Revised Common Lectionary (Complementary)
La confianza del que busca al SEÑOR
27 Salmo de David.
El SEÑOR es mi luz y mi salvación;
¿de quién temeré?
El SEÑOR es la fortaleza de mi vida; ¿de quién me he de atemorizar?
2 Cuando se acercaron a mí
los malhechores,
mis adversarios y mis enemigos para devorar mis carnes,
tropezaron y cayeron.
3 Aunque acampe un ejército contra mí,
mi corazón no temerá.
Aunque contra mí se levante guerra, aun así estaré confiado.
4 Una cosa he pedido al SEÑOR; esta buscaré:
que more yo en la casa del SEÑOR todos los días de mi vida,
para contemplar la hermosura del SEÑOR
y para inquirir en su templo.
5 Porque en su enramada me esconderá en el día del mal;
me ocultará en lo reservado de
su tabernáculo;
me pondrá en alto sobre una roca.
6 Ahora levantará mi cabeza
sobre mis enemigos que me rodean,
y en su tabernáculo ofreceré
sacrificios de júbilo.
Cantaré y entonaré salmos al SEÑOR.
Ana ora pidiendo un hijo
1 Había un hombre de Ramataim-zofim, de la región montañosa de Efraín, el cual se llamaba Elcana. Era hijo de Jerojam, hijo de Elihú, hijo de Toju, hijo de Zuf el efrateo. 2 Y tenía dos mujeres: Una se llamaba Ana y la otra Penina. Penina tenía hijos, pero Ana no los tenía.
3 Aquel hombre subía año tras año desde su ciudad, para adorar y ofrecer sacrificios al SEÑOR de los Ejércitos en Silo. Allí estaban los dos hijos de Elí: Ofni y Fineas, sacerdotes del SEÑOR. 4 Y cuando llegaba el día en que Elcana ofrecía sacrificio, daba porciones a Penina su mujer y a todos sus hijos e hijas. 5 Y aunque a Ana le daba una sola porción, él la amaba[a], a pesar de que el SEÑOR había cerrado su matriz. 6 Pero su rival la irritaba continuamente para humillarla, porque el SEÑOR había cerrado su matriz. 7 Así hacía cada año, cuando subía a la casa del SEÑOR; ella la irritaba, por lo cual Ana lloraba y no comía. 8 Y Elcana su marido le dijo:
—Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Por qué está afligido tu corazón? ¿No soy yo para ti mejor que diez hijos?
9 Después de haber comido y bebido en Silo, Ana se levantó; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto al poste de la puerta del templo del SEÑOR, 10 ella oró al SEÑOR con amargura de alma y lloró mucho. 11 E hizo un voto diciendo:
—Oh SEÑOR de los Ejércitos, si te dignas mirar la aflicción de tu sierva, te acuerdas de mí y no te olvidas de tu sierva, sino que le das un hijo varón, entonces yo lo dedicaré al SEÑOR por todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.
12 Sucedió que mientras ella oraba largamente delante del SEÑOR, Elí observaba la boca de ella. 13 Ana hablaba en su corazón; solo se movían sus labios, pero no se oía su voz. Elí creyó que ella estaba ebria. 14 Y le preguntó Elí:
—¿Hasta cuándo vas a estar ebria? ¡Aparta de ti el vino!
15 Ana respondió y dijo:
—No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu. No he bebido vino ni licor, sino que he derramado mi alma delante del SEÑOR. 16 No pienses que tu sierva es una mujer impía. Es por mi gran congoja y por mi aflicción que he hablado hasta ahora.
17 Elí respondió y le dijo:
—Ve en paz, y que el Dios de Israel te conceda la petición que le has hecho.
18 Ella dijo:
—Que tu sierva halle gracia ante tus ojos.
La mujer siguió su camino. Después comió y no estuvo más triste.
Nacimiento y dedicación de Samuel
19 Se levantaron de madrugada y adoraron delante del SEÑOR. Y volviéndose, llegaron a su casa en Ramá. Elcana conoció a Ana su mujer, y el SEÑOR se acordó de ella. 20 Y sucedió que a su debido tiempo, Ana concibió y dio a luz un hijo. Y le puso por nombre Samuel[b], diciendo: “Porque se lo pedí al SEÑOR”.
11 Pero les hago saber, hermanos, que el evangelio que fue anunciado por mí no es según hombre; 12 porque yo no lo recibí ni me fue enseñado de parte de ningún hombre sino por revelación de Jesucristo.
13 Ya oyeron acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo: que yo perseguía ferozmente a la iglesia de Dios y la estaba asolando. 14 Me destacaba en el judaísmo sobre muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres. 15 Pero cuando Dios —quien me apartó desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia— tuvo a bien 16 revelar a su Hijo en mí para que yo lo anunciara entre los gentiles, no consulté de inmediato con ningún hombre 17 ni subí a Jerusalén a los que fueron apóstoles antes que yo sino que partí para Arabia y volví de nuevo a Damasco.
18 Luego, después de tres años, subí a Jerusalén para entrevistarme con Pedro y permanecí con él quince días. 19 No vi a ningún otro de los apóstoles sino a Jacobo[a], el hermano del Señor; 20 y en cuanto a lo que les escribo, he aquí delante de Dios que no miento. 21 Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia. 22 Y yo no era conocido de vista por las iglesias de Judea, las que están en Cristo. 23 Solamente oían decir: “El que antes nos perseguía ahora proclama como buena nueva la fe que antes asolaba”. 24 Y daban gloria a Dios por causa de mí.
Version Reina Valera Actualizada, Copyright © 2015 by Editorial Mundo Hispano