Old/New Testament
Las palabras de Agur
30 Palabras proféticas de Agur, hijo de Jaqué, dirigidas a Itiel, a Itiel y a Ucal.
2 ¡No hay nadie más ignorante que yo!
¡No hay en mí raciocinio humano!
3 No tengo estudios ni sabiduría;
¡no tengo conocimiento alguno del Dios santo!
4 ¿Quién puede subir al cielo, y bajar de allí?
¿Quién puede retener al viento entre sus puños?
¿Quién puede retener el mar en un paño?
¿Quién estableció los límites de la tierra?
¿Sabes su nombre, y el nombre de su hijo?
5 Las palabras de Dios son todas puras;
Dios es el escudo de quienes en él confían.
6 No añadas a sus palabras, y él no te reprenderá,
y tampoco resultarás un mentiroso.
7 Solamente dos cosas te he pedido;
¡concédemelas antes de que muera!
8 Aparta de mí la vanidad y la mentira,
y no me des pobreza ni riquezas.
Dame sólo el pan necesario,
9 no sea que, una vez satisfecho,
te niegue y diga: «¿Y quién es el Señor?»
O que, por ser pobre, llegue yo a robar
y ofenda el nombre de mi Dios.
10 No acuses al siervo ante su amo,
no sea que te maldiga y sufras el castigo.
11 Hay algunos que maldicen a su padre
y no bendicen a su madre.
12 Hay algunos que se creen muy puros,
aunque no se han purificado de su inmundicia.
13 Hay algunos que miran con altanería
y mantienen en alto la mirada.
14 Hay algunos cuyos dientes parecen espadas
y cuyas muelas parecen cuchillos,
¡dispuestos a devorar a los pobres de la tierra,
a la gente menesterosa de este mundo!
15 La sanguijuela tiene dos hijas
que no saben más que pedir.
Tres cosas hay que nunca se sacian,
y aun la cuarta nunca está satisfecha:
16 El sepulcro, la matriz estéril,
la tierra seca, que demanda más agua,
y el fuego, que jamás deja de arder.
17 A quien mira con desprecio a su padre
y tiene en poco la enseñanza de la madre,
¡que los cuervos del valle le saquen los ojos!,
¡que los aguiluchos se lo coman vivo!
18 Hay tres cosas que me son incomprensibles,
y aun la cuarta no la alcanzo a comprender:
19 el rastro del águila en el aire,
el rastro de la serpiente sobre las rocas,
el rastro del barco al surcar el mar,
y el rastro del hombre en la doncella.
20 La mujer adúltera se porta así:
Come, se limpia la boca,
y afirma: «No he hecho nada malo.»
21 Hay tres cosas que sacuden a la tierra,
y una cuarta que no puede tolerar:
22 el siervo que llega a ser rey,
el necio que se harta de pan,
23 la solterona que llega a casarse,
y la criada que suplanta a su ama.
24 Hay cuatro cosas muy pequeñas en la tierra,
pero que son más sabias que los sabios:
25 Las hormigas, ejército nada fuerte,
pero que en el verano almacena su comida;
26 los damanes, ejército sin recursos,
pero que ponen su casa en la roca;
27 las langostas, que no tienen rey,
pero que avanzan en perfecta formación;
28 y la araña, que se puede atrapar con la mano,
pero que se halla en el palacio del rey.
29 Tres animales caminan con paso airoso,
y el cuarto se pavonea al andar:
30 El león, el más fuerte de los animales,
al que nada lo hace retroceder;
31 el pavo real, el macho cabrío,
Y el rey, a quien nadie resiste.
32 Si en tu necedad has querido enaltecerte,
o has hecho planes malvados, reflexiona:
33 Si bates la leche, obtienes mantequilla;
si te suenas fuerte la nariz, ésta te sangra;
y si provocas la ira de alguien, provocas un pleito.
Exhortación a un rey
31 Palabras proféticas del rey Lemuel, que su madre le enseñó.
2 ¿Qué puedo decirte, hijo mío?
¿Qué puedo decirte, hijo de mis entrañas?
¿Qué puedo decirte, respuesta a mis oraciones?
3 Que no entregues tu vigor a las mujeres,
ni vayas por caminos que destruyen a los reyes.
4 Lemuel, hijo mío,
no está bien que los reyes beban vino,
ni que los príncipes beban sidra;
5 no sea que por beber se olviden de la ley,
y tuerzan el derecho de todos los afligidos.
6 Sea la sidra para el que desfallece,
y el vino para los de ánimo amargado.
