Revised Common Lectionary (Complementary)
El rey de gloria
Salmo de David.
24 ¡Del Señor son la tierra y su plenitud!(A)
¡Del Señor es el mundo y sus habitantes!
2 ¡El Señor afirmó la tierra sobre los mares!
¡El Señor la estableció sobre los ríos!
3 «¿Quién merece subir al monte del Señor?
¿Quién merece llegar a su santuario?»
4 «Sólo quien tiene limpias las manos y puro el corazón;(B)
Sólo quien no invoca a los ídolos
ni hace juramentos a dioses falsos.
5 Quien es así recibe bendiciones del Señor;
¡Dios, su salvador, le hace justicia!»
6 Así son todos los que te buscan,
los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob.
7 «¡Ustedes, puertas, levanten sus dinteles!
¡Ensánchense ustedes, puertas eternas!
¡Ábranle paso al Rey de la gloria!»
8 «¿Y quién es este Rey de la gloria?»
«¡Es el Señor, el fuerte y valiente!
¡Es el Señor, el poderoso en batalla!»
9 «¡Ustedes, puertas, levanten sus dinteles!
¡Ensánchense ustedes, puertas eternas!
¡Ábranle paso al Rey de la gloria!»
10 «¿Y quién es este Rey de la gloria?»
«¡Es el Señor de los ejércitos!
El Señor es el Rey de la gloria!»
18 Pero viene uno que es imponente como el monte Tabor entre los montes, imponente como el monte Carmelo junto al mar.
—Palabra del Rey, cuyo nombre es el Señor de los ejércitos.
19 »Por eso, habitantes de Egipto, ¡prepárense para ir al cautiverio! Porque Menfis quedará asolada, ¡convertida en un desierto deshabitado!
20 »Egipto es una becerra hermosa. Pero del norte viene su destrucción. 21 Hasta los soldados mercenarios que combaten a su lado parecen becerros engordados. Pero también ellos retroceden y huyen sin detenerse, porque les llegó el día de la derrota, la hora de su castigo.
22 »¡Egipto silva como serpiente que huye! Llegan ya sus enemigos, y lo atacan con hachas, como si fueran leñadores. 23 Derribarán sus bosques, aunque sean impenetrables, porque su ejército es incontable; ¡son más numerosos que una plaga de langostas!
—Palabra del Señor.
24 »Los habitantes de Egipto quedarán en vergüenza, porque su país caerá en poder del pueblo del norte.»
25 El Señor de los ejércitos y Dios de Israel ha dicho:
«Voy a castigar a Amón, el dios de Tebas, y a Egipto, y a sus dioses y reyes; ¡lo mismo al faraón que a los que en él confían! 26 Voy a entregarlos en manos de los que quieren matarlos; en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y de sus siervos. Pero después Egipto volverá a ser habitado, como antes fue.
—Palabra del Señor.
27 »Pero tú, Jacob, siervo mío, no temas; ¡no pierdas el ánimo, Israel! Porque yo te rescataré de ese país lejano; yo salvaré a tus descendientes del país donde ahora son cautivos. Y Jacob volverá, y descansará y prosperará, y no habrá nadie que le infunda temor. 28 Tú, Jacob, siervo mío, no temas, porque yo estoy contigo, Yo destruiré a todas las naciones entre las cuales te he dispersado, pero a ti no te destruiré del todo, sino que te daré un castigo justo, aunque de ninguna manera dejaré de castigarte.»(A)
—Palabra del Señor.
5 El que estaba sentado en el trono dijo: «Mira, yo hago nuevas todas las cosas.» Y me dijo: «Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas.» 6 También me dijo: «Ya está hecho. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tenga sed, yo le daré a beber gratuitamente(A) de la fuente del agua de la vida. 7 El que salga vencedor heredará todas las cosas, y yo seré su Dios y él será mi hijo.(B) 8 Pero los cobardes, los incrédulos, los abominables, los homicidas, los que incurren en inmoralidad sexual, los hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.
La nueva Jerusalén
9 Entonces se me acercó uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas finales, y me dijo: «Ven acá, voy a mostrarte a la novia, la esposa del Cordero.» 10 Y en el Espíritu me llevó a un monte de gran altura, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén,(C) la cual descendía del cielo, de Dios. 11 Tenía la gloria de Dios y brillaba como una piedra preciosa, semejante a una piedra de jaspe, transparente como el cristal. 12 Tenía una muralla grande y elevada, y doce puertas; en cada puerta había un ángel, e inscripciones que correspondían a los nombres de las doce tribus de Israel. 13 Tres puertas daban al oriente, tres puertas al norte, tres puertas al sur, y tres puertas al occidente.(D) 14 La muralla de la ciudad tenía doce cimientos, y en ellos estaban los nombres de los doce apóstoles del Cordero.
15 El que hablaba conmigo tenía una caña de oro para medir la ciudad, sus puertas y su muralla.(E) 16 La ciudad era cuadrada, pues medía lo mismo de ancho que de largo. Él midió la ciudad con la caña, y de largo y de ancho medía dos mil doscientos kilómetros.[a] 17 También midió la muralla, y medía sesenta y cinco metros, según las medidas empleadas por la gente y que el ángel estaba usando. 18 La muralla estaba hecha de jaspe, pero la ciudad era de oro puro, diáfana como el cristal. 19 Los cimientos de la muralla de la ciudad estaban adornados con toda clase de piedras preciosas. El primer cimiento era de jaspe; el segundo, de zafiro; el tercero, de ágata; el cuarto, de esmeralda; 20 el quinto, de ónice; el sexto, de cornalina; el séptimo, de crisólito; el octavo, de berilo; el noveno, de topacio; el décimo, de crisoprasa; el undécimo, de jacinto, y el duodécimo, de amatista. 21 Las doce puertas eran doce perlas,(F) es decir, que cada una de las puertas era una perla, y la calle de la ciudad era de oro puro y transparente como el vidrio.
22 No vi en ella ningún templo, porque su templo son el Señor y Dios Todopoderoso, y el Cordero. 23 La ciudad no tiene necesidad de que el sol y la luna brillen en ella, porque la ilumina la gloria de Dios(G) y el Cordero es su lumbrera. 24 Las naciones caminarán a la luz de ella, y los reyes de la tierra traerán a ella sus riquezas y su honra. 25 Sus puertas jamás serán cerradas de día, y en ella no habrá noche. 26 A ella serán llevadas las riquezas y la honra de las naciones,(H) 27 y no entrará en ella nada que sea impuro,(I) o detestable, o falso, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.
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