Old/New Testament
Exhortación a la conversión
1 En el octavo mes del año segundo de Darío, vino palabra de Jehová al profeta Zacarías, hijo de Berequías, hijo de Iddó, diciendo:
2 Se enojó Jehová en gran manera contra vuestros padres.
3 Diles, pues: Así dice Jehová de los ejércitos: Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, dice Jehová de los ejércitos.
4 No seáis como vuestros padres, a los cuales clamaron los primeros profetas, diciendo: Así dice Jehová de los ejércitos: Volveos ahora de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras; y no atendieron, ni me escucharon, dice Jehová.
5 Vuestros padres, ¿dónde están?; y los profetas, ¿han de vivir para siempre?
6 Pero mis palabras y mis ordenanzas que mandé a mis siervos los profetas, ¿no alcanzaron a vuestros padres? Por eso se volvieron ellos y dijeron: Como Jehová de los ejércitos pensó tratarnos conforme a nuestros caminos, y conforme a nuestras obras, así lo hizo con nosotros.
Visión de los jinetes
7 A los veinticuatro días del mes undécimo, que es el mes de Sebat, en el año segundo de Darío, vino palabra de Jehová al profeta Zacarías, hijo de Berequías, hijo de Iddó, en estos términos:
8 Tuve una visión esta noche, y he aquí que un varón cabalgaba sobre un caballo alazán, el cual estaba entre los mirtos que había en la hondonada; y detrás de él había caballos alazanes, negros y blancos.
9 Entonces dije: ¿Qué son éstos, señor mío? Y me dijo el ángel que hablaba conmigo: Yo te enseñaré lo que son éstos.
10 Y aquel varón que estaba entre los mirtos respondió y dijo: Éstos son los que Jehová ha enviado a recorrer la tierra.
11 Y ellos hablaron a aquel ángel de Jehová que estaba entre los mirtos, y dijeron: Hemos recorrido la tierra, y he aquí, toda la tierra está reposada y quieta.
12 Respondió el ángel de Jehová y dijo: Oh Jehová de los ejércitos, ¿hasta cuándo no tendrás piedad de Jerusalén, y de las ciudades de Judá, con las cuales has estado airado desde hace setenta años?
13 Y Jehová respondió buenas palabras, palabras consoladoras, al ángel que hablaba conmigo.
14 Y me dijo el ángel que hablaba conmigo: Clama diciendo: Así dice Jehová de los ejércitos: Estoy celoso con gran celo por Jerusalén y por Sión.
15 Y estoy muy airado contra las naciones que se sienten seguras de sí mismas; porque cuando yo estaba enojado un poco, ellos agravaron el mal.
16 Por tanto, así ha dicho Jehová: Yo me he vuelto a Jerusalén con compasión; en ella será edificada mi casa, dice Jehová de los ejércitos, y la plomada será tendida sobre Jerusalén.
17 Clama de nuevo y di: Así dice Jehová de los ejércitos: Aún rebosarán mis ciudades con la abundancia del bien, y aún consolará Jehová a Sión, y escogerá todavía a Jerusalén.
Visión de los cuernos y los carpinteros
18 Después alcé mis ojos y miré, y he aquí cuatro cuernos.
19 Y dije al ángel que hablaba conmigo: ¿Qué son éstos? Y me respondió: Éstos son los cuernos que dispersaron a Judá, a Israel y a Jerusalén.
20 Me mostró luego Jehová cuatro obreros.
21 Y yo dije: ¿Qué vienen éstos a hacer? Y me respondió, diciendo: Aquéllos son los cuernos que dispersaron a Judá, tanto que nadie alzó su cabeza; mas éstos han venido para hacerlos temblar, para derribar los cuernos de las naciones que alzaron el cuerno contra la tierra de Judá para dispersarla.
Llamamiento a los desterrados
2 Alcé después mis ojos y miré, y he aquí un varón que tenía en su mano un cordel de medir.
2 Y le dije: ¿Adónde vas? Y él me respondió: A medir a Jerusalén, para ver cuánta es su anchura, y cuánta su longitud.
3 Y he aquí, salía aquel ángel que hablaba conmigo, y otro ángel le salió al encuentro,
4 y le dijo: Corre, habla a este joven, diciendo: Sin muros será habitada Jerusalén, a causa de la multitud de hombres y de ganado en medio de ella.
5 Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en derredor, y para gloria estaré en medio de ella.
6 Eh, eh, huid de la tierra del norte, dice Jehová, pues por los cuatro vientos de los cielos os esparcí, dice Jehová.
7 Oh Sión, la que moras con la hija de Babilonia, escápate.
8 Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: Tras la gloria me enviará él a las naciones que os despojaron; porque el que os toca, toca a la niña de su ojo.
9 Porque he aquí, yo voy a alzar mi mano sobre ellos, y serán despojo para los que eran sus esclavos, y sabréis que Jehová de los ejércitos me envió.
10 Canta y alégrate, hija de Sión; porque he aquí que vengo, y moraré en medio de ti, dice Jehová.
11 Y se unirán muchas naciones a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo, y moraré en medio de ti; y entonces conocerás que Jehová de los ejércitos me ha enviado a ti.
12 Y Jehová poseerá a Judá como su heredad en la tierra santa, y escogerá de nuevo a Jerusalén.
13 Calle toda carne delante de Jehová; porque él se ha levantado de su santa morada.
Visión del sumo sacerdote Josué
3 Después me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba de pie delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle.
2 Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio?
