Revised Common Lectionary (Complementary)
¡Protégeme, Dios mío!
SALMO 141 (140)
Himno de David.
141 Dios mío, te estoy llamando:
¡Préstame atención
y ven pronto en mi ayuda!
2 ¡Recibe mi oración
como una ofrenda de incienso!
¡A ti elevo mis manos
como una ofrenda en la tarde!
3 Dios mío,
¡no me dejes decir
ni una sola tontería!
4 ¡No me dejes tener
malos pensamientos,
ni cometer maldad alguna!
¡No me dejes tomar parte
en fiestas de gente malvada!
5 Considero una muestra de amor
que una persona honrada
me regañe o me golpee;
para mí, sus reprensiones
son como fino perfume.
Dios mío, yo siempre te pido
que castigues a los malvados.
6 Cuando los gobernantes malvados
acaben en la ruina,
se acordarán de mis palabras
y sabrán que les hablé con dulzura.
7 Entonces la gente dirá:
«Sus huesos han quedado
esparcidos por el suelo».
8 Por mi parte, Dios mío,
de ti dependo,
y en ti busco refugio.
¡No dejes que me maten!
9 ¡Líbrame de las trampas
que esos malvados me tienden!
10 ¡Haz que sean ellos mismos
los que caigan en sus redes!
Pero a mí, ¡ponme a salvo!
Dios vuelve al templo con gran poder
43 Aquel hombre me llevó a la entrada del este, 2 y vi que venía el poderoso Dios de Israel. A su paso se oía un fuerte ruido, como cuando el río lleva mucha agua, y la tierra se cubrió de luz. 3 Al ver esto, me acordé de lo que Dios me había mostrado cuando vino a destruir a Jerusalén. Todo esto era muy parecido a lo que él me dejó ver junto al río Quebar.
Yo me incliné hasta el suelo, 4 mientras Dios entraba con gran poder en el templo, por la puerta del este. 5 Entonces su espíritu me puso de pie, y me llevó al patio. Allí me di cuenta de que la grandeza de Dios había llenado el templo.
6 El hombre se paró a mi lado. En ese momento oí que alguien me hablaba desde el templo. 7 Me decía:
«Ezequiel, hombre mortal, en este lugar he puesto mi trono. Aquí es donde yo reino, y donde viviré para siempre con los israelitas. No hay otro Dios como yo. No voy a permitir que ni ellos ni sus reyes vuelvan a serme infieles, ni que me falten al respeto adorando a sus reyes muertos. 8 Tampoco volverán a construir sus palacios junto a mi templo, separados sólo por una pared. Sus infidelidades me ofenden, pues yo soy un Dios diferente. Tanto me hicieron enojar, que por eso los destruí. 9 Sin embargo, si me son fieles, y no vuelven a adorar a sus reyes, yo viviré siempre con ellos.
10-11 »Anda y di a los israelitas cómo debe ser el templo, y sus salidas y entradas. Muéstrales la forma exacta y las medidas que deben tener; descríbeles todo esto, para que lo hagan tal como te lo he ordenado. Enséñales también todos los mandamientos que te he dado, para que los obedezcan y se avergüencen de sus malas acciones.
12 »Ésta es la ley del templo: Todo el terreno en la parte alta de la colina que rodea el templo, será declarado un lugar santo».
Jesús sufre por la gente de Jerusalén
37 »¡Gente de Jerusalén, gente de Jerusalén! Ustedes matan a los profetas y a los mensajeros que Dios les envía. Muchas veces quise protegerlos, como protege la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero ustedes no me dejaron. 38 Su templo quedará abandonado. 39 Les aseguro que a partir de este momento no volverán a verme, hasta que digan: “Bendito el Mesías que viene en el nombre de Dios”.»
El templo será destruido
24 Cuando Jesús salió del templo, sus discípulos se le acercaron para mostrarle los edificios del templo. 2 Entonces él les dijo: «¿Ven ustedes todos estos edificios? Les aseguro que todos ellos serán destruidos. ¡Ni una sola pared quedará en pie!»
Prepárense para el fin
3 Después, Jesús y sus discípulos se fueron al Monte de los Olivos. Jesús se sentó[a] y, cuando ya estaban solos, los discípulos le preguntaron:
—¿Cuándo será destruido el templo? ¿Cómo sabremos que tú vendrás otra vez, y que ha llegado el fin del mundo? ¿Cuáles serán las señales?
4 Jesús les respondió:
—¡Cuidado! No se dejen engañar. 5 Muchos vendrán, y se harán pasar por mí, y le dirán a la gente: “Yo soy el Mesías”. Usarán mi nombre y lograrán engañar a muchos.
6 »Ustedes oirán que en algunos países habrá guerras, y que otros países están a punto de pelearse. Pero no se asusten; esas cosas pasarán, pero todavía no será el fin del mundo. 7 Porque los países pelearán unos contra otros, la gente no tendrá qué comer, y en muchos lugares habrá terremotos. 8 Eso es sólo el principio de todo lo que el mundo sufrirá.
9 »Ustedes serán llevados presos, y entregados a las autoridades para que los maltraten y los maten. Todo el mundo los odiará por ser mis discípulos. 10 Muchos de mis seguidores dejarán de creer en mí; uno traicionará al otro y sentirá odio por él. 11 Llegarán muchos falsos profetas y engañarán a muchas personas. 12 La gente será tan mala que la mayoría dejará de amarse. 13 Pero yo salvaré a todos mis seguidores que confíen en mí hasta el final. 14 El fin del mundo llegará cuando las buenas noticias del reino de Dios sean anunciadas en toda la tierra, y todo el mundo las haya escuchado.
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