Revised Common Lectionary (Complementary)
8 Presto mucha atención a lo que dice Dios el Señor,
pues él da palabras de paz a su pueblo fiel.
Pero no le permitas volver a sus necios caminos.
9 Sin duda, la salvación de Dios está cerca de los que le temen;
por lo tanto, nuestra tierra se llenará de su gloria.
10 El amor inagotable y la verdad se encontraron;
¡la justicia y la paz se besaron!
11 La verdad brota desde la tierra,
y la justicia sonríe desde los cielos.
12 Sí, el Señor derrama sus bendiciones,
y nuestra tierra dará una abundante cosecha.
13 La justicia va delante de él como un heraldo,
preparando el camino para sus pasos.
6 «Hice que pasaran hambre en cada ciudad
y que hubiera hambruna en cada pueblo,
pero aun así, ustedes no se volvieron a mí»,
dice el Señor.
7 «Yo detuve la lluvia
cuando sus cosechas más la necesitaban.
Envié la lluvia sobre una ciudad,
pero la retuve en otra.
Llovió en un campo,
mientras otro se marchitaba.
8 La gente deambulaba de ciudad en ciudad buscando agua,
pero nunca había suficiente;
pero aun así, ustedes no se volvieron a mí»,
dice el Señor.
9 «Arruiné sus cultivos y viñedos con plaga y moho.
La langosta devoró todas sus higueras y todos sus olivos;
pero aun así, ustedes no se volvieron a mí»,
dice el Señor.
10 «Les mandé plagas
como las que envié sobre Egipto hace tiempo.
¡Maté a sus jóvenes en la guerra
y llevé lejos a todos sus caballos[a]!
¡El hedor de la muerte llenó el aire!,
pero aun así, ustedes no se volvieron a mí»,
dice el Señor.
11 «Destruí algunas de sus ciudades,
así como destruí[b] Sodoma y Gomorra.
Ustedes que sobrevivieron
parecían tizones rescatados del fuego;
pero aun así, no se volvieron a mí»,
dice el Señor.
12 «Por lo tanto, yo traeré sobre ustedes los desastres que he anunciado.
Pueblo de Israel, ¡prepárate para encontrarte con tu Dios en el juicio!».
13 Pues el Señor es quien formó las montañas,
agita los vientos y da a conocer sus pensamientos a la humanidad.
Él convierte la luz del amanecer en oscuridad
y marcha sobre las alturas de la tierra.
¡El Señor Dios de los Ejércitos Celestiales es su nombre!
Nacimiento de Juan el Bautista
57 Cuando se cumplió el tiempo para que naciera el bebé, Elisabet dio a luz un hijo varón. 58 Todos sus vecinos y parientes se alegraron al enterarse de que el Señor había sido tan misericordioso con ella.
59 Cuando el bebé cumplió ocho días, todos se reunieron para la ceremonia de circuncisión. Querían ponerle por nombre Zacarías como su padre, 60 pero Elisabet dijo:
—¡No! ¡Su nombre es Juan!
61 —¿Cómo?—exclamaron—. No hay nadie en tu familia con ese nombre.
62 Entonces, le preguntaron por gestos al padre cómo quería que se llamara. 63 Zacarías pidió con señas que le dieran una tablilla para escribir y, para sorpresa de todos, escribió: «Su nombre es Juan». 64 Al instante Zacarías pudo hablar de nuevo y comenzó a alabar a Dios.
65 Todo el vecindario se llenó de temor reverente, y la noticia de lo que había sucedido corrió por todas las colinas de Judea. 66 Los que la oían meditaban sobre los acontecimientos y se preguntaban: «¿Qué llegará a ser este niño?». Pues la mano del Señor estaba sobre él de una manera especial.
Profecía de Zacarías
67 Entonces su padre, Zacarías, se llenó del Espíritu Santo y dio la siguiente profecía:
68 «Alaben al Señor, el Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
69 Nos envió un poderoso Salvador[a]
del linaje real de su siervo David,
70 como lo prometió
mediante sus santos profetas hace mucho tiempo.
71 Ahora seremos rescatados de nuestros enemigos
y de todos los que nos odian.
72 Él ha sido misericordioso con nuestros antepasados
al recordar su pacto sagrado,
73 el pacto que prometió mediante un juramento
a nuestro antepasado Abraham.
74 Hemos sido rescatados de nuestros enemigos
para poder servir a Dios sin temor,
75 en santidad y justicia,
mientras vivamos.
76 »Y tú, mi pequeño hijo,
serás llamado profeta del Altísimo,
porque prepararás el camino para el Señor.
77 Dirás a su pueblo cómo encontrar la salvación
mediante el perdón de sus pecados.
78 Gracias a la tierna misericordia de Dios,
la luz matinal del cielo está a punto de brillar entre nosotros,[b]
79 para dar luz a los que están en oscuridad y en sombra de muerte,
y para guiarnos al camino de la paz».
80 Juan creció y se fortaleció en espíritu. Y vivió en el desierto hasta que comenzó su ministerio público a Israel.
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