Revised Common Lectionary (Complementary)
Plegaria pidiendo protección contra los opresores
Oración de David
17 Oye, Jehová, una causa justa;
atiende a mi clamor.
Escucha mi oración
hecha de labios sin engaño.
2 De tu presencia proceda mi defensa;
vean tus ojos la rectitud.
3 Tú has probado mi corazón, me has visitado de noche;
me has puesto a prueba y nada malo hallaste.
He resuelto que mi boca no cometa delito.
4 En cuanto a las obras humanas,
por la palabra de tus labios
yo me he guardado de las sendas de los violentos.
5 Afirma mis pasos en tus caminos,
para que mis pies no resbalen.
6 Yo te he invocado por cuanto tú, Dios, me oirás;
inclina a mí tu oído, escucha mi palabra.
7 Muestra tus maravillosas misericordias,
tú que salvas a los que se refugian a tu diestra
de los que se levantan contra ellos.
8 Guárdame como a la niña de tus ojos;
escóndeme bajo la sombra de tus alas,
9 de la vista de los malos que me oprimen,
de mis enemigos que buscan mi vida.
Judá y Tamar
38 Aconteció en aquel tiempo que Judá se apartó de sus hermanos, y se fue a casa de un adulamita que se llamaba Hira. 2 Allí conoció Judá a la hija de un cananeo, el cual se llamaba Súa; la tomó y se llegó a ella. 3 Ella concibió y dio a luz un hijo, al que llamó Er. 4 Concibió otra vez y dio a luz un hijo, al que llamó Onán. 5 Volvió a concebir y dio a luz un hijo, al que llamó Sela. Ella se hallaba en Quezib cuando lo dio a luz.
6 Después Judá tomó para su primogénito Er a una mujer llamada Tamar. 7 Pero Er, el primogénito de Judá, fue malo ante los ojos de Jehová, y Jehová le quitó la vida. 8 Entonces Judá dijo a Onán:
—Llégate a la mujer de tu hermano, despósate con ella y levanta descendencia a tu hermano.
9 Sabiendo Onán que la descendencia no sería suya, cuando se llegaba a la mujer de su hermano vertía en tierra, para no dar descendencia a su hermano. 10 Como desagradó a Jehová lo que hacía, a él también le quitó la vida. 11 Entonces Judá dijo a su nuera Tamar:
—Permanece viuda en casa de tu padre, hasta que crezca mi hijo Sela.
(Esto dijo pues pensaba: «No sea que muera él también, como sus hermanos.»)
Tamar se fue y se quedó en casa de su padre.
12 Pasaron muchos días y murió la hija de Súa, la mujer de Judá. Cuando Judá se consoló, subió a Timnat (donde estaban los trasquiladores de sus ovejas) junto a su amigo Hira, el adulamita. 13 Y avisaron a Tamar, diciéndole: «Tu suegro sube a Timnat a trasquilar sus ovejas.» 14 Entonces se quitó ella los vestidos de su viudez, se cubrió con un velo para no ser reconocida y se puso a la entrada de Enaim, junto al camino de Timnat, pues veía que Sela había crecido y que ella no le era dada por mujer.
15 Cuando Judá la vio, la tuvo por una ramera, pues ella había cubierto su rostro. 16 Entonces se apartó del camino para acercarse a ella y, sin saber que era su nuera, le dijo:
—Déjame ahora llegarme a ti.
—¿Qué me darás por llegarte a mí? —dijo ella.
17 —Te enviaré un cabrito de mi rebaño —respondió él.
—Dame una prenda, hasta que lo envíes —dijo ella.
18 —¿Qué prenda te daré? —preguntó Judá.
Ella respondió:
—Tu sello, tu cordón y el bastón que tienes en tu mano.
Judá se los dio, se llegó a ella y ella concibió de él. 19 Luego se levantó y se fue; se quitó el velo que la cubría y se vistió las ropas de su viudez.
20 Judá envió el cabrito del rebaño por medio de su amigo, el adulamita, para que éste rescatara la prenda de la mujer; pero no la halló. 21 Entonces preguntó a los hombres de aquel lugar, diciendo:
—¿Dónde está la ramera que había en Enaim, junto al camino?
—No ha estado aquí ramera alguna —dijeron ellos.
22 Entonces él se volvió a Judá y le dijo:
—No la he hallado. Además, los hombres del lugar me dijeron: “Aquí no ha estado ninguna ramera.”
23 Judá respondió:
—Pues que se quede con todo, para que no seamos objetos de burla. Yo le he enviado este cabrito, pero tú no la hallaste.
24 Sucedió que al cabo de unos tres meses fue dado aviso a Judá, diciendo:
—Tamar, tu nuera, ha fornicado, y ciertamente está encinta a causa de las fornicaciones.
Entonces dijo Judá:
—¡Sacadla y quemadla!
25 Pero ella, cuando la sacaban, envió a decir a su suegro: «Del dueño de estas cosas estoy encinta.» También dijo: «Mira ahora de quién son estas cosas: el sello, el cordón y el bastón.» 26 Cuando Judá los reconoció, dijo: «Más justa es ella que yo, por cuanto no la he dado a mi hijo Sela.» Y nunca más la conoció.
10 Habiéndole hecho señal el gobernador a Pablo para que hablara, éste respondió:
—Porque sé que desde hace muchos años eres juez de esta nación, con buen ánimo haré mi defensa. 11 Como tú puedes cerciorarte, no hace más de doce días que subí a adorar a Jerusalén; 12 y no me hallaron discutiendo con nadie, ni amotinando a la multitud, ni en el Templo ni en las sinagogas ni en la ciudad; 13 ni te pueden probar las cosas de que ahora me acusan. 14 Pero esto te confieso: que, según el Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres; creo todas las cosas que en la Ley y en los Profetas están escritas; 15 con la esperanza en Dios, la cual ellos también abrigan, de que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos. 16 Por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres.
17 »Pero pasados algunos años, vine a hacer limosnas a mi nación y presentar ofrendas. 18 Estaba en ello, cuando unos judíos de Asia me hallaron purificado en el Templo, no con multitud ni con alboroto. 19 Ellos debieran comparecer ante ti y acusarme, si contra mí tienen algo. 20 O digan estos mismos si hallaron en mí alguna cosa mal hecha cuando comparecí ante el Concilio, 21 a no ser que estando entre ellos prorrumpí en alta voz: “Acerca de la resurrección de los muertos soy juzgado hoy por vosotros.”
22 Al oír esto, Félix, como estaba bien informado de este Camino, los relegó, diciendo:
—Cuando descienda el comandante Lisias, acabaré de conocer de vuestro asunto.
23 Y mandó al centurión que se custodiara a Pablo, pero que se le concediera alguna libertad, y que no impidiera a ninguno de los suyos servirlo o venir a él.
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