7 ¡Que beban y se olviden de sus carencias!
¡Que no se acuerden más de su miseria!
8 Habla en lugar de los que no pueden hablar;
¡defiende a todos los desvalidos!
9 Habla en su lugar, y hazles justicia;
¡defiende a los pobres y menesterosos!
Elogio a la esposa ejemplar
10 Mujer ejemplar, ¿quién dará con ella?
Su valor excede al de las piedras preciosas.
11 Su esposo confía en ella de todo corazón,
y por ella no carece de ganancias.
12 Siempre lo trata bien, nunca mal,
todos los días de su vida.
13 Sale en busca de lana y de lino,
y afanosa los trabaja con sus manos.
14 Se asemeja a una nave de mercaderes,
que de muy lejos trae sus provisiones.
15 Aun durante la noche se levanta
para dar de comer a su familia
y asignar a las criadas sus deberes.
16 Pondera el valor de un terreno, y lo compra,
y con lo que gana planta un viñedo.
17 Saca fuerzas de flaqueza,
y con ahínco se dispone a trabajar.
18 Está atenta a la buena marcha de su negocio,
y por la noche mantiene su lámpara encendida.
19 Sabe cómo manejar el huso,
y no le es ajeno manejar la rueca.
20 Sabe ayudar a los pobres,
y tender la mano a los menesterosos.
21 Cuando nieva, no teme por su familia,
pues todos ellos visten ropas dobles.
22 Ella misma se hace tapices,
y se viste de lino fino y de púrpura.
23 Su esposo es bien conocido en la ciudad,
y es parte del consejo local de ancianos.
24 Las telas que hace, las vende,
y provee a los comerciantes con cinturones.
25 Se reviste de fuerza y de honra,
y no le preocupa lo que pueda venir.
26 Habla siempre con sabiduría,
y su lengua se rige por la ley del amor.
27 Siempre atenta a la marcha de su hogar,
nunca come un pan que no se haya ganado.
28 Sus hijos se levantan y la llaman dichosa;
también su esposo la congratula:
29 «Muchas mujeres han hecho el bien,
pero tú las sobrepasas a todas.»
30 La belleza es engañosa, y hueca la hermosura,
pero la mujer que teme al Señor será alabada.
31 ¡Reconózcase lo que ha hecho con sus manos!
¡Sea alabada ante todos por sus logros!
11 ¡Cómo quisiera yo que me toleraran un poco de locura! ¡Sí, tolérenmela! 2 El celo que muestro por ustedes proviene de Dios; ustedes son como una doncella pura, a la que he comprometido en matrimonio con un solo esposo, que es Cristo. 3 Pero me temo que, así como la serpiente engañó a Eva con su astucia,(A) así también los sentidos de ustedes sean de alguna manera apartados de la sincera fidelidad a Cristo; 4 porque si alguno llega predicando a un Jesús diferente del que les hemos predicado, o si ustedes reciben a otro espíritu diferente del que han recibido, u otro evangelio diferente del que han aceptado, ustedes lo toleran bien. 5 Pero yo considero que en nada he sido inferior a esos grandes apóstoles. 6 Tal vez sea yo torpe al hablar, pero no lo soy en cuanto al conocimiento; de esto les hemos dado muestra en todo y por todo. 7 ¿Acaso cometí un pecado al humillarme a mí mismo y al predicarles el evangelio de Dios gratuitamente, para que ustedes fueran enaltecidos? 8 He despojado a otras iglesias, al recibir un salario para servirles a ustedes. 9 Y cuando estaba entre ustedes y tuve necesidad, no fui una carga para nadie, pues lo que me faltaba lo suplieron los hermanos que vinieron de Macedonia.(B) Procuré entonces no ser una carga para ustedes, y seguiré haciéndolo así. 10 Por la verdad de Cristo que está en mí, no se me impedirá tener este motivo de orgullo en las regiones de Acaya. 11 ¿Y por qué? ¿Acaso porque no los amo? ¡Dios sabe que sí!
12 Pero seguiré haciendo lo que hago, para que los que quieren vanagloriarse no tengan ningún pretexto para hacerse semejantes a nosotros. 13 Porque ellos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos que se disfrazan de apóstoles de Cristo. 14 Y esto no debe sorprendernos, porque hasta Satanás mismo se disfraza de ángel de luz. 15 Así que, tampoco es una sorpresa que sus ministros se disfracen de administradores de justicia, pero como sus obras será su fin.
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