Revised Common Lectionary (Complementary)
Dios da poder al rey
SALMO 110 (109)
Himno de David.
110 Mi Dios le dijo a mi señor el rey:
«Siéntate a la derecha de mi trono
hasta que yo derrote a tus enemigos».
2 ¡Que Dios te permita
derrotar a tus enemigos,
y extienda desde Jerusalén
el poder de tu reinado!
3 ¡Que tus soldados te juren lealtad
sobre los cerros de Dios
en el día de la batalla!
Cuando salga el sol,
se renovarán tus fuerzas.
4 Dios ha hecho un juramento,
y lo cumplirá:
«Tú eres sacerdote para siempre,
como lo fue Melquisedec».
5-6 Mi Dios está a tu derecha,
y siempre te ayudará.
Cuando manifieste su enojo,
aplastará reyes y gobernantes,
juzgará naciones,
y por toda la tierra
amontonará cadáveres.
7 Junto al camino,
el rey apagará su sed
con el agua de un arroyo,
y así recobrará las fuerzas.
Moisés huye de Egipto
11 Años después, cuando Moisés ya era adulto, fue al lugar donde los hombres de su pueblo trabajaban como esclavos. De pronto vio que un egipcio maltrataba a un israelita; 12 miró a todos lados, y como no vio a nadie, mató al egipcio y lo enterró en la arena.
13 Al día siguiente Moisés volvió a salir, y al ver que dos israelitas se estaban peleando, le dijo al que golpeaba al otro:
—¿Por qué le pegas a uno de tu propio pueblo?
14 Aquél le respondió:
—¿Y quién te ha dicho que tú eres nuestro jefe o nuestro juez, y que puedes mandarnos? ¿Acaso piensas matarme como mataste al egipcio?
Al oír esto, Moisés se llenó de miedo y dijo: «Seguramente ya se supo que maté al egipcio».
15 En efecto, como el rey de Egipto se había enterado del asunto, mandó a buscar a Moisés para matarlo. Pero Moisés huyó y se fue a un lugar llamado Madián. Cuando llegó allá, se sentó a descansar junto a un pozo de agua.
16 Poco después llegaron siete muchachas a sacar agua para darles de beber a sus ovejas. Todas ellas eran hijas de Jetró, el sacerdote de Madián. 17 También llegaron unos pastores y les dijeron a las muchachas que se fueran de allí. Pero Moisés las defendió, y dio de beber a las ovejas.
18 Cuando las muchachas llegaron a su casa, su padre les preguntó:
—¿Por qué volvieron tan temprano?
19 Ellas le respondieron:
—Resulta que un egipcio nos defendió de unos pastores. Y no sólo eso, ¡sino que también sacó agua del pozo y dio de beber a las ovejas!
20 —¿Y dónde está? —les preguntó su padre. ¿Por qué lo dejaron solo? ¡Vayan, invítenlo a comer con nosotros!
21 Durante la comida, Jetró invitó a Moisés a quedarse a vivir con ellos, y él aceptó. Tiempo después, Jetró dejó que su hija Séfora se casara con Moisés. 22 Cuando Séfora tuvo un hijo, Moisés le puso por nombre Guersón, que quiere decir «extranjero», pues dijo: «Aquí soy sólo un extranjero».
Dios se preocupa por los israelitas
23 Muchos años después murió el rey de Egipto. Sin embargo, los israelitas seguían quejándose, pues sufrían mucho como esclavos. 24-25 Pero Dios vio sus sufrimientos y escuchó sus gritos de dolor, y se acordó del pacto que había hecho con los antepasados de los israelitas, es decir, con Abraham, Isaac y Jacob.
27 Moisés confió en Dios y, por eso no le tuvo miedo al rey ni se rindió nunca. Salio de Egipto, y actuó como si estuviera viendo a Dios, que es invisible. 28 Moisés confió en Dios, y por eso celebró la Pascua. También mandó rociar con sangre las puertas de las casas israelitas. Así, el ángel enviado a matar no le hizo daño a ningún hijo mayor de las familias israelitas.
Copyright © 2000 by United Bible Societies