Old/New Testament
Profecía contra el monte Seír
35 Vino además a mí palabra de Jehová, diciendo:
2 Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia el monte de Seír, y profetiza contra él,
3 y dile: Así dice el Señor Jehová: He aquí que yo estoy contra ti, oh monte de Seír, y extenderé mi mano contra ti, y te convertiré en la mayor soledad.
4 A tus ciudades convertiré en ruinas, y tú serás asolado, y sabrás que yo soy Jehová.
5 Por cuanto tuviste un odio perpetuo, y entregaste a los hijos de Israel al poder de la espada en el tiempo de su aflicción, en el tiempo de la consumación de la maldad;
6 por tanto, vivo yo, dice el Señor Jehová, que te destinaré a la sangre, y la sangre te perseguirá; de cierto aborreciste tu propia sangre; por eso, te perseguirá la sangre.
7 Y convertiré al monte de Seír en completa soledad, y cortaré de él al que vaya y al que venga.
8 Y llenaré sus montes de sus muertos; en tus collados, en tus valles y en todos tus arroyos, caerán los muertos a espada.
9 Yo te pondré en asolamiento perpetuo, y tus ciudades nunca más se restaurarán; y sabréis que yo soy Jehová.
10 Por cuanto dijiste: Las dos naciones y las dos tierras serán mías, y tomaré posesión de ellas; siendo así que Jehová estaba allí;
11 por tanto, vivo yo, dice el Señor Jehová, yo haré conforme a tu ira, y conforme a tu envidia con que procediste, a causa del odio que les tenías; y seré conocido en ellos, cuando te castigue.
12 Y sabrás que yo Jehová he oído todas tus injurias que proferiste contra los montes de Israel, diciendo: Están devastados; nos han sido dados para que los devoremos.
13 Y os engrandecisteis contra mí con vuestra boca, y multiplicasteis contra mí vuestras palabras. Yo lo oí.
14 Así dice el Señor Jehová: Cuando toda la tierra se regocije, yo te haré una desolación.
15 Como tú te alegraste sobre la heredad de la casa de Israel, porque fue asolada, así te haré a ti; asolado serás tú, oh monte de Seír, y todo Edom, todo él; y sabrán que yo soy Jehová.
Restauración futura de Israel
36 Tú, hijo de hombre, profetiza a los montes de Israel, y di: Montes de Israel, oíd palabra de Jehová.
2 Así dice el Señor Jehová: Por cuanto el enemigo dijo contra vosotros: ¡Ea!, también las alturas eternas nos han sido dadas por heredad;
3 profetiza, por tanto, y di: Así dice el Señor Jehová: Por cuanto habéis sido asolados y os han codiciado de todas partes para que vinierais a ser posesión de las otras naciones, y andáis en boca de habladores y en la difamación de la gente,
4 por tanto, montes de Israel, oíd palabra del Señor Jehová: Así dice el Señor Jehová a los montes y a los collados, a los arroyos y a los valles, a las ruinas asoladas y a las ciudades desamparadas, que fueron entregadas al pillaje y al escarnio de las otras naciones alrededor;
5 por eso, así dice el Señor Jehová: He hablado por cierto en el fuego de mi celo contra las demás naciones, y contra todo Edom, que se apropiaron entre ellos mi tierra por heredad con la alegría de todo su corazón y con el desprecio en el alma, para despoblarla y saquearla.
6 Por tanto, profetiza sobre la tierra de Israel, y di a los montes y a los collados, y a los arroyos y a los valles: Así dice el Señor Jehová: He aquí, en mi celo y en mi furor he hablado, por cuanto habéis llevado el oprobio de las naciones.
7 Por lo cual así dice el Señor Jehová: Yo he alzado mi mano, y he jurado que las naciones que están a vuestro alrededor han de llevar su afrenta.
8 Mas vosotros, oh montes de Israel, daréis vuestras ramas, y llevaréis vuestro fruto para mi pueblo Israel; porque están a punto de volver.
9 Porque he aquí que yo estoy por vosotros, y a vosotros me volveré, y seréis labrados y sembrados.
10 Y haré multiplicar hombres sobre vosotros, a toda la casa de Israel, toda ella; y las ciudades serán habitadas, y edificadas las ruinas.
11 Multiplicaré sobre vosotros hombres y ganado, y serán multiplicados y crecerán; y os haré morar como solíais antiguamente, y os haré mayor bien que en vuestros principios; y sabréis que yo soy Jehová.
12 Y haré andar hombres sobre vosotros, a mi pueblo Israel; y tomarán posesión de ti, y les serás por heredad, y nunca más volverás a privarles de sus hijos.
