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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Salmos 77-78

Para Jedutún, director del coro: salmo de Asaf.

77 Clamo a Dios: sí, a gritos.
    ¡Oh, si Dios me escuchara!
Cuando estaba en graves dificultades,
    busqué al Señor.
Toda la noche oré con las manos levantadas hacia el cielo,
    pero mi alma no encontró consuelo.
Pienso en Dios y gimo,
    abrumado de tanto anhelar su ayuda. Interludio

No me dejas dormir;
    ¡estoy tan afligido que ni siquiera puedo orar!
Pienso en los viejos tiempos,
    que acabaron hace tanto,
cuando mis noches estaban llenas de alegres canciones.
    Ahora busco en mi alma y considero la diferencia.
¿Me habrá rechazado para siempre el Señor?
    ¿Nunca más volverá a ser bondadoso conmigo?
¿Se ha ido para siempre su amor inagotable?
    ¿Han dejado de cumplirse sus promesas para siempre?
¿Se ha olvidado Dios de ser bondadoso?
    ¿Habrá cerrado de un portazo la entrada a su compasión? Interludio

10 Y yo digo: «Este es mi destino;
    el Altísimo volvió su mano contra mí».
11 Pero después me acuerdo de todo lo que has hecho, oh Señor;
    recuerdo tus obras maravillosas de tiempos pasados.
12 Siempre están en mis pensamientos;
    no puedo dejar de pensar en tus obras poderosas.

13 Oh Dios, tus caminos son santos.
    ¿Existe algún dios tan poderoso como tú?
14 ¡Eres el Dios de grandes maravillas!
    Demuestras tu asombroso poder entre las naciones.
15 Con tu fuerte brazo, redimiste a tu pueblo,
    los descendientes de Jacob y de José. Interludio

16 Cuando el mar Rojo te vio,[a] oh Dios,
    sus aguas miraron y temblaron;
    el mar se estremeció hasta las profundidades.
17 Las nubes derramaron lluvia;
    el trueno retumbó en el cielo;
    tus flechas destellaron como rayos.
18 Tu trueno rugió desde el torbellino;
    ¡los relámpagos iluminaron el mundo!
    La tierra tembló y se estremeció.
19 Te abriste camino a través del mar
    y tu sendero atravesó las poderosas aguas,
    ¡una senda que nadie sabía que estaba allí!
20 Guiaste a tu pueblo por ese camino como a un rebaño de ovejas,
    con Moisés y Aarón de pastores.

Salmo[b] de Asaf.

78 Oh pueblo mío, escucha mis enseñanzas;
    abre tus oídos a lo que digo,
    porque te hablaré por medio de una parábola.
Te enseñaré lecciones escondidas de nuestro pasado,
    historias que hemos oído y conocido,
    que nos transmitieron nuestros antepasados.
No les ocultaremos estas verdades a nuestros hijos;
    a la próxima generación le contaremos
de las gloriosas obras del Señor,
    de su poder y de sus imponentes maravillas.
Pues emitió sus leyes a Jacob;
    entregó sus enseñanzas a Israel.
Les ordenó a nuestros antepasados
    que se las enseñaran a sus hijos,
para que la siguiente generación las conociera
    —incluso los niños que aún no habían nacido—,
    y ellos, a su vez, las enseñarán a sus propios hijos.
De modo que cada generación volviera a poner su esperanza en Dios
    y no olvidara sus gloriosos milagros,
    sino que obedeciera sus mandamientos.
Entonces no serán obstinados, rebeldes e infieles
    como sus antepasados,
    quienes se negaron a entregar su corazón a Dios.

Los guerreros de Efraín, aunque estaban armados con arcos,
    dieron la espalda y huyeron el día de la batalla.
10 No cumplieron el pacto de Dios
    y se negaron a vivir según sus enseñanzas.
11 Se olvidaron de lo que él había hecho,
    de las grandes maravillas que les había mostrado,
12 de los milagros que hizo para sus antepasados
    en la llanura de Zoán, en la tierra de Egipto.
13 Partió en dos el mar y los guio a cruzarlo
    ¡mientras sostenía las aguas como si fueran una pared!
14 Durante el día los guiaba con una nube,
    y toda la noche, con una columna de fuego.
15 Partió las rocas en el desierto para darles agua
    como de un manantial burbujeante.
16 Hizo que de la roca brotaran corrientes de agua,
    ¡y que el agua fluyera como un río!

17 Sin embargo, ellos siguieron pecando contra él,
    al rebelarse contra el Altísimo en el desierto.
18 Tercamente pusieron a prueba a Dios en sus corazones,
    al exigirle la comida que tanto ansiaban.
19 Hasta hablaron en contra de Dios al decir:
    «Dios no puede darnos comida en el desierto.
20 Por cierto, puede golpear una roca para que brote agua,
    pero no puede darle pan y carne a su pueblo».
21 Cuando el Señor los oyó, se puso furioso;
    el fuego de su ira se encendió contra Jacob.
    Sí, su enojo aumentó contra Israel,
22 porque no le creyeron a Dios
    ni confiaron en su cuidado.
23 Pero él ordenó que se abrieran los cielos;
    abrió las puertas del cielo.
24 Hizo que lloviera maná para que comieran;
    les dio pan del cielo.
25 ¡Se alimentaron con comida de ángeles!
    Dios les dio todo lo que podían consumir.
26 Soltó el viento del oriente en los cielos
    y guio al viento del sur con su gran poder.
27 ¡Hizo llover tanta carne como si fuera polvo
    y cantidad de aves como la arena a la orilla del mar!
28 Hizo caer las aves dentro del campamento
    y alrededor de sus carpas.
29 El pueblo comió hasta saciarse;
    él les dio lo que se les antojaba.
30 Pero antes de que saciaran su antojo,
    mientras aún tenían la comida en la boca,
31 la ira de Dios aumentó contra ellos,
    e hirió de muerte a sus hombres más fuertes;
    derribó a los mejores jóvenes de Israel.

