Revised Common Lectionary (Complementary)
Plegaria y alabanza
Salmo de David.
28 Señor, tú eres mi roca.
A ti clamo. ¡No te apartes de mí!
De lo contrario, seré como los que bajan al sepulcro.
2 Escucha mi clamor, que pide tu ayuda,
cuando levanto mis manos hacia tu santo templo.
3 No me lleves junto con los malvados,
ni con los que hacen el mal;
con los que hablan de paz con sus amigos
pero por dentro están llenos de maldad.
4 Págales conforme a sus malas acciones;(A)
por tanta maldad que cometen, dales su merecido.
5 Hazlos caer, Señor, y no vuelvas a levantarlos,
pues no han entendido tus acciones
ni han prestado atención a tus obras.
6 Bendito seas, Señor,
pues escuchas la voz de mis ruegos.
7 Tú, Señor, eres mi escudo y mi fuerza;
en ti confía mi corazón, pues recibo tu ayuda.
Por eso mi corazón se alegra
y te alaba con sus cánticos.
8 Tú, Señor, infundes fuerzas a tu pueblo;
tu ungido halla en ti un refugio salvador.
9 ¡Salva a tu pueblo, bendice a tu herencia!
¡Guíalos y cuida de ellos ahora y siempre!
Sansón en Gaza
16 En otra ocasión, Sansón fue a Gaza. Allí vio a una prostituta, y tuvo relaciones con ella. 2 Alguien fue a decir a los habitantes de Gaza que Sansón estaba allí, así que ellos fueron y rodearon la casa, y toda la noche estuvieron vigilando sigilosamente a las puertas de la ciudad, pues decían: «Mañana, cuando salga el sol, lo mataremos.»
3 Pero Sansón durmió hasta la medianoche, y a esa hora se levantó, y fue y arrancó las puertas de la ciudad con todo y sus pilares y su cerrojo, se las echó al hombro, y las llevó hasta la cumbre del monte que está frente a Hebrón.
Sansón y Dalila
4 Tiempo después, Sansón se enamoró de una mujer del valle de Sorec, que se llamaba Dalila. 5 Los jefes filisteos fueron a visitarla, y le dijeron:
«Recurre a tu astucia y averigua en qué consiste su gran fuerza, y cómo podemos vencerlo. Entonces vendremos y lo ataremos para controlarlo, y cada uno de nosotros te dará mil cien monedas de plata.»
6 Y Dalila le preguntó a Sansón:
«Por favor, dime en qué consiste tu impresionante fuerza. Si alguien quisiera vencerte, ¿cómo tendría que sujetarte?»
7 Y Sansón le respondió:
«Si me atan con siete cuerdas de mimbre verde, que aún no estén secos, perderé mi fuerza y seré como cualquier otro hombre.»
8 Los jefes de los filisteos le llevaron las siete cuerdas de mimbre verde, y ella lo ató con los mimbres. 9 Como ella tenía hombres espiando en el dormitorio, cuando Sansón estuvo atado, ella gritó:
«¡Sansón, los filisteos te van a atacar!»
Pero él rompió los mimbres como si fueran estopa quemada, y el secreto de su fuerza no llegó a saberse. 10 Entonces Dalila le dijo a Sansón:
«¡Mira que me has engañado! ¡Me has mentido! Por favor, dime, ¿cómo se te puede sujetar?»
11 Y Sansón respondió:
«Si me sujetan fuertemente con cuerdas nuevas, que nadie haya usado, perderé mi fuerza y seré como cualquier otro hombre.»
12 Dalila buscó cuerdas nuevas, y lo ató con ellas, y como los espías estaban en el aposento, le dijo:
«“¡Sansón, los filisteos te van a atacar!»
Pero él rompió las cuerdas nuevas como si fueran hilo. 13 Entonces Dalila le dijo:
«Hasta ahora me has estado engañando. ¡Me has dicho puras mentiras! ¿No me vas a decir cómo se te puede sujetar?»
Y él le dijo:
«Tienes que entretejer con una tela las siete trenzas de mi cabeza, y asegurarlas contra la estaca de un telar.»
14 Dalia aseguró las siete trenzas contra una estaca, y entonces le dijo:
«¡Sansón, los filisteos te van a atacar!»
Pero Sansón se despertó, y arrancó la estaca del telar y la tela. 15 Y Dalila le reprochó:
«¿Cómo puedes decir que me amas, si tu corazón no está conmigo? Ya van tres veces que me engañas, y todavía no me has dicho en qué consiste tu impresionante fuerza.»
16 Y como ella lo presionaba y lo importunaba todos los días, su ánimo decayó y casi se murió de angustia, 17 así que le abrió su corazón y le confesó:
«Soy nazareo, y estoy consagrado a Dios desde antes de nacer. Por eso nunca ha pasado la navaja por mi cabeza. Si alguien llegara a raparme, las fuerzas me abandonarían y sería tan débil como cualquier otro hombre.»
18 Dalila se dio cuenta de que esta vez Sansón le había hablado con el corazón en la mano, así que mandó llamar a los jefes de los filisteos, y les dijo:
«Esta vez Sansón me ha abierto su corazón.»
Los jefes de los filisteos le llevaron el dinero prometido, 19 y ella hizo que Sansón se durmiera sobre sus rodillas; luego, llamó a un hombre para que le cortara las siete trenzas de su cabeza, y ella comenzó a maltratarlo, pues su fuerza ya lo había abandonado. 20 Entonces le gritó:
«¡Sansón, los filisteos te van a atacar!»
Y cuando Sansón despertó, creyó que podría escapar como en otras ocasiones, pero no sabía que el Señor ya se había apartado de él. 21 Y así, los filisteos lo capturaron, le sacaron los ojos y lo llevaron a Gaza; allí lo sujetaron con cadenas a un molino que había en la cárcel. 22 Pero después de haber sido rapado, el cabello de su cabeza le comenzó a crecer.
15 A decir verdad, algunos predican a Cristo por envidia y por pelear; pero otros lo hacen de buena voluntad. 16 Unos anuncian a Cristo por pelear, y no con sinceridad, pues creen que así añaden aflicción a mis prisiones; 17 pero otros lo hacen por amor, y saben que estoy aquí para defender al evangelio. 18 ¿Qué diré, entonces? Pues que a pesar de todo, y de todas maneras, sea por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado. Y en esto me gozo, y me gozaré aún.
19 Yo sé que por la oración de ustedes, y con el apoyo del Espíritu de Jesucristo, esto redundará en mi liberación, 20 conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado, sino que con toda confianza, y como siempre, también ahora Cristo será magnificado en mi cuerpo, ya sea por vida o por muerte. 21 Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.
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