Revised Common Lectionary (Complementary)
Oración en tiempo de prueba
6 Al músico principal. Con Neguinot[a]. Sobre Seminit[b]. Salmo de David.
Oh SEÑOR, no me reprendas
en tu furor
ni me castigues en tu ira.
2 Ten misericordia de mí, oh SEÑOR, porque desfallezco.
Sáname, oh SEÑOR, porque mis huesos están abatidos.
3 También mi alma está muy turbada;
y tú, oh SEÑOR, ¿hasta cuándo?
4 Vuelve, oh SEÑOR; libra mi alma. Sálvame por tu misericordia
5 porque en la muerte no hay
memoria de ti;
¿quién te alabará en el Seol?
6 Me he agotado de tanto gemir. Toda la noche inundo mi cama
y con mis lágrimas empapo mi lecho.
7 Mis ojos están debilitados por el pesar;
se han envejecido a causa de todos mis adversarios.
8 Apártense de mí todos los que obran iniquidad,
porque el SEÑOR ha oído la voz de mi llanto.
9 ¡El SEÑOR ha escuchado mi ruego!
¡El SEÑOR ha aceptado mi oración!
10 Todos mis enemigos se avergonzarán
y se aterrarán.
Retrocederán y, de repente, serán avergonzados.
Jeremías es metido en una cisterna
38 Sefatías hijo de Matán, Gedalías hijo de Pasjur, Jucal hijo de Selemías y Pasjur hijo de Malquías oyeron las palabras que Jeremías hablaba a todo el pueblo, diciendo:
2 —Así ha dicho el SEÑOR: “El que se quede en esta ciudad morirá por la espada, por el hambre o por la peste. Pero el que se rinda a los caldeos vivirá; su vida le será por botín, y vivirá. 3 Así ha dicho el SEÑOR: Ciertamente esta ciudad será entregada en mano del ejército del rey de Babilonia, y la tomará”.
4 Entonces los magistrados dijeron al rey:
—¡Que muera este hombre! Pues de esta manera, al hablarles tales palabras, desmoraliza a los hombres de guerra que han quedado en esta ciudad, y a todo el pueblo. Porque este hombre no busca el bien de este pueblo, sino su mal.
5 El rey Sedequías dijo:
—He allí, él está en las manos de ustedes. Porque nada puede el rey contra ustedes.
6 Entonces tomaron a Jeremías y lo hicieron echar en la cisterna de Malquías hijo del rey, que estaba en el patio de la guardia. Y bajaron a Jeremías con sogas. En la cisterna no había agua, sino lodo; y Jeremías se hundió en el lodo.
Jeremías es rescatado de la cisterna
7 Ebedmelec el etíope, un funcionario que estaba en la casa del rey, se enteró de que habían metido a Jeremías en la cisterna. Y estando el rey sentado en la puerta de Benjamín, 8 Ebedmelec salió de la casa del rey y habló al rey diciendo:
9 —Oh mi señor el rey, estos hombres han actuado mal en todo lo que han hecho con el profeta Jeremías, a quien metieron en la cisterna. Allí morirá de hambre, pues no hay más pan en la ciudad.
10 Entonces el rey mandó al mismo Ebedmelec el etíope, diciendo:
—Toma contigo treinta[a] hombres de aquí y saca al profeta Jeremías de la cisterna antes que muera.
11 Entonces Ebedmelec tomó consigo a los hombres y entró en la casa del rey, al lugar que estaba debajo del depósito del tesoro, y tomó de allí trapos raídos y trapos rasgados, y los bajó con sogas a Jeremías en la cisterna. 12 Y Ebedmelec el etíope dijo a Jeremías:
—Pon estos trapos raídos y rasgados en tus axilas, bajo tus brazos, debajo de las sogas.
Así lo hizo Jeremías. 13 De esta manera sacaron a Jeremías con sogas, y lo subieron de la cisterna. Y Jeremías permaneció en el patio de la guardia.
La misión de los doce
5 A estos doce los envió Jesús, dándoles instrucciones diciendo: “No vayan por los caminos de los gentiles ni entren en las ciudades de los samaritanos. 6 Pero vayan, más bien, a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 7 Y cuando vayan, prediquen diciendo: ‘El reino de los cielos se ha acercado[a]’. 8 Sanen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, echen fuera demonios. De gracia han recibido; den de gracia.
9 “No se provean ni de oro ni de plata ni de cobre en sus cintos. 10 Tampoco lleven bolsas para el camino ni dos vestidos ni zapatos ni bastón; porque el obrero es digno de su alimento. 11 En cualquier ciudad o aldea donde entren, averigüen quién en ella sea digno y quédense allí hasta que salgan. 12 Al entrar en la casa, salúdenla. 13 Si la casa es digna, venga la paz de ustedes sobre ella. Pero si no es digna, vuelva su paz a ustedes. 14 Y en caso de que no los reciban ni escuchen sus palabras, salgan de aquella casa o ciudad y sacudan el polvo de sus pies. 15 De cierto les digo que, en el día del juicio, el castigo será más tolerable para los de la tierra de Sodoma y de Gomorra que para aquella ciudad.
Las persecuciones venideras
16 “He aquí, yo los envío como a ovejas en medio de lobos. Sean, pues, astutos como serpientes y sencillos como palomas. 17 Guárdense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y en sus sinagogas los azotarán. 18 Serán llevados aun ante gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio a ellos y a los gentiles. 19 Pero cuando los entreguen, no se preocupen de cómo o qué hablarán, porque les será dado en aquella hora lo que han de decir. 20 Pues no son ustedes los que hablan, sino el Espíritu de su Padre que hablará en ustedes.
21 “El hermano entregará a muerte a su hermano, y el padre a su hijo. Se levantarán los hijos contra sus padres y los harán morir. 22 Y serán aborrecidos de todos por causa de mi nombre. Pero el que persevere hasta el fin, este será salvo. 23 Y cuando los persigan en una ciudad, huyan a la otra. Porque de cierto les digo que de ningún modo acabarán de recorrer todas las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del Hombre.
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