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Revised Common Lectionary (Complementary)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with thematically matched Old and New Testament readings.
Duration: 1245 days
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Salmos 28

Salmo 28 (27)

Escucha mi grito de súplica

28 De David.
Señor, a ti te llamo;
no me ignores, fortaleza mía,
que si tú no me hablas
seré como los muertos.
Escucha mi grito de súplica
cuando te invoco,
cuando alzo mis manos
hacia tu santuario.
No me arrojes con los malvados
ni con los que hacen el mal:
hablan de paz con sus amigos,
pero en su corazón hay violencia.
Trátalos según sus acciones
y la maldad de sus actos;
trátalos de acuerdo a sus obras,
¡dales tú su merecido!
Pues no reconocen las acciones del Señor
ni tampoco la obra de sus manos,
¡que él los derribe
y no vuelva a levantarlos!
Bendito sea el Señor
que escucha mi grito de súplica.
El Señor es mi fortaleza y mi escudo,
en él mi corazón confía.
Me ha socorrido y estoy alegre,
con mis cantos le doy gracias.
El Señor es el baluarte de su pueblo,
la fortaleza que salva a su ungido.
Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad,
sé su pastor y guíalos por siempre.

Jueces 16:1-22

El episodio de las puertas de Gaza

16 De allí Sansón fue a Gaza donde vio una prostituta en cuya casa entró. Alguien avisó a los de Gaza:

— Sansón está aquí.

Rodearon la casa y lo esperaron apostados a la puerta de la ciudad. Pasaron la noche sin mayor preocupación diciéndose:

— Esperemos hasta que despunte el día; entonces lo mataremos.

Sansón estuvo durmiendo hasta media noche. A media noche se levantó, agarró las dos hojas de la puerta de la ciudad con sus jambas y su barra, las arrancó, se las cargó a la espalda, y las subió hasta la cima del monte que está frente a Hebrón.

Sansón traicionado por Dalila

Después de esto, se enamoró de una mujer de la vaguada de Sórec, que se llamaba Dalila. Los jefes de los filisteos acudieron a Dalila y le dijeron:

— Engáñalo y averigua de dónde le viene esa fuerza tan enorme, y cómo podríamos amarrarlo bien fuerte y de esta manera dominarlo. Te daremos cada uno de nosotros mil cien siclos de plata.

Dalila dijo a Sansón:

— Dime, por favor, ¿de dónde te viene esa fuerza tan enorme y con qué habría que amarrarte para que no puedas desatarte?

Sansón le respondió:

— Si me amarraran con siete cuerdas de arco todavía frescas y sin secar, perdería la fuerza y sería como un hombre cualquiera.

Los jefes de los filisteos le llevaron a Dalila siete cuerdas de arco frescas, sin secar aún, y ella lo amarró con ellas. Tenía ella hombres escondidos en la alcoba y le gritó:

— ¡Sansón! ¡Los filisteos!

Rompió Sansón las cuerdas de arco como se rompe el hilo de estopa en cuanto lo toca el fuego. Y no se descubrió el secreto de su fuerza.

10 Entonces Dalila dijo a Sansón:

— Te has reído de mí contándome una patraña; dime, por favor, con qué habría que amarrarte.

11 Respondió Sansón:

— Si me amarraran fuertemente con cordeles nuevos sin usar, perdería la fuerza y sería como un hombre cualquiera.

12 Tomó Dalila unos cordeles nuevos, lo amarró con ellos y le gritó:

— ¡Sansón! ¡Los filisteos!

Tenía ella hombres escondidos en la alcoba, pero él rompió los cordeles de sus brazos como si fueran un hilo. 13 Entonces Dalila dijo a Sansón:

— Hasta ahora te has estado burlando de mí y sólo me has contado patrañas. Dime de una vez con qué habría que amarrarte.

Él le respondió:

— Si entretejieras las siete trenzas de mi cabellera con cordel de tejer y las clavaras con la clavija del tejedor, perdería la fuerza y sería como un hombre cualquiera.

14 Esperó, pues, que Sansón se durmiera, le entretejió las siete trenzas de su cabellera con el cordel de tejer, las clavó con la clavija y le gritó:

— ¡Sansón! ¡Los filisteos!

Él se despertó de su sueño y arrancó el cordel y la clavija. Y no se descubrió el secreto de su fuerza.

15 Dalila le dijo:

— ¿Cómo puedes decir: “Te amo”, si tu corazón no es mío? Por tres veces te has reído de mí y no me has dicho en qué consiste esa fuerza tan enorme que tienes.

16 Como todos los días lo importunaba con sus palabras y lo tenía ya aburrido, 17 le abrió todo su corazón y le dijo:

— La navaja no ha pasado nunca por mi cabeza, porque soy un consagrado a Dios desde el vientre de mi madre. Si me cortaran el pelo, mi fuerza se retiraría de mí, me debilitaría y sería como un hombre cualquiera.

18 Dalila comprendió que le había abierto todo su corazón, mandó llamar a los jefes de los filisteos y les dijo:

— Vengan, que esta vez me ha abierto todo su corazón.

Vinieron los jefes de los filisteos con el dinero para la mujer, 19 y esta adormeció a Sansón sobre sus rodillas y llamó a un hombre que le cortó las siete trenzas de su cabellera. Inmediatamente Sansón comenzó a debilitarse, y perdió su fuerza. 20 Dalila entonces gritó:

— ¡Sansón! ¡Los filisteos!

Se despertó Sansón de su sueño pensando:

— Saldré airoso como las otras veces y me los sacudiré de encima.

No sabía que el Señor ya no estaba con él. 21 Los filisteos se apoderaron de él, le sacaron los ojos, y lo llevaron a Gaza. Allí lo ataron con una doble cadena de bronce y lo encerraron en la cárcel donde daba vueltas a la rueda de molino.

Venganza y muerte de Sansón

22 Pero, apenas cortado, el pelo de su cabeza empezó a crecer de nuevo.

Filipenses 1:15-21

15 Es verdad que mientras unos anuncian a Cristo con rectitud de intención, a otros los mueve la envidia y la rivalidad. 16 Aquellos lo hacen por amor, sabiendo que yo he recibido el encargo de defender el mensaje evangélico. 17 Estos otros, en cambio, al anunciar a Cristo se dejan llevar de la ambición y de turbios intereses, pensando que con ello hacen más dura mi prisión. 18 Pero ¡qué importa! Con segundas intenciones o sin ellas, Cristo es anunciado, y eso es lo que me hace y seguirá haciéndome feliz. 19 Sé que, gracias a las oraciones de ustedes y a la ayuda del Espíritu de Jesucristo, todo contribuirá a mi liberación. 20 Así lo espero ardientemente, con la certeza de que no voy a quedar en modo alguno defraudado y con la absoluta seguridad de que ahora y siempre Cristo manifestará su gloria en mi persona, tanto si estoy vivo como si estoy muerto.

21 Porque Cristo es la razón de mi vida, y la muerte, por tanto, me resulta una ganancia.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España