Revised Common Lectionary (Complementary)
Para el director del coro: salmo de David.
64 Oh Dios, escucha mi queja;
protege mi vida de las amenazas de mis enemigos.
2 Escóndeme de las conspiraciones de esta turba malvada,
de esta pandilla de malhechores.
3 Afilan su lengua como espada
y apuntan como flechas sus palabras amargas.
4 Le tiran a los inocentes desde una emboscada;
los atacan de repente y sin temor.
5 Se animan unos a otros a hacer el mal
y maquinan cómo tender sus trampas en secreto.
«¿Quién se dará cuenta?», preguntan.
6 Dicen mientras traman sus delitos:
«¡Hemos orquestado el plan perfecto!».
Es cierto, el corazón y la mente del ser humano son astutos.
7 Pero Dios mismo les lanzará sus flechas
y los herirá de repente.
8 Su propia lengua los arruinará,
y quienes los vean, menearán la cabeza en señal de desprecio.
9 Entonces todos temerán;
proclamarán los poderosos actos de Dios,
y se darán cuenta de todas las cosas asombrosas que él hace.
10 Los justos se alegrarán en el Señor,
y en él encontrarán refugio.
Y los que hacen lo correcto
lo alabarán.
Sexto discurso de Job: respuesta a Bildad
19 Entonces Job volvió a hablar:
2 «¿Hasta cuándo me torturarán?
¿Hasta cuándo intentarán aplastarme con sus palabras?
3 Ya me han insultado diez veces.
Deberían avergonzarse de tratarme tan mal.
4 Aunque yo hubiera pecado,
eso es asunto mío y no de ustedes.
5 Creen que son mejores que yo
al usar mi humillación como prueba de mi pecado;
6 pero es Dios quien me hizo daño
cuando me atrapó en su red.[a]
7 »Yo clamo: “¡Socorro!” pero nadie me responde;
protesto, pero no hay justicia.
8 Dios ha cerrado mi camino para que no pueda moverme;
hundió mi senda en oscuridad.
9 Me ha despojado del honor
y ha quitado la corona de mi cabeza.
10 Por todos lados me ha destruido, y estoy acabado.
Arrancó de raíz mi esperanza como un árbol caído.
11 Su furia arde contra mí;
me considera un enemigo.
12 Sus tropas avanzan
y construyen caminos para atacarme;
acampan alrededor de mi carpa.
13 »Mis familiares se mantienen lejos,
y mis amigos se han puesto en mi contra.
14 Mi familia se ha ido
y mis amigos íntimos se olvidaron de mí.
15 Mis sirvientes y mis criadas me consideran un extraño;
para ellos soy como un extranjero.
16 Cuando llamo a mi sirviente, no viene,
¡tengo que rogarle!
17 Mi aliento le da asco a mi esposa;
mi propia familia me rechaza.
18 Hasta los niños me menosprecian;
cuando me levanto para hablar, me vuelven la espalda.
19 Mis amigos íntimos me detestan;
los que yo amaba se han puesto en mi contra.
20 Quedé reducido a piel y huesos
y he escapado de la muerte por un pelo.
21 »Tengan misericordia de mí, amigos míos, tengan misericordia;
porque la mano de Dios me ha golpeado.
22 ¿Me perseguirán ustedes también como lo hace Dios?
¿No me han despellejado ya bastante?
Unidad y paz por medio de Cristo
11 No olviden que ustedes, los gentiles,[a] antes estaban excluidos. Eran llamados «paganos incircuncisos» por los judíos, quienes estaban orgullosos de la circuncisión, aun cuando esa práctica solo afectaba su cuerpo, no su corazón. 12 En esos tiempos, ustedes vivían apartados de Cristo. No se les permitía ser ciudadanos de Israel, y no conocían las promesas del pacto que Dios había hecho con ellos. Ustedes vivían en este mundo sin Dios y sin esperanza, 13 pero ahora han sido unidos a Cristo Jesús. Antes estaban muy lejos de Dios, pero ahora fueron acercados por medio de la sangre de Cristo.
14 Pues Cristo mismo nos ha traído la paz. Él unió a judíos y a gentiles en un solo pueblo cuando, por medio de su cuerpo en la cruz, derribó el muro de hostilidad que nos separaba. 15 Lo logró al poner fin al sistema de leyes de mandamientos y ordenanzas. Hizo la paz entre judíos y gentiles al crear de los dos grupos un nuevo pueblo en él. 16 Cristo reconcilió a ambos grupos con Dios en un solo cuerpo por medio de su muerte en la cruz, y la hostilidad que había entre nosotros quedó destruida.
17 Cristo les trajo la Buena Noticia de paz tanto a ustedes, los gentiles, que estaban lejos de él, como a los judíos, que estaban cerca. 18 Ahora todos podemos tener acceso al Padre por medio del mismo Espíritu Santo gracias a lo que Cristo hizo por nosotros.
Un templo para el Señor
19 Así que ahora ustedes, los gentiles, ya no son unos desconocidos ni extranjeros. Son ciudadanos junto con todo el pueblo santo de Dios. Son miembros de la familia de Dios. 20 Juntos constituimos su casa, la cual está edificada sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas. Y la piedra principal es Cristo Jesús mismo. 21 Estamos cuidadosamente unidos en él y vamos formando un templo santo para el Señor. 22 Por medio de él, ustedes, los gentiles, también llegan a formar parte de esa morada donde Dios vive mediante su Espíritu.
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