Revised Common Lectionary (Complementary)
¡Ven pronto en mi ayuda!
SALMO 70 (69)
Himno de David.
70 Mi Dios,
¡ven pronto a salvarme!
¡Ven pronto en mi ayuda!
2 ¡Pon en completa vergüenza
a los que quieren matarme!
¡Haz que huyan avergonzados
los que quieren hacerme daño!
3 ¡Haz que huyan avergonzados
los que se burlan de mí!
4 Pero que se alegren
y se pongan contentos
todos los que te buscan.
Que siempre reconozcan tu grandeza
aquellos a quienes tú has salvado.
5 Dios mío,
yo soy muy pobre,
y estoy muy necesitado;
¡ven pronto!
Dame tu ayuda,
dame la libertad;
¡no te tardes!
De ganadero a profeta
1 En el pueblo de Tecoa vivía un ganadero llamado Amós, que comunicó a los israelitas varios mensajes de parte de Dios. Esto sucedió dos años antes del terremoto, cuando Ozías era rey de Judá y Jeroboam hijo de Joás era rey de Israel. 2 Éstos fueron los mensajes de Amós:
«Cuando Dios se enoja
y habla desde Jerusalén,
se marchitan los pastos;
¡se reseca el monte Carmelo!»
Mensajes contra las naciones
Contra Damasco
3 El Dios de Israel ha dicho:
«Ustedes, habitantes de Damasco,
han llegado al colmo de la maldad.
Por eso, ¡no los perdonaré!
Hicieron pedazos a la gente de Galaad
como si desgranaran trigo
con una máquina de hierro.
4 Por eso, les prenderé fuego
al palacio del rey Hazael
y al de su hijo Ben-hadad;
5 derribaré los portones de Damasco,
destruiré a los reyes
de Bicat-avén y Bet-edén,
y haré que a todos ustedes
se los lleven a la ciudad de Quir.
Les juro que así será».
Contra Gaza
6 El Dios de Israel ha dicho:
«Ustedes, habitantes de Gaza,
han llegado al colmo de la maldad.
Por eso, ¡no los perdonaré!
Tomaron presos pueblos enteros,
y en Edom los vendieron como esclavos.
7 »Por eso les prenderé fuego
a las murallas de Gaza
y sus palacios quedarán hechos cenizas;
8 destruiré a los reyes
de Asdod y de Ascalón,
y descargaré mi poder contra Ecrón,
hasta que mueran todos ustedes.
Les juro que así será».
Contra Tiro
9 El Dios de Israel ha dicho:
«Ustedes, habitantes de Tiro,
han llegado al colmo de la maldad.
Por eso, ¡no los perdonaré!
Tomaron presos pueblos enteros
y en Edom los vendieron como esclavos;
¡no respetaron el pacto de hermanos
que habían hecho con esos pueblos!
10 Por eso les prenderé fuego
a las murallas de Tiro
y sus palacios quedarán hechos cenizas».
Contra Edom
11 El Dios de Israel ha dicho:
«Ustedes, habitantes de Edom,
han llegado al colmo de la maldad.
Por eso, ¡no los perdonaré!
Persiguieron a sus propios hermanos
y los mataron sin ninguna compasión;
dieron rienda suelta a su enojo,
y siempre guardaron su rencor.
12 Por eso les prenderé fuego
a las ciudades de Temán y Bosrá,
y sus palacios quedarán hechos cenizas».
Contra Amón
13 El Dios de Israel ha dicho:
«Ustedes, habitantes de Amón,
han llegado al colmo de la maldad.
Por eso, ¡no los perdonaré!
Para agrandar su territorio,
en Galaad partieron en dos
a las mujeres embarazadas.
14 Por eso les prenderé fuego
a las murallas de Rabá,
y sus palacios quedarán hechos cenizas.
Lo haré el día de la batalla,
en medio del estruendo
de un día de tempestad,
15 y su rey y sus jefes
serán llevados a otro país.
Les juro que así será».
Contra Moab
2 El Dios de Israel ha dicho:
«Ustedes, habitantes de Moab,
han llegado al colmo de la maldad.
