Revised Common Lectionary (Complementary)
Vocación y misión de Ezequiel
2 Me dijo una voz:
— Hijo de hombre, ponte de pie, que quiero hablar contigo.
2 En cuanto empezó a hablarme, entró en mí el espíritu y me hizo poner de pie. Y pude oír al que me hablaba. 3 Me dijo lo siguiente:
— Hijo de hombre, voy a enviarte adonde están los israelitas, un pueblo levantisco que se ha rebelado contra mí. Como hicieron sus antepasados, también ellos se han sublevado contra mí, hasta este mismo día. 4 Te envío a gente obstinada y testaruda. Les dirás: “Esto dice el Señor Dios”, 5 te escuchen o no te escuchen, pues son gente rebelde; así reconocerán que hay un profeta entre ellos.
Salmo 123 (122)
Levanto mis ojos hacia ti
123 Cántico de peregrinación.
Levanto mis ojos hacia ti
que habitas en el cielo.
2 Como dirigen sus ojos los siervos
hacia la mano de sus señores,
como dirige sus ojos la esclava
hacia la mano de su señora,
así dirigimos nuestros ojos
hacia Dios, Señor nuestro,
hasta que él se apiade de nosotros.
3 Apiádate, Señor, apiádate de nosotros,
pues estamos hartos de desprecio;
4 estamos ya cansados
de la burla de los arrogantes,
del desprecio de los soberbios.
2 Conozco a un creyente en Cristo que hace catorce años fue arrebatado al tercer cielo, si con cuerpo o sin cuerpo no sabría decirlo; Dios es quien lo sabe. 3 Lo cierto es que ese hombre —repito que no sé si con cuerpo o sin cuerpo; Dios es quien lo sabe— 4 fue arrebatado al paraíso y escuchó palabras misteriosas que a ningún humano le está permitido pronunciar. 5 De alguien así podría presumir; pero en lo que me atañe, sólo presumiré de mis flaquezas. 6 Y eso que, si quisiera presumir, no diría ningún desatino, al contrario, estaría diciendo la pura verdad; pero me abstengo de hacerlo para que nadie me considere por encima de lo que ve o escucha de mí 7 a causa de revelaciones tan extraordinarias.
La verdadera fortaleza
Precisamente para que no se me suban los humos a la cabeza, tengo una espina clavada en mi carne: se trata de un agente de Satanás que me da de bofetadas para que no me ensoberbezca. 8 Tres veces he pedido al Señor que me libre de esto 9 y otras tantas me ha dicho: “te basta mi gracia, porque mi fuerza se realiza plenamente en lo débil”. Con gusto, pues, presumiré de mis flaquezas, para sentir dentro de mí la fuerza de Cristo. 10 Por eso me satisface soportar por Cristo flaquezas, ultrajes, dificultades, persecuciones y angustias, ya que, cuando me siento débil, es cuando más fuerte soy.
Jesús rechazado en Nazaret (Mt 13,53-58; Lc 4,16-30)
6 Jesús se fue de allí y regresó a su pueblo acompañado de sus discípulos. 2 Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga; y muchos que lo escuchaban no salían de su asombro y se preguntaban:
— ¿De dónde ha sacado este todo eso? ¿Quién le ha dado esos conocimientos y de dónde proceden esos milagros que hace? 3 ¿No es este el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no son sus hermanas estas que viven aquí?
Así que estaban desconcertados a causa de Jesús. 4 Por eso les dijo:
— Sólo en su propia tierra, en su propia casa y entre sus familiares menosprecian a un profeta.
5 Y no pudo hacer allí ningún milagro, aparte de curar a unos pocos enfermos poniendo las manos sobre ellos. 6 Estaba verdaderamente sorprendido de la falta de fe de aquella gente.
Misión de los Doce (Mt 10,1.5-15; Lc 9,1-6)
Andaba Jesús enseñando por las aldeas de alrededor, 7 cuando reunió a los doce discípulos y empezó a enviarlos de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus impuros. 8 Les ordenó que no llevaran nada para el camino, excepto un bastón. Ni pan, ni zurrón, ni dinero en el bolsillo; 9 que fueran calzados con sandalias y no llevaran más que lo puesto. 10 Les dio estas instrucciones:
— Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que salgan del lugar. 11 Y si en algún sitio no quieren recibirlos ni escucharlos, márchense de allí y sacudan el polvo pegado a sus pies, como testimonio contra esa gente.
12 Los discípulos salieron y proclamaron la necesidad de la conversión. 13 También expulsaron muchos demonios y curaban a muchos enfermos ungiéndolos con aceite.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España