Revised Common Lectionary (Complementary)
8-9 Dios mío,
tú eres tierno y bondadoso;
no te enojas fácilmente,
y es muy grande tu amor.
Eres bueno con tu creación,
y te compadeces de ella.
10 ¡Que te alabe tu creación!
¡Que te bendiga tu pueblo fiel!
11-12 ¡Que hablen de tu glorioso reino
y reconozcan tu belleza y tu poder!
¡Que anuncien tus grandes hechos
para que todo el mundo los conozca!
13 Tu reino siempre permanecerá,
pues siempre cumples tus promesas
y todo lo haces con amor.
14 Dios mío,
tú levantas a los caídos
y das fuerza a los cansados.
6-7 »Yo fui quien los dispersó
por todas las naciones,
pero ahora les ordeno
que salgan ya de Babilonia
y regresen a Jerusalén;
¡huyan de ese país del norte!
Yo soy el Dios de Israel,
y les ordeno que así lo hagan».
8-9 El Dios todopoderoso me envió a acusar a las naciones que le robaron todo a Jerusalén. Así dice nuestro Dios:
«Yo castigaré a todas las naciones
que le han hecho daño a mi pueblo.
Quien le hace daño a mi pueblo
también me lo hace a mí.
¡Yo haré que sus propios esclavos
les roben todas sus pertenencias!»
Cuando esto suceda, esas naciones sabrán que fue el Dios todopoderoso quien me envió a acusarlas. Él dijo:
10 «¡Griten de alegría,
habitantes de Jerusalén,
porque yo viviré entre ustedes!
Yo soy el Dios de Israel,
y les juro que así lo haré.
11 »Cuando llegue ese día,
muchas naciones me seguirán.
Entonces yo viviré entre ellas,
y llegarán a ser también mi pueblo».
Cuando esto suceda, ustedes sabrán que fue el Dios todopoderoso quien me envió a anunciarles su mensaje. 12 Entonces Judá volverá a ser propiedad de nuestro Dios, y Jerusalén volverá a ser su ciudad elegida.
13 Nuestro Dios ha salido ya
de su templo santo;
¡guarden silencio en su presencia!
La lucha contra el pecado
7 ¿Quiere decir esto que la ley es pecado? ¡Claro que no! Pero si no hubiera sido por la ley, yo no habría entendido lo que es el pecado. Por ejemplo, si la ley no dijera: «No se dejen dominar por el deseo de tener lo que otros tienen», yo no sabría que eso es malo. 8 Cuando no hay ley, el pecado no tiene ningún poder. Pero el pecado usó ese mandamiento de la ley, y me hizo desear toda clase de mal.
9 Cuando yo todavía no conocía la ley, vivía tranquilo; pero cuando conocí la ley, me di cuenta de que era un gran pecador 10 y de que vivía alejado de Dios. Fue así como la ley, que debió haberme dado la vida eterna, más bien me dio la muerte eterna. 11 Porque el pecado usó la ley para engañarme, y con esa misma ley me alejó de Dios.
12 Podemos decir, entonces, que la ley viene de Dios, y que cada uno de sus mandatos es bueno y justo. 13 Con esto no estoy diciendo que la ley, que es buena, me llevó a la muerte. ¡De ninguna manera! El que hizo esto fue el pecado, que usó un mandato bueno. Así, por medio de un mandato bueno todos podemos saber lo realmente malo y terrible que es el pecado. 14 Nosotros sabemos que la ley viene de Dios; pero yo no soy más que un simple hombre, y no puedo controlar mis malos deseos. Soy un esclavo del pecado. 15 La verdad es que no entiendo nada de lo que hago, pues en vez de hacer lo bueno que quiero hacer, hago lo malo que no quiero hacer. 16 Pero, aunque hago lo que no quiero hacer, reconozco que la ley es buena. 17 Así que no soy yo quien hace lo malo, sino el pecado que está dentro de mí. 18 Yo sé que mis deseos egoístas no me permiten hacer lo bueno, pues aunque quiero hacerlo, no puedo hacerlo. 19 En vez de lo bueno que quiero hacer, hago lo malo que no quiero hacer. 20 Pero si hago lo que no quiero hacer, en realidad no soy yo quien lo hace, sino el pecado que está dentro de mí.
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