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Revised Common Lectionary (Complementary)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with thematically matched Old and New Testament readings.
Duration: 1245 days
Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Salmos 5

Al director musical. Acompáñese con flautas. Salmo de David.

Escucha, Señor, mis oraciones; toma en cuenta mis gemidos Escucha mis súplicas, rey mío y Dios mío, porque a ti elevo mi plegaria. Cada mañana, Señor escucha mi clamor; por la mañana te presento mis súplicas y atento espero tu presencia. Sé que no te agrada la maldad y que no toleras ni el más leve pecado. Por tanto, los altivos no tienen lugar en tu presencia, pues detestas a los malvados. Por sus mentiras los destruirás. ¡Cómo aborreces a los asesinos y tramposos!

Pero yo entraré en tu templo bajo el amparo de la misericordia y tu amor; y te adoraré con profundísimo y reverente temor.

Señor, guíame como lo has prometido; de otro modo, caeré bajo mis enemigos. Dime claramente qué debo hacer, qué camino tomar. Porque en la boca de ellos no hay ni una palabra de verdad. Su deseo más profundo es destruir a otros. Su garganta es un sepulcro abierto; con su lengua hablan engaños. 10 ¡Oh Dios, condénalos! Hazlos caer en sus propias trampas, hazlos derrumbarse bajo el peso de sus propias transgresiones, porque han rebotado contra ti. 11 Pero haz que se regocijen todos los que ponen su confianza en ti. Haz que siempre clamen de alegría porque tú los defiendes. Llena de tu dicha a cuantos te aman. 12 Tú bendices al justo, oh Señor, y con tu escudo de amor lo proteges.

Nehemías 1

Nehemías ora por su pueblo

Autobiografía de Nehemías hijo de Jacalías:

En diciembre del año veinte del reinado de Artajerjes de Persia, cuando yo servía en el palacio de Susa, uno de mis compatriotas, un judío llamado Jananí, vino a visitarme con algunos hombres que habían llegado de Judá. Aproveché la oportunidad para preguntarles:

―¿Cómo está la ciudad de Jerusalén y cómo están los judíos que escaparon de ir cautivos a Babilonia?

―Pues te diremos que las cosas no andan muy bien —contestaron—. Los que regresaron del destierro sufren grandes males y humillaciones. Los muros de Jerusalén aún están medio derribados y las puertas están quemadas.

Cuando oí esto me senté y lloré. Durante varios días ayuné y oré así al Dios del cielo:

«Señor, Dios del cielo, Dios grande y temible, que cumples las promesas y que amas y tienes misericordia de los que te aman y te obedecen, escucha mi oración. 6-7 Escucha lo que yo te digo. Mírame y ve que noche y día oro por el pueblo de Israel. Confieso que hemos pecado contra ti. Yo mismo y mi pueblo hemos pecado. No hemos obedecido los mandamientos, estatutos y preceptos que nos entregaste por medio de tu siervo Moisés.

»Recuerda que le dijiste a Moisés: “Si ustedes pecan, los esparciré entre las naciones. Pero si se vuelven a mí y obedecen mis leyes, y las ponen en práctica, aun de los rincones más lejanos del universo, a donde hayan sido llevados, los haré regresar a Jerusalén. Porque Jerusalén es el lugar que he escogido como mi lugar de residencia”.

10 »Nosotros somos tus siervos, somos el pueblo que rescataste con tu gran poder. 11 Señor, escucha mi oración. Escucha la oración de quienes se deleitan en darte gloria y honra. Te ruego que me permitas tener éxito cuando me presente ante el rey con mi petición. Haz que el rey me atienda y me trate bien».

Yo era entonces copero del rey.

Hechos 3:1-10

Pedro sana a un mendigo lisiado

En cierta ocasión, Pedro y Juan fueron al templo a orar. Era como a las tres de la tarde. Allí vieron a un lisiado de nacimiento, a quien todos los días traían y colocaban junto a la puerta del templo llamada la Hermosa, para que pidiera limosna.

Cuando el lisiado vio a Pedro y Juan que iban a entrar al templo, les pidió dinero. Los apóstoles lo miraron fijamente.

―¡Míranos! —le dijo Pedro.

El lisiado los miró con ansiedad, esperando recibir una limosna.

―No tengo dinero que darte —continuó Pedro—. Pero te daré lo que tengo. ¡En el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y camina!

Entonces Pedro lo tomó de la mano y lo levantó. Al instante, los pies y los tobillos se le fortalecieron a tal grado que se levantó de un salto y comenzó a andar. Más tarde, entró al templo con ellos, saltando y alabando a Dios.

Toda la gente lo vio caminando y alabando a Dios, 10 y reconocieron que era el lisiado que estaban acostumbrados a ver en el templo, junto a la Hermosa, y se quedaron asombrados.

Nueva Biblia Viva (NBV)

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