Revised Common Lectionary (Complementary)
El destino del malvado
SALMO 64 (63)
Himno de David.
64 Dios mío,
¡escucha mi queja!
¡No dejes que mis enemigos
acaben con mi vida!
2 Son una banda de malvados;
son una pandilla de malhechores;
¡escóndeme de sus planes secretos!
3 Sus palabras hieren
como espada afilada;
sus palabras matan
como flechas envenenadas.
4 Se esconden, y desde allí
disparan contra la gente inocente;
no tienen miedo de nada ni de nadie;
¡disparan sin que nadie se lo espere!
5 Cuando hacen sus planes malvados,
se animan los unos a los otros;
piensan dónde esconder sus trampas,
y creen que nadie las verá.
6 Planean muy bien sus maldades
y creen tener el plan perfecto;
piensan que nadie los descubrirá.
7 Por eso, sin que lo esperen,
Dios les disparará sus flechas
8 y caerán heridos de muerte.
Su propia lengua será su ruina,
y quienes los vean
acabarán burlándose de ellos.
9 El mundo entero alabará a Dios,
hablará de sus acciones,
y llegará a entenderlas.
10 ¡Que se alegre la gente buena
por todo lo que Dios ha hecho!
¡Que todos los justos lo alaben
y pongan en él su confianza!
Quinta respuesta de Job
19 Job respondió:
2 «Tanta palabrería de ustedes
me atormenta y me lastima;
¿Cuándo van a dejarme en paz?
3 Una y otra vez
me insultan sin compasión.
¡Debería darles vergüenza!
4 Aun cuando yo haya pecado,
eso no les afecta.
5 Lo que ustedes realmente quieren
es sentirse mejores que yo;
se aprovechan de verme humillado
para lanzarme sus ataques.
6 Pero voy a decirles algo:
es Dios quien me hizo daño,
¡es Dios quien me tendió una trampa!
7 »A gritos pido ayuda,
pero nadie me responde,
ni conoce la justicia.
8 Dios no me deja pasar,
me tiene cerrado el camino.
9 Me quitó mis riquezas;
10 me dejó como a un árbol
destrozado y sin raíces.
11 »Tan grande es su enojo contra mí
que me considera su enemigo;
12 me ataca como un ejército,
¡me tiene completamente rodeado!
13 »Dios ha hecho que me abandonen
mis amigos y mis hermanos;
14 también ha hecho que me olviden
mis parientes y conocidos.
15 Los que antes comían en mi mesa,
hoy me ven como a un extraño;
¡aun las jóvenes que me servían
ahora dicen que no me conocen!
16 Pido que mis esclavos me sirvan,
y ni con ruegos me atienden.
17 Tengo tan mal aliento
que nadie en la casa me aguanta.
18-19 Todos mis amigos y seres queridos
se han puesto en mi contra;
¡hasta los niños se burlan de mí!
20 La piel se me pega a los huesos;
¡estoy a un paso de la muerte!
21-22 »Amigos míos,
¡tengan lástima de mí!
Dios se ha vuelto mi enemigo,
no hagan ustedes lo mismo.
Cristo nos une a todos
11-12 Los judíos los llaman a ustedes «los no circuncidados», y ellos a sí mismos se llaman «los circuncidados», pues se circuncidan en el cuerpo. Ustedes no son judíos, y deben recordar que antes no tenían a Cristo ni eran parte del pueblo de Israel. Tampoco formaban parte del pacto ni de la promesa que Dios hizo con su pueblo. Vivían en este mundo sin Dios y sin esperanza. 13 Pero ahora ustedes, que estaban lejos de Dios, ya han sido acercados a él, pues están unidos a Jesucristo por medio de su muerte en la cruz.
14 Cristo nos ha dado la paz. Por medio de su sacrificio en la cruz, Cristo ha puesto fin al odio que, como una barrera, separaba a los judíos de los que no son judíos, y de dos pueblos ha hecho uno solo. 15 Cristo ha puesto fin a los mandatos y reglas de la ley, y por medio de sí mismo ha creado, con los dos grupos, un solo pueblo amigo. 16 Por medio de su muerte en la cruz, Cristo puso fin a la enemistad que había entre los dos grupos, y los unió, formando así un solo pueblo que viviera en paz con Dios. 17 Cristo vino y anunció las buenas noticias de paz a todos, tanto a ustedes, que no son judíos y estaban lejos de Dios, como a los que son judíos y estaban cerca de él. 18 Por medio de lo que Jesucristo hizo, tanto los judíos como los no judíos tenemos un mismo Espíritu, y podemos acercarnos a Dios el Padre. 19 Por eso, ante Dios ustedes ya no son extranjeros. Al contrario, ahora forman parte de su pueblo y tienen todos los derechos; ahora son de la familia de Dios. 20 Todos los miembros de la iglesia son como un edificio, el cual está construido sobre la enseñanza de los apóstoles y los profetas. En ese edificio Jesucristo es la piedra principal. 21 Es él quien mantiene firme todo el edificio y quien lo hace crecer, para que llegue a formar un templo dedicado al Señor. 22 Por su unión con Jesucristo, ustedes también forman parte de ese edificio, en donde Dios habita por medio de su Espíritu.
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