13 Así dice el Señor Jehová: Por cuanto dicen de vosotros: Eres una tierra que devora a sus hombres, y has privado de hijos a tu nación;
14 por tanto, no devorarás más hombres, y nunca más matarás a los hijos de tu nación, dice el Señor Jehová.
15 Y nunca más consentiré que se oiga contra ti el ultraje de las naciones, ni cargarás por más tiempo con los denuestos de los pueblos, ni volverás a privar de hijos a tu nación, dice el Señor Jehová.
16 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:
17 Hijo de hombre, mientras la casa de Israel moraba en su tierra, la contaminó con sus caminos y con sus obras; como inmundicia de menstruosa fue su camino delante de mí.
18 Por lo cual derramé mi ira sobre ellos por la sangre que habían derramado sobre la tierra; porque la contaminaron con sus ídolos.
19 Les esparcí entre las naciones, y fueron dispersados por las tierras; conforme a sus caminos y conforme a sus obras les castigué.
20 Y cuando llegaron a las naciones adonde fueron, profanaron mi santo nombre, diciéndose de ellos: Éstos son pueblo de Jehová, y han salido de la tierra de él.
21 Pero he tenido lástima de mi santo nombre, profanado por la casa de Israel entre las naciones adonde fueron.
22 Por tanto, di a la casa de Israel: Así dice el Señor Jehová: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado.
23 Y santificaré mi gran nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice el Señor Jehová, cuando yo sea santificado en vosotros delante de sus ojos.
24 Pues yo os tomaré de entre las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país.
25 Esparciré sobre vosotros agua limpia, y quedaréis limpios; de todas vuestras inmundicias y de todos vuestros ídolos os limpiaré.
26 Os daré también un corazón nuevo, y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis ordenanzas, y las pongáis por obra.
28 Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios.
29 Y os libraré de todas vuestras inmundicias; y llamaré al trigo, y lo multiplicaré, y no os haré pasar hambre.
30 Multiplicaré asimismo el fruto de los árboles, y el producto de los campos, para que nunca más recibáis oprobio de hambre entre las naciones.
31 Y os acordaréis de vuestros malos caminos, y de vuestras obras que no fueron buenas; y sentiréis asco de vosotros mismos por vuestras iniquidades y por vuestras abominaciones.
32 No lo hago por vosotros, dice Jehová el Señor, sabedlo bien; avergonzaos y cubríos de confusión por vuestras iniquidades, casa de Israel.
33 Así dice el Señor Jehová: El día que os limpie de todas vuestras iniquidades, haré también que sean habitadas las ciudades, y las ruinas serán reedificadas.
34 Y la tierra que estuvo asolada, será labrada, después de haber permanecido asolada a ojos de todos los que pasaron.
35 Y dirán: Esta tierra que estaba asolada ha venido a ser como el jardín del Edén; y estas ciudades que eran desiertas y asoladas y arruinadas, están fortificadas y habitadas.
36 Y las naciones que queden en vuestros alrededores sabrán que yo Jehová reedifiqué lo que estaba derribado, y planté lo que estaba desolado; yo Jehová he hablado, y lo haré.
37 Así dice el Señor Jehová: Aún seré solicitado por la casa de Israel, para hacerles esto; multiplicaré los hombres como se multiplican los rebaños.
38 Como las ovejas consagradas, como las ovejas de Jerusalén en sus fiestas solemnes, así las ciudades desiertas serán llenas de rebaños de hombres; y sabrán que yo soy Jehová.
Saludos
1 Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra:
2 Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús.
Partícipes de la naturaleza divina
3 Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia,
4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;
5 vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento;
6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad;
7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.
8 Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en orden al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.
9 Pero el que carece de estas cosas, tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados.
10 Por lo cual, hermanos, sed tanto más diligentes en afianzar vuestro llamamiento y vuestra elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.
11 Porque de esta manera os será otorgada amplia entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
12 Por esto, no descuidaré el recordaros siempre estas cosas, aunque las sepáis, y estéis afianzados en la verdad presente.
13 Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo, el estimularos con este recuerdo;
14 sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado.
15 También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas.
Testigos de la gloria de Cristo
16 Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas ingeniosamente inventadas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad.
17 Pues cuando él recibió de Dios Padre honor y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Éste es mi Hijo amado, en el cual he puesto mi complacencia.
18 Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo.
19 Y tenemos como más segura la palabra profética, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una lámpara que alumbra en un lugar oscuro, hasta que despunte el día y el lucero de la mañana alboree en vuestros corazones;
20 conociendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura procede de interpretación privada,
21 porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.
Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.