Por eso, ¡no los perdonaré!
Quemaron los huesos del rey de Edom
hasta dejarlos hechos cenizas.
2 Por eso les prenderé fuego
a las ciudades de Moab,
y dejaré hechos cenizas
los palacios de Queriot;
¡ustedes, moabitas, perderán la vida
entre gritos de batalla
y toques de trompeta!
3 ¡Yo les quitaré la vida
a su rey y a sus jefes!
Les juro que así será».
Contra Judá
4 El Dios de Israel ha dicho:
«Ustedes, habitantes de Judá,
han llegado al colmo de la maldad.
Por eso, ¡no los perdonaré!
Rechazaron mis enseñanzas
y no quisieron obedecerlas.
Prefirieron adorar a los dioses falsos
que antes adoraron sus antepasados.
5 »Por eso les prenderé fuego
a las ciudades de Judá,
y dejaré hechos cenizas
los palacios de Jerusalén».
6 Después, los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas.
Las primeras cuatro trompetas
7 El primer ángel tocó su trompeta, y desde el cielo cayeron granizo y fuego mezclados con sangre. Se quemó la tercera parte de la tierra, y también la tercera parte de todos los árboles y de toda la hierba.
8 El segundo ángel tocó su trompeta, y fue lanzado al mar algo parecido a una gran montaña envuelta en llamas. Entonces, la tercera parte del mar se convirtió en sangre, 9 y murió la tercera parte de todo lo que vivía en el mar, y fue destruida la tercera parte de los barcos.
10 Cuando el tercer ángel tocó su trompeta, una gran estrella cayó del cielo sobre la tercera parte de los ríos y de los manantiales. Esa estrella ardía como una antorcha, 11 y se llamaba «Amargura». Entonces, la tercera parte de las aguas se volvió amarga, y mucha gente murió al beberla.
12 El cuarto ángel tocó su trompeta, y la tercera parte del sol, de la luna y de las estrellas se dañó y dejó de alumbrar. Por eso el sol no alumbraba durante la tercera parte del día, y la luna y las estrellas no brillaban durante la tercera parte de la noche.
13 Luego vi un águila[a] que volaba en lo alto del cielo, y la oí decir con fuerte voz: «¡Qué mal les va a ir a todos los que viven en el mundo, cuando los otros tres ángeles toquen sus trompetas!»
La quinta trompeta
9 El quinto ángel tocó su trompeta, y vi una estrella[b] que había caído del cielo a la tierra. A ella se le dio la llave del túnel que lleva al Abismo profundo.[c] 2 Y cuando la estrella abrió el túnel del Abismo, de allí salió humo, como de un horno muy grande, y el humo oscureció el sol y el aire. 3 Del humo salieron saltamontes, los cuales cubrieron la tierra y recibieron poder para picar como escorpiones a la gente. 4 Luego, Dios les ordenó que no dañaran a la tierra, ni a los árboles ni a las plantas, sino sólo a quienes no tuvieran en su frente la marca del sello de Dios.
5 Dios les permitió que hirieran a la gente durante cinco meses, pero no les permitió que mataran a nadie. Y las heridas que hacían los saltamontes eran tan dolorosas como la picadura de los escorpiones.
6 Durante esos cinco meses, la gente que había sido picada quería morirse, pero seguía viviendo. Era como si la muerte huyera de ellas.
7 Los saltamontes parecían caballos de guerra, listos para entrar en batalla. En la cabeza tenían algo que parecía una corona de oro, y sus caras parecían humanas. 8 Sus crines parecían cabellos de mujer, y sus dientes parecían colmillos de león. 9 Sus cuerpos estaban protegidos con algo parecido a una armadura de hierro, y sus alas resonaban como el estruendo de muchos carros tirados por caballos cuando entran en combate. 10 En la cola tenían un aguijón como de escorpión, con el que podían dañar a la gente durante cinco meses. 11 El ángel del Abismo es el jefe de los saltamontes. En hebreo se llama Abadón, y en griego se llama Apolión; en ambos idiomas, su nombre quiere decir «Destructor».
12 Ése fue el primer desastre, pero todavía faltan dos.
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