Revised Common Lectionary (Complementary)
TERCERA PARTE (56—66)
Nadie va a ser excluido
56 Así dice el Señor:
Observen lo prescrito,
practiquen lo que es recto,
que mi salvación pronto llegará
y mi victoria se va a manifestar.
6 A los extranjeros entregados al Señor,
que le rinden culto y aman su nombre,
que quieren entregarse a su servicio,
que observan el sábado sin profanarlo,
que se aferran con fuerza a mi alianza,
7 los traeré a mi monte santo,
tomarán parte en las fiestas
celebradas en mi casa de oración.
Sus holocaustos y sus sacrificios
serán bien recibidos en mi altar,
pues mi Templo es casa de oración,
así lo llamarán todos los pueblos.
8 Oráculo del Señor Dios,
que reúne a los dispersos de Israel:
Todavía volveré a reunir a otros
con los que están ya reunidos.
Salmo 67 (66)
Nuestro Dios nos bendice
67 Al maestro del coro. Con instrumentos de cuerda. Salmo. Cántico.
2 Que Dios tenga piedad y nos bendiga,
que haga brillar su rostro sobre nosotros, [ Pausa]
3 para que en la tierra se conozcan sus designios
y en todas las naciones su salvación.
4 Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
5 Que se alegren, que se gocen las naciones
porque juzgas con rectitud a los pueblos,
y gobiernas las naciones de la tierra. [ Pausa]
6 Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
7 La tierra ha dado su cosecha;
Dios, nuestro Dios, nos bendice.
8 Que Dios nos bendiga,
que lo venere la tierra entera.
El resto de Israel
11 Y ahora pregunto: ¿Habrá repudiado Dios a su pueblo? ¡De ningún modo! Que también yo soy israelita, descendiente de Abrahán y originario de la tribu de Benjamín. 2 Dios no ha repudiado al pueblo que de antemano había reservado para sí. ¿Es que no conocen lo que narra la Escritura a propósito del profeta Elías cuando interpelaba a Dios en contra de Israel:
29 ya que los dones y el llamamiento divinos son irrevocables. 30 Ustedes eran en otro tiempo rebeldes a Dios, pero la rebeldía de los israelitas ha servido para que Dios tenga ahora compasión de ustedes. 31 De modo semejante, ellos son ahora los rebeldes para que Dios pueda tener compasión de ustedes y también un día pueda tenerla de ellos. 32 En una palabra, Dios ha permitido que todos seamos rebeldes para tener compasión de todos.
10 Y recabando la atención de la gente, prosiguió:
— Oigan y entiendan esto: 11 lo que hace impura a una persona no es lo que entra por la boca. Lo que verdaderamente la hace impura es lo que sale de la boca.
12 Entonces los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:
— ¿Sabes que los fariseos se han sentido ofendidos al oírte?
13 Jesús les contestó:
— Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial será arrancada de raíz. 14 Déjenlos, pues son ciegos que guían a otros ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo.
15 Pedro pidió a Jesús:
— Explícanos qué significa lo que has dicho.
16 Jesús contestó:
— ¿Tampoco ustedes son capaces de entenderlo? 17 ¿No comprenden que todo lo que entra por la boca pasa al vientre y va a parar a la letrina? 18 En cambio, lo que sale de la boca procede del corazón, y eso es lo que hace impura a la persona. 19 Porque del corazón proceden las malas intenciones, los asesinatos, los adulterios, las inmoralidades sexuales, los robos, las calumnias y las blasfemias. 20 Todo esto es lo que hace impura a una persona, y no el sentarse a comer sin haberse lavado las manos.
La mujer cananea (Mc 7,24-30)
21 Jesús salió de aquel lugar y se dirigió a la comarca de Tiro y Sidón. 22 En esto, una mujer cananea que vivía por aquellos lugares vino a su encuentro gritando:
— ¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija está poseída por un demonio que la atormenta terriblemente.
23 Como Jesús no le contestaba ni una palabra, los discípulos se acercaron a él y le rogaron:
— Atiéndela, porque no hace más que gritar detrás de nosotros.
24 Jesús entonces dijo:
— Dios me ha enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.
25 Pero la mujer, poniéndose de rodillas delante de Jesús, le suplicó:
— ¡Señor, ayúdame!
26 Él le contestó:
— No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perros.
27 Ella dijo:
— Es cierto, Señor; pero también los cachorrillos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.
28 Entonces Jesús le respondió:
— ¡Grande es tu fe, mujer! ¡Que se haga lo que deseas!
Y su hija quedó curada en aquel mismo instante.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España