Revised Common Lectionary (Complementary)
Dios es nuestro rey
SALMO 96 (95)
96 ¡Vamos, habitantes de este mundo!
¡Cantemos a Dios un nuevo himno!
2 ¡Cantemos alabanzas a nuestro Dios!
¡Celebremos día tras día sus victorias!
3 ¡Anunciemos su grandeza y maravillas
entre todas las naciones!
4 ¡Grande y digno de alabanza
es nuestro Dios,
y más temible que todos los dioses!
5 Los dioses de otras naciones
son dioses falsos,
pero Dios hizo los cielos.
6 Lleno está su santuario
de majestad y esplendor,
de poder y belleza.
7 Pueblos todos,
¡reconozcan el poder de nuestro Dios
y ríndanle homenaje!
8 ¡Vengan a los patios de su templo
y traigan sus ofrendas!
¡Adórenlo como él se merece!
9 ¡Inclínense ante él
en su santuario majestuoso!
¡Que toda la tierra le rinda homenaje!
10 Que digan las naciones:
«¡Dios es nuestro rey!»
Él estableció el mundo con firmeza,
y el mundo jamás se moverá.
¡Él gobierna las naciones con justicia!
11 ¡Que se alegren los cielos!
¡Que grite la tierra de alegría!
¡Que ruja el mar,
con todo lo que contiene!
12 ¡Que canten alegres los campos,
con todo lo que hay en ellos!
¡Que griten de alegría
todos los árboles del bosque!
13 ¡Que canten en presencia de Dios,
que viene ya para gobernar al mundo!
¡Dios gobernará con verdadera justicia
a todos los pueblos de la tierra!
Israel se burlará del rey de Babilonia
3 Israelitas, Dios calmará nuestro sufrimiento y nos librará de la terrible esclavitud. 4 Entonces nos burlaremos del rey de Babilonia y le cantaremos este poema:
«¡Qué mal que te fue, tirano!
¡Mira en qué terminó tu orgullo!
5-6 »Dios ha destruido por completo
a los malvados reyes de Babilonia.
Ya no seguirán maltratando
sin compasión a los pueblos.
7 »Ahora, toda la tierra está en paz
y canta de alegría.
8 Hasta los pinos y los cedros del Líbano
se alegran de tu ruina y dicen:
“Rey de Babilonia,
ya fuiste derrotado;
ahora nadie volverá a derribarnos”.
9 »En el reino de la muerte
hay un gran alboroto:
los muertos han despertado
y salen a recibir al rey de Babilonia.
Todos los reyes que allí están
se levantan de sus tronos
y salen a su encuentro.
10 Todos ellos le dicen:
“También tú has perdido tu fuerza,
ahora eres como uno de nosotros.
11 La muerte puso fin a tu orgullo
y a la música de tus arpas.
Ahora duermes envuelto en gusanos”.
La muerte de Juan el Bautista
14 En aquel tiempo, Herodes Antipas era gobernador de Galilea. Y cuando supo lo que la gente decía acerca de Jesús, 2 un día les dijo a sus asistentes: «En realidad, ese Jesús es Juan el Bautista, que ha vuelto a vivir. Por eso tiene poder para hacer milagros».
3-4 Tiempo atrás, Juan el Bautista le había dicho a Herodes: «¡Lo que has hecho no está bien! Herodías es la esposa de tu hermano Filipo, y tú se la quitaste para casarte con ella».
Entonces Herodes se enojó contra Juan, y ordenó que lo arrestaran, lo encadenaran y lo pusieran en la cárcel. 5 Herodes quería matar a Juan. Pero no se atrevía a matarlo porque le tenía miedo a la gente, pues muchos creían que Juan era un profeta.
6 Cuando Herodes celebró su cumpleaños, la hija de Herodías bailó delante de los invitados. 7 A Herodes le gustó mucho el baile de la muchacha. Por eso prometió darle lo que ella le pidiera. 8 Herodías escuchó eso, y convenció a su hija de que le pidiera a Herodes la cabeza de Juan el Bautista.
9 Al oír esto, Herodes se puso muy triste, pues había prometido darle todo lo que ella le pidiera, y no podía romper una promesa hecha delante de sus invitados. Así que no tuvo más remedio, y ordenó a sus sirvientes que le dieran a la muchacha lo que pedía. 10 Entonces los sirvientes fueron a la cárcel y le cortaron la cabeza a Juan, 11 la pusieron en un plato, y se la llevaron a la muchacha. Ella se la entregó a su madre.
12 Los discípulos de Juan pasaron a recoger el cuerpo de su maestro y lo enterraron. Después, fueron y le contaron a Jesús lo que había sucedido.
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