerlo cuando sencillamente le dice: “¡Ve, lávate y te curarás!”». 14 Entonces Naamán bajó al río Jordán y se sumergió siete veces, tal como el hombre de Dios le había indicado. ¡Y su piel quedó tan sana como la de un niño, y se curó!

Hechos 15:1-21

El concilio de Jerusalén

15 Cuando Pablo y Bernabé estaban en Antioquía de Siria, llegaron unos hombres de Judea y comenzaron a enseñarles a los creyentes:[a] «A menos que se circunciden como exige la ley de Moisés, no podrán ser salvos». Pablo y Bernabé no estaban de acuerdo con ellos y discutieron con vehemencia. Finalmente, la iglesia decidió enviar a Pablo y a Bernabé a Jerusalén, junto con algunos creyentes del lugar, para que hablaran con los apóstoles y con los ancianos sobre esta cuestión. La iglesia envió a los delegados a Jerusalén, quienes de camino se detuvieron en Fenicia y Samaria para visitar a los creyentes. Les contaron—para alegría de todos—que los gentiles[b] también se convertían.

Cuando llegaron a Jerusalén, toda la iglesia—incluidos los apóstoles y los ancianos—dio la bienvenida a Pablo y a Bernabé, quienes les informaron acerca de todo lo que Dios había hecho por medio de ellos. Pero después algunos creyentes que pertenecían a la secta de los fariseos se pusieron de pie e insistieron: «Los convertidos gentiles deben ser circuncidados y hay que exigirles que sigan la ley de Moisés».

Así que los apóstoles y los ancianos se reunieron para resolver este asunto. En la reunión, después de una larga discusión, Pedro se puso de pie y se dirigió a ellos de la siguiente manera: «Hermanos, todos ustedes saben que hace tiempo Dios me eligió de entre ustedes para que predicara a los gentiles a fin de que pudieran oír la Buena Noticia y creer. Dios conoce el corazón humano y él confirmó que acepta a los gentiles al darles el Espíritu Santo, tal como lo hizo con nosotros. Él no hizo ninguna distinción entre nosotros y ellos, pues les limpió el corazón por medio de la fe. 10 Entonces, ¿por qué ahora desafían a Dios al poner cargas sobre los creyentes[c] gentiles con un yugo que ni nosotros ni nuestros antepasados pudimos llevar? 11 Nosotros creemos que todos somos salvos de la misma manera, por la gracia no merecida que proviene del Señor Jesús».

12 Todos escucharon en silencio mientras Bernabé y Pablo les contaron de las señales milagrosas y maravillas que Dios había hecho por medio de ellos entre los gentiles.

13 Cuando terminaron, Santiago se puso de pie y dijo: «Hermanos, escúchenme. 14 Pedro[d] les ha contado de cuando Dios visitó por primera vez a los gentiles para tomar de entre ellos un pueblo para sí mismo. 15 Y la conversión de los gentiles es precisamente lo que los profetas predijeron. Como está escrito:

16 “Después yo volveré
    y restauraré la casa caída[e] de David.
Reconstruiré sus ruinas
    y la restauraré,
17 para que el resto de la humanidad busque al Señor,
    incluidos los gentiles,
    todos los que he llamado a ser míos.
El Señor ha hablado,
18     Aquel que hizo que estas cosas se dieran a conocer desde hace mucho”[f].

19 »Y mi opinión entonces es que no debemos ponerles obstáculos a los gentiles que se convierten a Dios. 20 Al contrario, deberíamos escribirles y decirles que se abstengan de comer alimentos ofrecidos a ídolos, de inmoralidad sexual, de comer carne de animales estrangulados y de consumir sangre. 21 Pues esas leyes de Moisés se han predicado todos los días de descanso en las sinagogas judías de cada ciudad durante muchas generaciones».

Nueva Traducción Viviente (NTV)

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