Revised Common Lectionary (Complementary)
Salmo 101 (100)
Actuaré rectamente en medio de mi casa
101 Salmo de David.
Quiero cantar el amor y la justicia,
a ti, Señor, quiero cantarte;
2 quiero aprender la senda de los rectos,
¿cuándo vendrás a mí?
Actuaré rectamente en medio de mi casa,
3 en nada indigno fijaré mi ojos;
odio el proceder de los rebeldes,
no dejaré que me contagie.
4 Que el perverso se aleje de mí,
no quiero conocer al malvado.
5 Al que difama en secreto a su amigo,
voy a dejarlo callado;
al que es ambicioso y soberbio,
no voy a tolerarlo.
6 En los fieles del país me fijaré
para que habiten conmigo:
quien siga la senda de los rectos,
ese será quien me sirva.
7 No vivirá en mi casa quien engaña,
no aguantará mi mirada quien miente.
8 Yo haré callar cada mañana
a todos los malvados del país,
para expulsar de la ciudad del Señor
a todos los malhechores.
La conquista de Samaría
9 El año cuarto del reinado de Ezequías y el séptimo de Oseas, hijo de Elá, rey de Israel, Salmanasar, rey de Asiria, atacó Samaría y la sitió. 10 Y al cabo de tres años, el año sexto de Ezequías, el noveno de Oseas, rey de Israel, la conquistó. 11 El rey de Asiria deportó a los israelitas a Asiria y los estableció en Jalat, en la región del Jabor, el río de Gozán y en las ciudades de Media. 12 Esto sucedió porque no obedecieron al Señor, su Dios, rompiendo su alianza al no obedecer ni cumplir todo lo que les había mandado Moisés, el siervo del Señor.
Senaquerib invade Judá (2 Cr 32,1)
13 El año décimo cuarto del reinado de Ezequías, Senaquerib, el rey de Asiria, atacó y conquistó todas las ciudades fortificadas de Judá. 14 Entonces Ezequías, el rey de Judá, mandó a decir al rey de Asiria que estaba en Laquis:
— He actuado mal. Retírate de aquí y yo te pagaré el tributo que me impongas.
El rey de Asiria impuso a Ezequías, el rey de Judá, un tributo de trescientos talentos de plata y treinta de oro. 15 Ezequías entregó toda la plata que encontró en el Templo y en el tesoro del palacio real. 16 En aquella ocasión, Ezequías arrancó del Templo del Señor las puertas y sus marcos, que él mismo había recubierto de oro, y se los entregó al rey de Asiria.
Asedio de Jerusalén (2 Cr 32,9-10.12; Is 36,2-22)
17 El rey de Asiria envió desde Laquis a Jerusalén al general en jefe, al jefe de eunucos y al copero mayor con un importante contingente de tropas a entrevistarse con el rey Ezequías. Ellos subieron y llegaron a Jerusalén deteniéndose junto al canal de la alberca de arriba, en el camino del campo del Batanero. 18 Llamaron al rey y salieron a recibirlos Eliaquín, hijo de Jelcías, el mayordomo de palacio, acompañado del secretario Sobná y Joaj, hijo de Asaf, que era el canciller.
El buen servidor de Jesucristo
6 Si enseñas estas cosas a los hermanos, serás un buen servidor de Cristo Jesús y estarás alimentado con el mensaje de la fe y de la hermosa enseñanza que tan fielmente has seguido. 7 Desecha los mitos profanos que sólo son cuentos de viejas. Ejercítate en una vida auténticamente piadosa, 8 teniendo en cuenta que el ejercicio corporal no sirve para mucho y, en cambio, una vida auténticamente religiosa es útil para todo; además, cuenta con la promesa de la vida, tanto presente como futura. 9 Es esta una palabra digna de crédito y que debe aceptarse sin reservas. 10 En efecto, si nos fatigamos y luchamos, es porque hemos puesto la esperanza en Dios viviente que es salvador de todos, especialmente de los creyentes.
11 Enseña y recomienda estas cosas. 12 Que nadie te menosprecie por ser joven. Al contrario, que tu palabra, tu conducta, tu amor, tu fe y tu limpio proceder te conviertan en modelo para los creyentes. 13 Mientras esperas que yo llegue, dedícate a la lectura [de las Escrituras], a la exhortación y a la enseñanza. 14 No hagas estéril el don que hay en ti y que se te confirió cuando, por indicación profética, los presbíteros te impusieron las manos. 15 Tómate en serio todo esto y vívelo intensamente a fin de que todos puedan constatar tu aprovechamiento. 16 Cuida de ti y de la enseñanza; sé constante en lo que hagas, pues de esa manera te salvarás tú y salvarás a quienes te escuchen.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España