Revised Common Lectionary (Complementary)
Llamada a la santidad (19,1-37)
Obligaciones religioso-cultuales
19 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:
2 — Habla a todos los israelitas y diles: Sean santos, porque yo el Señor, su Dios, soy santo.
15 No procederás injustamente en los juicios, ni favoreciendo al pobre ni complaciendo al poderoso; juzgarás con justicia a tu prójimo. 16 No andarás difamando a los de tu pueblo. No pondrás en peligro la vida de tu prójimo. Yo soy el Señor.
17 No guardarás odio a tu hermano en tu corazón; reprenderás a tu prójimo y así no participarás de su pecado.
18 No serás rencoroso ni vengativo con tus compatriotas, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor.
Salmo 1
Dichoso quien se complace en la ley del Señor
1 Dichoso quien no sigue el consejo de los malvados,
ni en la senda de los pecadores se detiene,
ni en compañía de los necios se sienta,
2 sino que se complace en la ley del Señor
sobre la que reflexiona día y noche.
3 Es como un árbol plantado junto al arroyo:
da fruto a su tiempo y no se secan sus hojas;
consigue todo cuanto emprende.
4 No ocurre así a los malvados,
paja que el viento arrastra.
5 No vencerán los malvados en el juicio,
ni los pecadores en la asamblea de los justos
6 pues el Señor protege la senda de los justos
mientras la senda de los malvados se desvanece.
I.— MINISTERIO DE PABLO EN TESALÓNICA (2—3)
Recordando la evangelización de Tesalónica
2 Saben, hermanos, que nuestra estancia entre ustedes no fue infructuosa. 2 Al contrario, recientes aún los sufrimientos y los ultrajes que, como están enterados, tuvimos que padecer en Filipos, llenos de confianza en nuestro Dios, les anunciamos su mensaje evangélico en medio de una fuerte oposición. 3 Nuestra exhortación, en efecto, nunca se ha basado en el engaño, en turbios motivos o en el fraude; 4 si hablamos, es porque Dios nos ha juzgado dignos de confiarnos su buena noticia. Y no tratamos de complacer a la gente, sino a Dios, que examina lo más profundo de nuestro ser. 5 Dios es testigo, y bien lo saben, de que jamás nos hemos valido de palabras aduladoras, ni hemos buscado astutamente el provecho propio. 6 Como tampoco hemos buscado glorias humanas, ni de ustedes ni de nadie. 7 Y aunque, como apóstoles de Cristo, podíamos habernos presentado con todo el peso de la autoridad, preferimos comportarnos entre ustedes con dulzura, como una madre que cuida de sus hijos. 8 Sentíamos tal cariño por ustedes que estábamos dispuestos a entregarles no sólo el mensaje evangélico de Dios, sino incluso nuestra propia vida. ¡Hasta ese punto había llegado nuestro amor!
El mandamiento más importante (Mc 12,28-34, Lc 10,25-28)
34 Cuando los fariseos oyeron que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en torno a él 35 y uno de ellos, doctor en la ley, le preguntó con intención de tenderle una trampa:
36 — Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley?
37 Jesús le contestó:
— Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu inteligencia. 38 Este es el primer mandamiento y el más importante. 39 Pero hay un segundo mandamiento que es parecido a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 En estos dos mandamientos se resume toda la ley de Moisés y la enseñanza de los profetas.
¿De quién es hijo el Mesías? (Mc 12,35-37; Lc 20,41-44)
41 Jesús abordó a los fariseos cuando se hallaban reunidos, y les preguntó:
42 — ¿Qué piensan ustedes acerca del Mesías? ¿De quién es hijo?
Le contestaron:
— De David.
43 Jesús les replicó:
— Entonces, ¿cómo es que David, inspirado por el Espíritu, lo llama Señor, cuando dice:
44 Dijo el Señor a mi Señor:
“Siéntate a mi derecha
hasta que yo ponga a tus enemigos
debajo de tus pies”?
45 Pues si David lo llama Señor, ¿cómo puede el Mesías ser hijo suyo?
46 A esto nadie supo qué contestar. A partir de aquel día, ninguno se atrevió ya a plantearle más preguntas.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España