Revised Common Lectionary (Complementary)
Salmo de David.
23 El Señor es mi pastor;
tengo todo lo que necesito.
2 En verdes prados me deja descansar;
me conduce junto a arroyos tranquilos.
3 Él renueva mis fuerzas.
Me guía por sendas correctas,
y así da honra a su nombre.
4 Aun cuando yo pase
por el valle más oscuro,[a]
no temeré,
porque tú estás a mi lado.
Tu vara y tu cayado
me protegen y me confortan.
5 Me preparas un banquete
en presencia de mis enemigos.
Me honras ungiendo mi cabeza con aceite.
Mi copa se desborda de bendiciones.
6 Ciertamente tu bondad y tu amor inagotable me seguirán
todos los días de mi vida,
y en la casa del Señor viviré
por siempre.
22 Pero Samuel respondió:
—¿Qué es lo que más le agrada al Señor:
tus ofrendas quemadas y sacrificios,
o que obedezcas a su voz?
¡Escucha! La obediencia es mejor que el sacrificio,
y la sumisión es mejor que ofrecer la grasa de carneros.
23 La rebelión es tan pecaminosa como la hechicería,
y la terquedad, tan mala como rendir culto a ídolos.
Así que, por cuanto has rechazado el mandato del Señor,
él te ha rechazado como rey.
Saúl implora perdón
24 Entonces Saúl le confesó a Samuel:
—Es cierto, he pecado. He desobedecido tus instrucciones y el mandato del Señor, porque tuve miedo del pueblo y por eso hice lo que ellos me pidieron. 25 Pero ahora, por favor, perdona mi pecado y regresa conmigo para que pueda adorar al Señor.
26 Pero Samuel respondió:
—¡No volveré contigo! Ya que tú rechazaste el mandato del Señor, él te ha rechazado como rey de Israel.
27 Cuando Samuel se dio vuelta para irse, Saúl trató de detenerlo y rasgó el borde de su túnica. 28 Entonces Samuel le dijo:
—Hoy el Señor te ha arrancado el reino de Israel y se lo ha dado a otro: a uno que es mejor que tú. 29 Y aquel que es la Gloria de Israel, no mentirá ni cambiará de parecer porque no es humano para que cambie de parecer.
30 Entonces Saúl volvió a implorar:
—Sé que he pecado. Pero al menos te ruego que me honres ante los ancianos de mi pueblo y ante Israel al volver conmigo para que adore al Señor tu Dios.
31 Entonces Samuel por fin accedió y regresó con él, y Saúl adoró al Señor.
Vivir en la luz
5 Por lo tanto, imiten a Dios en todo lo que hagan porque ustedes son sus hijos queridos. 2 Vivan una vida llena de amor, siguiendo el ejemplo de Cristo. Él nos amó[a] y se ofreció a sí mismo como sacrificio por nosotros, como aroma agradable a Dios.
3 Que no haya ninguna inmoralidad sexual, impureza ni avaricia entre ustedes. Tales pecados no tienen lugar en el pueblo de Dios. 4 Los cuentos obscenos, las conversaciones necias y los chistes groseros no son para ustedes. En cambio, que haya una actitud de agradecimiento a Dios. 5 Pueden estar seguros de que ninguna persona inmoral, impura o avara heredará el reino de Cristo y de Dios. Pues el avaro es un idólatra, que adora las cosas de este mundo.
6 No se dejen engañar por los que tratan de justificar esos pecados, porque el enojo de Dios caerá sobre todos los que lo desobedecen. 7 No participen en las cosas que hace esa gente. 8 Pues antes ustedes estaban llenos de oscuridad, pero ahora tienen la luz que proviene del Señor. Por lo tanto, ¡vivan como gente de luz! 9 Pues esa luz que está dentro de ustedes produce solo cosas buenas, rectas y verdaderas.
La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.