Revised Common Lectionary (Complementary)
Bet
9 ¿Cómo puede un joven mantenerse puro?
Obedeciendo tu palabra.
10 Me esforcé tanto por encontrarte;
no permitas que me aleje de tus mandatos.
11 He guardado tu palabra en mi corazón,
para no pecar contra ti.
12 Te alabo, oh Señor;
enséñame tus decretos.
13 Recité en voz alta
todas las ordenanzas que nos has dado.
14 Me alegré en tus leyes
tanto como en las riquezas.
15 Estudiaré tus mandamientos
y reflexionaré sobre tus caminos.
16 Me deleitaré en tus decretos
y no olvidaré tu palabra.
El menor esplendor del nuevo templo
2 Entonces el 17 de octubre de ese mismo año,[a] el Señor envió otro mensaje por medio del profeta Hageo: 2 «Di lo siguiente a Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Jesúa,[b] hijo de Jehosadac, el sumo sacerdote, y al remanente del pueblo de Dios allí en la tierra: 3 “¿Alguno de ustedes recuerda esta casa—este templo—con su antiguo esplendor? ¿Cómo se compara este con el otro? ¡No se parecen en nada! 4 Sin embargo, ahora el Señor dice: Zorobabel, sé fuerte. Jesúa, hijo de Jehosadac, sumo sacerdote, sé fuerte. Ustedes que aún quedan en la tierra, sean fuertes. Así que ahora, ¡manos a la obra!, porque yo estoy con ustedes, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales. 5 Mi Espíritu permanece entre ustedes, así como lo prometí cuando salieron de Egipto. Por lo tanto, no teman”.
6 »El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: “Dentro de poco, haré temblar los cielos y la tierra, los océanos y la tierra firme una vez más. 7 Haré temblar a todas las naciones y traerán los tesoros de todas las naciones a este templo. Llenaré este lugar de gloria, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales. 8 La plata es mía y el oro es mío, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales. 9 La futura gloria de este templo será mayor que su pasada gloria, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, y en este lugar, traeré paz. ¡Yo, el Señor de los Ejércitos Celestiales, he hablado!”».
Promesas para Zorobabel
20 En ese mismo día, el 18 de diciembre,[a] el Señor envió este segundo mensaje a Hageo: 21 «Dile a Zorobabel, gobernador de Judá, que yo estoy a punto de hacer temblar los cielos y la tierra. 22 Derrocaré los tronos reales y destruiré el poder de los reinos de las naciones. Volcaré sus carros de guerra, los caballos caerán y los jinetes se matarán unos a otros.
23 »Pero cuando esto suceda, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, te honraré, Zorobabel, hijo de Salatiel, mi siervo. Te haré como el anillo con mi sello oficial, dice el Señor, porque te he escogido. ¡Yo, el Señor de los Ejércitos Celestiales, he hablado!».
34 La multitud respondió:
—Según entendimos de las Escrituras,[a] el Mesías vivirá para siempre. ¿Cómo puedes decir, entonces, que el Hijo del Hombre va a morir? Además, ¿quién es este Hijo del Hombre?
35 Jesús contestó:
—Mi luz brillará para ustedes solo un poco más de tiempo. Caminen en la luz mientras puedan, para que la oscuridad no los tome por sorpresa, porque los que andan en la oscuridad no pueden ver adónde van. 36 Pongan su confianza en la luz mientras aún haya tiempo; entonces se convertirán en hijos de la luz.
Después de decir esas cosas, Jesús salió y desapareció de la vista de ellos.
Incredulidad de la gente
37 A pesar de todas las señales milagrosas que Jesús había hecho, la mayoría de la gente aún no creía en él. 38 Eso era precisamente lo que el profeta Isaías había predicho:
«Señor, ¿quién ha creído nuestro mensaje?
¿A quién ha revelado el Señor su brazo poderoso?»[b].
39 Pero la gente no podía creer, porque como también dijo Isaías:
40 «El Señor les ha cegado los ojos
y les ha endurecido el corazón,
para que sus ojos no puedan ver
y su corazón no pueda entender
y ellos no puedan volver a mí
para que yo los sane»[c].
41 Isaías se refería a Jesús cuando dijo esas palabras, porque vio el futuro y habló de la gloria del Mesías. 42 Sin embargo, hubo muchos que sí creyeron en él—entre ellos algunos líderes judíos—, pero no lo admitían por temor a que los fariseos los expulsaran de la sinagoga, 43 porque amaban más la aprobación humana que la aprobación de Dios.
44 Jesús le gritó a la multitud: «Si confían en mí, no confían solo en mí, sino también en Dios, quien me envió. 45 Pues, cuando me ven a mí, están viendo al que me envió. 46 Yo he venido como una luz para brillar en este mundo de oscuridad, a fin de que todos los que pongan su confianza en mí no queden más en la oscuridad. 47 No voy a juzgar a los que me oyen pero no me obedecen, porque he venido para salvar al mundo y no para juzgarlo. 48 Pero todos los que me rechazan a mí y rechazan mi mensaje serán juzgados el día del juicio por la verdad que yo he hablado. 49 Yo no hablo con autoridad propia; el Padre, quien me envió, me ha ordenado qué decir y cómo decirlo. 50 Y sé que sus mandatos llevan a la vida eterna; por eso digo todo lo que el Padre me indica que diga».
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