Revised Common Lectionary (Complementary)
José tranquiliza a sus hermanos
15 Al ver que su padre estaba muerto, los hermanos de José pensaron: «¿Qué vamos a hacer si José todavía está enojado con nosotros, y quiere vengarse por lo que le hicimos?»
16-17 Entonces mandaron a decirle: «José, antes de que nuestro padre muriera, dejó dicho que debías perdonarnos todo el mal que te hemos causado. Es verdad que te hemos hecho mucho daño, pero te rogamos que nos perdones».
Cuando José recibió este mensaje, se puso a llorar. 18 Sus hermanos fueron entonces a verlo, y se arrodillaron delante de él. Le dijeron:
—Somos tus esclavos.
19-21 Sin embargo, José los tranquilizó, y con mucho cariño les dijo:
—No tengan miedo, que yo no soy Dios. Ustedes quisieron hacerme daño, pero Dios cambió todo para bien. Ustedes han visto ya lo que ha sucedido: Dios ha dejado con vida a mucha gente. Así que no tengan miedo. Yo voy a cuidar de ustedes y de sus hijos.
¡Te alabaré con todas mis fuerzas!
SALMO 103 (102)
Himno de David.
103 ¡Con todas las fuerzas de mi ser
alabaré a mi Dios!
2 ¡Con todas las fuerzas de mi ser
lo alabaré y recordaré
todas sus bondades!
3 Mi Dios me perdonó
todo el mal que he hecho;
me devolvió la salud,
4 me libró de la muerte,
¡me llenó de amor y de ternura!
5 Mi Dios me da siempre todo lo mejor;
¡me hace fuerte como las águilas!
6 Mi Dios es un juez justo
que reconoce los derechos
de la gente que sufre.
7 A Moisés y a los israelitas
les dio a conocer sus planes
y lo que esperaba de ellos.
8 Mi Dios es muy tierno y bondadoso;
no se enoja fácilmente,
y es muy grande su amor.
9 No nos reprende todo el tiempo
ni nos guarda rencor para siempre.
10 No nos castigó como merecían
nuestros pecados y maldades.
11 Su amor por quienes lo honran
es tan grande e inmenso
como grande es el universo.
12 Apartó de nosotros
los pecados que cometimos
del mismo modo que apartó
los extremos de la tierra.
13 Con quienes lo honran,
Dios es tan tierno
como un padre con sus hijos.
No critiquen a los demás
14 Reciban bien a los cristianos débiles, es decir, a los que todavía no entienden bien qué es lo que Dios ordena. Si en algo no están de acuerdo con ellos, no discutan. 2 Por ejemplo, hay quienes se sienten fuertes y creen que está bien comer de todo, mientras que los débiles sólo comen verduras. 3 Pero los que comen de todo no deben despreciar a los otros. De igual manera, los que sólo comen verduras no deben criticar a los que comen de todo, pues Dios los ha aceptado por igual.
4 Ustedes no tienen derecho de criticar al esclavo de otro. Es el dueño del esclavo quien decide si su esclavo trabaja bien o no. Así también, Dios es el único que tiene poder para ayudar a cada uno a cumplir bien su trabajo.
5 Permítanme darles otro ejemplo. Hay algunos que piensan que ciertos días son especiales, mientras que para otras personas todos los días son iguales. Cada uno debe estar seguro de que piensa lo correcto. 6 Los que piensan que cierto día es especial, lo hacen para honrar a Dios. Y los que comen de todo, lo hacen también para honrar a Dios, y le dan las gracias. Igual sucede con los que sólo comen verduras, pues lo hacen para honrar a Dios, y también le dan las gracias.
7 Nuestra vida y nuestra muerte ya no son nuestras, sino que son de Dios. 8 Si vivimos o morimos, es para honrar al Señor Jesucristo. Ya sea que estemos vivos, o que estemos muertos, somos de él. 9 En realidad, Jesucristo murió y resucitó para tener autoridad sobre los vivos y los muertos.
10 Por eso no deben ustedes criticar a los otros hermanos de la iglesia, ni despreciarlos, porque todos seremos juzgados por Dios. 11 En la Biblia Dios dice:
«Juro por mi vida
que, en mi presencia,
todos se arrodillarán
y me alabarán.»
12 Así que todos tendremos que presentarnos delante de Dios, para que él nos juzgue.
21 Entonces Pedro se acercó a Jesús y le preguntó:
—Señor, si un miembro de la iglesia me hace algo malo, ¿cuántas veces debo perdonarlo? ¿Sólo siete veces?
22 Jesús le contestó:
—No basta con perdonar al hermano sólo siete veces. Hay que perdonarlo una y otra vez; es decir, siempre.
El que no quiso perdonar
23 »En el reino de Dios sucede algo parecido a lo que cierta vez sucedió en un país. El rey mandó llamar a sus empleados para que le informaran cómo andaban sus negocios y para que le pagaran todo lo que le debían.
24 »Cuando comenzó a sacar cuentas, le llevaron un empleado que le debía sesenta millones de monedas de plata. 25 Como el empleado no tenía dinero para pagar, el rey ordenó que lo vendieran como esclavo, junto con su esposa y sus hijos, y que vendieran también todo lo que tenía. Así, con el dinero de esa venta, la deuda quedaría pagada.
26 »Pero el empleado se arrodilló delante del rey y le suplicó: “Señor, déme usted un poco más de tiempo y le pagaré todo lo que le debo.”
27 »El rey sintió compasión de su empleado y le dijo: “Vete tranquilo; te perdono todo lo que me debes.”
28 »Al salir del palacio del rey, ese empleado se encontró con un compañero que le debía cien monedas de plata. Lo agarró por el cuello y le dijo: “¡Págame ahora mismo lo que me debes!”
29 »El compañero se arrodilló delante de él y le suplicó: “Dame un poco más de tiempo y te lo pagaré todo.”
30 »Pero aquel empleado no quiso darle tiempo, y mandó que metieran a su compañero en la cárcel, hasta que pagara el dinero que le debía.
31 »Los otros compañeros, al ver lo que había pasado, se molestaron mucho y fueron a contárselo al rey.
32 »Entonces el rey mandó llamar a aquel empleado y le dijo: “¡Qué malvado eres! Te perdoné todo lo que me debías, porque me lo suplicaste. 33 ¿Por qué no tuviste compasión de tu compañero, así como yo la tuve de ti?”
34 »El rey se puso furioso, y ordenó que castigaran a ese empleado hasta que pagara todo lo que le debía.
35 Jesús terminó diciendo: «Lo mismo hará Dios mi Padre con cada uno de ustedes, si no perdonan sinceramente a su hermano.»
Copyright © 2000 by United Bible Societies