Revised Common Lectionary (Complementary)
12 El comienzo del orgullo es el poder,
que hace que el hombre se olvide de su Creador.
13 El pecador es un pozo lleno de orgullo,
del cual brotan las malas acciones.
Por eso, Dios lo llena de castigos
y lo hiere hasta terminar con él.
14 Dios derriba del trono a los orgullosos,
y en lugar de ellos pone a los humildes.
15 El Señor arranca de raíz a las naciones,
y en lugar de ellas hace crecer a los humildes.
16 Dios no dejó ni el rastro de las naciones paganas;
las cortó de raíz hasta no dejar ni rastro.
17 Las borró de la tierra, las destruyó;
suprimió de la tierra incluso su recuerdo.
18 El orgullo no es digno del hombre,
ni tampoco la arrogancia.
6 No te des importancia ante el rey,
ni tomes el lugar de la gente importante;
7 vale más que te inviten a subir allí,
que ser humillado ante los grandes señores.
Lo que veas con tus propios ojos
La dicha del hombre honrado
112 ¡Aleluya!
Feliz el hombre que honra al Señor
y se complace en sus mandatos.
2 Los descendientes del hombre honrado
serán bendecidos y tendrán poder en la tierra.
3 En su casa hay abundantes riquezas,
y su generosidad es constante.
4 Brilla una luz en la oscuridad
para los hombres honrados,
para el que es compasivo, clemente y justo.
5 El hombre de bien presta con generosidad
y maneja con honradez sus negocios;
6 por eso jamás llegará a caer.
¡El hombre justo será siempre recordado!
7 No tiene miedo de malas noticias;
su corazón está firme, confiado en el Señor.
8 Su corazón está firme; no tiene miedo,
y aun mira con burla a sus enemigos.
9 Reparte limosna entre los pobres,
su generosidad es constante,
levanta la frente con honor.
10 El malvado se enfurece al verlo;
en su impotencia rechina los dientes.
La ambición de los malvados fracasará.
Actitudes cristianas
13 No dejen de amarse unos a otros como hermanos. 2 No se olviden de ser amables con los que lleguen a su casa, pues de esa manera, sin saberlo, algunos hospedaron ángeles.
3 Acuérdense de los presos, como si también ustedes estuvieran presos con ellos. Piensen en los que han sido maltratados, ya que ustedes también pueden pasar por lo mismo.
4 Que todos respeten el matrimonio y mantengan la pureza de sus relaciones matrimoniales; porque Dios juzgará a los que cometen inmoralidades sexuales y a los que cometen adulterio.
5 No amen el dinero; conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho: «Nunca te dejaré ni te abandonaré.» 6 Así que podemos decir con confianza:
«El Señor es mi ayuda; no temeré.
¿Qué me puede hacer el hombre?»
7 Acuérdense de quienes los han dirigido y les han anunciado el mensaje de Dios; mediten en cómo han terminado sus vidas, y sigan el ejemplo de su fe.
8 Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre.
15 Por eso debemos alabar siempre a Dios por medio de Jesucristo. Esta alabanza es el sacrificio que debemos ofrecer. ¡Alabémoslo, pues, con nuestros labios! 16 No se olviden ustedes de hacer el bien y de compartir con otros lo que tienen; porque éstos son los sacrificios que agradan a Dios.
Jesús sana a un enfermo de hidropesía
14 Sucedió que un sábado Jesús fue a comer a casa de un jefe fariseo, y otros fariseos lo estaban espiando.
Los invitados a un banquete
7 Al ver Jesús cómo los invitados escogían los asientos de honor en la mesa, les dio este consejo:
8 —Cuando alguien te invite a un banquete de bodas, no te sientes en el lugar principal, pues puede llegar otro invitado más importante que tú; 9 y el que los invitó a los dos puede venir a decirte: “Dale tu lugar a este otro.” Entonces tendrás que ir con vergüenza a ocupar el último asiento. 10 Al contrario, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pásate a un lugar de más honor.” Así recibirás honores delante de los que están sentados contigo a la mesa. 11 Porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido.
12 Dijo también al hombre que lo había invitado:
—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; porque ellos, a su vez, te invitarán, y así quedarás ya recompensado. 13 Al contrario, cuando tú des un banquete, invita a los pobres, los inválidos, los cojos y los ciegos; 14 y serás feliz. Pues ellos no te pueden pagar, pero tú tendrás tu recompensa el día en que los justos resuciten.
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.