Revised Common Lectionary (Complementary)
Salmo 131 (130)
Como un niño, así estoy yo
131 Cántico de peregrinación. De David.
Señor, mi corazón no es arrogante
ni son altivos mis ojos;
no persigo dignidades
ni cosas que me superan.
2 Estoy en calma, estoy tranquilo,
como un niño en el regazo de su madre,
como un niño, así estoy yo.
3 Confía en el Señor, Israel,
desde ahora y para siempre.
Sumisión al yugo de Babilonia
27 Al comienzo del reinado de Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá, el Señor dirigió la palabra a Jeremías en estos términos:
2 — Así dice el Señor: Hazte unas correas y un yugo, y échatelo al cuello. 3 Envía un mensaje a los reyes de Edom y de Moab, al rey de los amonitas y a los reyes de Tiro y de Sidón. Envíalo por medio de los mensajeros que han llegado a Jerusalén a entrevistarse con Sedecías, rey de Judá. 4 Y ordénales que digan a sus señores: Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Digan a sus señores: 5 Yo hice la tierra, el ser humano y los animales que se mueven por la tierra. Lo hice con mi gran poder y con brazo extendido, y se lo doy a quien me parece. 6 Ahora he puesto todos estos territorios en manos de mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia, y hasta le he sometido los animales del campo. 7 Le estarán sometidas todas las naciones: a él, a su hijo y a su nieto, hasta que también le llegue a su país el tiempo de someterse a numerosas naciones y a reyes poderosos. 8 Y si una nación o reino no se somete a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y no pone su cuello bajo el yugo del rey de Babilonia, yo mismo castigaré a esa nación con la espada, el hambre y la peste —oráculo del Señor—, hasta que haya acabado con ellos por medio de él. 9 Ustedes no escuchen a sus profetas, adivinos, intérpretes de sueños, agoreros y magos cuando les dicen: “No acabarán sometidos al rey de Babilonia”, 10 pues les profetizan mentiras; en realidad acabarán lejos de su tierra, yo los dispersaré y ustedes perecerán. 11 En cambio, si una nación pone su cuello bajo el yugo del rey de Babilonia y se le somete, la dejaré en su tierra —oráculo del Señor— para que la trabaje y la habite.
16 Hablé también a los sacerdotes y a todo el pueblo en estos términos: Así dice el Señor: No escuchen las palabras de sus profetas que les profetizan diciendo: “El ajuar del Templo del Señor va a ser devuelto en breve de Babilonia”, pues les profetizan una mentira; 17 no les hagan caso. Ustedes sométanse al rey de Babilonia si es que quieren vivir. ¿Por qué razón deberá quedar reducida a ruinas esta ciudad? 18 Y si son profetas y está con ellos la palabra del Señor, que intercedan ante el Señor del universo para que no se lleven a Babilonia el ajuar que queda en el Templo del Señor y en el palacio del rey de Judá. 19 Pues así dice el Señor del universo acerca de las columnas, de la pila de bronce, de los pedestales y del resto del ajuar de esta ciudad, 20 el que no se llevó Nabucodonosor, rey de Babilonia, cuando deportó de Jerusalén a Babilonia a Jeconías, hijo de Joaquín, rey de Judá, y a todos los notables de Judá y de Jerusalén; 21 respecto a ese ajuar que aún ha quedado en el Templo del Señor, en el palacio del rey de Judá y en Jerusalén, esto es lo que dice el Señor del universo, Dios de Israel: 22 Será llevado a Babilonia, y allí quedará hasta que me presente personalmente —oráculo del Señor— y lo suba y lo devuelva a este lugar.
I.— SALVADOS POR DIOS MEDIANTE LA FE (1,18—4,25)
Toda la humanidad es culpable
18 Se ha hecho manifiesto que la ira de Dios se abate desde el cielo sobre la impiedad y la injusticia de quienes, actuando inicuamente, cierran el camino a la verdad. 19 Porque lo que es posible conocer acerca de la divinidad, lo tienen ellos a su alcance, ya que Dios mismo se lo ha puesto ante los ojos. 20 En efecto, partiendo de la creación del universo, la razón humana puede descubrir, a través de las cosas creadas, las perfecciones invisibles de Dios: su eterno poder y su divinidad. De ahí que no tengan disculpa, 21 pues han conocido a Dios y, sin embargo, no le han tributado el honor que merecía, ni le han dado las gracias debidas. Al contrario, se han dejado entontecer con vanos pensamientos y su necio corazón se ha llenado de oscuridad. 22 Alardeando de sabios, se volvieron tan insensatos 23 que llegaron a cambiar la grandeza del Dios que nunca muere por imágenes de personas mortales, y aun de pájaros, de cuadrúpedos y de reptiles. 24 Por eso, Dios los ha dejado a merced de sus bajos instintos, degradándose y envileciéndose a sí mismos. 25 Este es el fruto de haber preferido la mentira a la verdad de Dios, de haber adorado y dado culto a la criatura en vez de al Creador, que es digno de ser alabado por siempre. Amén.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España