3 Y Josué estaba vestido de vestiduras sucias, y estaba de pie delante del ángel.
4 Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él, diciendo: Quitadle esas vestiduras sucias. Y a él le dijo: Mira que hago pasar de ti tu pecado, y te voy a vestir de ropas de gala.
5 Después dijo: Pongan mitra limpia sobre su cabeza. Y pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron las ropas. Y el ángel de Jehová estaba en pie.
6 Y el ángel de Jehová aseguró solemnemente a Josué, diciendo:
7 Así dice Jehová de los ejércitos: Si andas por mis caminos, y eres fiel a mi ministerio, también tú gobernarás mi casa, también guardarás mis atrios, y entre éstos que aquí están te daré lugar.
8 Escucha pues, ahora, Josué sumo sacerdote, tú y tus amigos que se sientan delante de ti, porque son varones de presagio, pues he aquí que yo traigo a mi siervo el Retoño.
9 Porque he aquí aquella piedra que puse delante de Josué; sobre esta única piedra hay siete ojos; he aquí, yo grabaré su escultura, dice Jehová de los ejércitos, y quitaré el pecado de la tierra en un solo día.
10 En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, cada uno de vosotros convidará a su compañero, debajo de su parra y debajo de su higuera.
El candelero de oro y los olivos
4 Volvió el ángel que hablaba conmigo, y me despertó, como un hombre que es despertado de su sueño.
2 Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí: He mirado, y he aquí un candelero todo de oro, con un depósito encima, y sus siete lámparas encima del candelero, y siete tubos para las lámparas que están encima de él;
3 y junto a él dos olivos, el uno a la derecha del depósito, y el otro a su izquierda.
4 Proseguí y hablé, diciéndole al ángel que hablaba conmigo: ¿Qué es esto, señor mío?
5 Y el ángel que hablaba conmigo respondió y me dijo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: No, señor mío.
6 Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con la fuerza, ni con el poder, sino sólo con mi Espíritu, dice Jehová de los ejércitos.
7 ¿Quién eres tú, oh gran monte, delante de Zorobabel? Vendrás a ser una llanura; y él sacará la primera piedra con aclamaciones de: Gracia, gracia a ella.
8 Vino palabra de Jehová a mí, diciendo:
9 Las manos de Zorobabel echaron el cimiento de esta casa, y sus manos la acabarán; y conocerás que Jehová de los ejércitos me envió a vosotros.
10 Porque los que menospreciaron el día de los modestos comienzos se alegrarán, y verán la plomada en la mano de Zorobabel. Éstos son siete, siete son los ojos de Jehová, que recorren toda la tierra.
11 Hablé más, y le dije: ¿Qué significan estos dos olivos a la derecha del candelero y a su izquierda?
12 Hablé aún de nuevo, y le dije: ¿Qué significan las dos ramas de olivo que hay al lado de los dos tubos de oro por medio de los cuales es vertido el aceite dorado?
13 Y me respondió diciendo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: Señor mío, no.
14 Y él dijo: Éstos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra.
La caída de Babilonia
18 Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran potestad; y la tierra fue alumbrada con su resplandor.
2 Y clamó con voz potente, diciendo: Cayó, cayó la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible.
3 Porque todas las naciones han bebido del vino del ardor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites.
4 Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis nada procedente de sus plagas;
5 porque sus pecados se han amontonado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades.
6 Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras; en la copa en que ella preparó bebida, preparadle a ella el doble.
7 En proporción a lo que ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, dadle así también de tormento y duelo; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y nunca jamás veré duelo;
8 por eso, en un solo día vendrán sus plagas; muerte, duelo y hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la ha sentenciado.
9 Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio,
10 parándose lejos por el temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio!
11 Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque ninguno compra más sus mercancías;
12 cargamentos de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de lino fino, de púrpura, de seda, de escarlata, de toda madera olorosa, de todo objeto de marfil, de todo objeto de madera preciosa, de cobre, de hierro y de mármol;
13 y canela, especias aromáticas, incienso, mirra, olíbano, vino, aceite, flor de harina, trigo, bestias de carga, ovejas, caballos, carros, esclavos, y vidas humanas.
14 Los frutos codiciados por tu alma se apartaron de ti, y todas las cosas exquisitas y espléndidas han desaparecido de ti, y nunca más las hallarás.
15 Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a costa de ella, se pararán lejos por el temor de su tormento, llorando y lamentándose,
16 y diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad, que estaba cubierta de lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas!
17 Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas. Y todo piloto, y todos los que viajan en naves, y marineros, y todos los que trabajan en el mar, se pararon lejos;
18 y viendo el humo de su incendio, gritaron, diciendo: ¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad?
19 Y echaron polvo sobre sus cabezas, y gritaron, llorando y lamentándose, diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad, en la cual todos los que tenían naves en el mar se habían enriquecido de sus riquezas; pues en una hora ha sido desolada!
20 Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos, apóstoles y profetas; porque Dios ha pronunciado juicio a vuestro favor contra ella.
21 Y un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran piedra de molino, y la arrojó al mar, diciendo: Con el mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será hallada.
22 Y sonido de arpistas, de músicos, de flautistas y de trompeteros no se oirá ya más en ti; y ningún artífice de ningún oficio se hallará más en ti, ni ruido de molino se oirá más en ti.
23 Luz de lámpara no alumbrará más en ti, y la voz del novio y de la novia no se oirá ya más en ti; porque tus mercaderes eran los magnates de la tierra; pues por tus hechicerías fueron engañadas todas las naciones.
24 Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido degollados sobre la tierra.
Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.