Revised Common Lectionary (Complementary)
Cántico de los peregrinos. De David.
133 ¡Cuán bueno y cuán agradable es
que los hermanos convivan en armonía!
2 Es como el buen aceite que, desde la cabeza,
va descendiendo por la barba,
por la barba de Aarón,
hasta el borde de sus vestiduras.
3 Es como el rocío de Hermón
que va descendiendo sobre los montes de Sión.
Ciertamente allí
el Señor envía su bendición, vida para siempre.
8 Al ver a los hijos de José, Israel preguntó:
—Y estos chicos, ¿quiénes son?
9 —Son los hijos que Dios me ha concedido aquí —respondió José a su padre.
Entonces Israel dijo:
—Acércalos, por favor, para que les dé mi bendición.
10 Israel ya era muy anciano y por su avanzada edad casi no podía ver; por eso José los acercó y su padre los besó y abrazó. 11 Luego dijo a José:
—Ya había perdido la esperanza de volver a verte, ¡y ahora Dios me ha concedido ver también a tus hijos!
12 José los retiró de las rodillas de Israel y se postró rostro en tierra. 13 Luego tomó a sus dos hijos, a Efraín con la derecha y a Manasés con la izquierda, y se los presentó a su padre. De esta manera Efraín quedó a la izquierda de Israel y Manasés a su derecha. 14 Pero Israel, al extender las manos, las entrecruzó y puso su derecha sobre la cabeza de Efraín, aunque era el menor, y su izquierda sobre la cabeza de Manasés, aunque era el mayor.
15 Y los bendijo con estas palabras:
«Que el Dios en cuya presencia
caminaron mis padres, Abraham e Isaac,
el Dios que ha sido mi pastor
desde el día en que nací hasta hoy,
16 el ángel que me ha rescatado de todo mal,
bendiga a estos jóvenes.
Que por medio de ellos sea recordado mi nombre
y el de mis padres, Abraham e Isaac.
Que crezcan y se multipliquen
sobre la tierra».
17 A José no le agradó ver que su padre pusiera su mano derecha sobre la cabeza de Efraín, así que tomando la mano de su padre, la pasó de la cabeza de Efraín a la de Manasés, 18 mientras reclamaba:
—¡Así no, padre mío! ¡Pon tu mano derecha sobre la cabeza de este, que es el primogénito!
19 Pero su padre se resistió y contestó:
—¡Ya lo sé, hijo, ya lo sé! También él gestará a un pueblo y llegará a ser importante. Pero su hermano menor será aún más importante y su descendencia dará origen a muchas naciones.
20 Aquel día Jacob los bendijo así:
«Esta será la bendición que en Israel se habrá de pronunciar:
“Que Dios haga contigo como a Efraín y a Manasés”».
De este modo Israel dio a Efraín la primacía sobre Manasés.
21 Finalmente, Israel dijo a José:
—Yo estoy a punto de morir, pero Dios estará con ustedes y los hará volver a la tierra de sus antepasados. 22 Y a ti, que estás por encima de tus hermanos, te doy Siquén,[a] tierra que arrebaté a los amorreos con mi espada y con mi arco.
23 Por la fe el recién nacido Moisés fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño hermoso y no tuvieron miedo del edicto del rey.
24 Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. 25 Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. 26 Consideró que la deshonra por causa de Cristo era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. 27 Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey y se mantuvo firme, pues había visto a aquel que es invisible. 28 Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel.
29 Por la fe el pueblo cruzó el mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron.
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