32 Sin embargo, el pueblo siguió pecando;
    a pesar de sus maravillas, se negaron a confiar en él.
33 Entonces, hizo que la vida de ellos terminara en fracaso,
    y sus años, en horror.
34 Cuando Dios comenzó a matarlos,
    finalmente lo buscaron.
    Se arrepintieron y tomaron en serio a Dios.
35 Entonces recordaron que Dios era su roca,
    que el Dios Altísimo[c] era su redentor.
36 Pero todo fue de dientes para afuera;
    le mintieron con la lengua.
37 Con el corazón no eran leales a él;
    no cumplieron su pacto.
38 Sin embargo, él tuvo misericordia y perdonó sus pecados,
    y no los destruyó a todos.
Muchas veces contuvo su enojo
    y no desató su furia.
39 Se acordó de que eran simples mortales
    que desaparecen como una ráfaga de viento que nunca vuelve.

40 Oh, cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto
    y entristecieron su corazón en esa tierra seca y baldía.
41 Una y otra vez pusieron a prueba la paciencia de Dios
    y provocaron al Santo de Israel.
42 No se acordaron de su poder
    ni de cómo los rescató de sus enemigos.
43 No recordaron las señales milagrosas que hizo en Egipto
    ni sus maravillas en la llanura de Zoán.
44 Pues él convirtió los ríos en sangre,
    para que nadie pudiera beber de los arroyos.
45 Envió grandes enjambres de moscas para que los consumieran
    y miles de ranas para que los arruinaran.
46 Les dio sus cultivos a las orugas;
    las langostas consumieron sus cosechas.
47 Destruyó sus vides con granizo
    y destrozó sus higueras con aguanieve.
48 Dejó su ganado a merced del granizo,
    sus animales, abandonados a los rayos.
49 Desató sobre ellos su ira feroz,
    toda su furia, su enojo y hostilidad.
Envió contra ellos
    a un grupo de ángeles destructores.
50 Se enfureció contra ellos;
    no perdonó la vida de los egipcios,
    sino que los devastó con plagas.
51 Mató al hijo mayor de cada familia egipcia,
    la flor de la juventud en toda la tierra de Egipto.[d]
52 Pero guio a su propio pueblo como a un rebaño de ovejas;
    los condujo a salvo a través del desierto.
53 Los protegió para que no tuvieran temor;
    en cambio, sus enemigos quedaron cubiertos por el mar.
54 Los llevó a la frontera de la tierra santa,
    a la tierra de colinas que había conquistado para ellos.
55 A su paso expulsó a las naciones de esa tierra,
    la cual repartió por sorteo a su pueblo como herencia
    y estableció a las tribus de Israel en sus hogares.

56 Pero ellos siguieron tentando al Dios Altísimo y rebelándose contra él;
    no obedecieron sus leyes.
57 Le dieron la espalda y fueron tan infieles como sus padres;
    eran tan poco fiables como un arco torcido.
58 Hicieron enojar a Dios al construir santuarios a otros dioses;
    con sus ídolos lo pusieron celoso.
59 Cuando Dios los oyó, se enojó mucho,
    y rechazó a Israel por completo.
60 Entonces abandonó su morada en Silo,
    el tabernáculo donde había vivido en medio de su pueblo.
61 Permitió que el arca de su poder fuera capturada;
    cedió su gloria a manos enemigas.
62 Entregó a su pueblo para que los masacraran a espada,
    porque estaba muy enojado con su propio pueblo, su posesión más preciada.
63 A los jóvenes los mataron con fuego;
    las muchachas murieron antes de entonar sus canciones de boda.
64 Masacraron a los sacerdotes,
    y sus viudas no pudieron llorar su muerte.

65 Entonces el Señor se levantó como si despertara de un sueño,
    como un guerrero que vuelve en sí de una borrachera.
66 Derrotó a sus enemigos en forma aplastante
    y los mandó a la vergüenza eterna.
67 Pero rechazó a los descendientes de José;
    no escogió a la tribu de Efraín.
68 En cambio, eligió a la tribu de Judá,
    y al monte Sion, al cual amaba.
69 Allí construyó su santuario tan alto como los cielos,
    tan sólido y perdurable como la tierra.
70 Escogió a su siervo David
    y lo llamó del redil.
71 Tomó a David de donde cuidaba a las ovejas y a los corderos
    y lo convirtió en pastor de los descendientes de Jacob:
    de Israel, el pueblo de Dios.
72 Lo cuidó con sinceridad de corazón
    y lo dirigió con manos diestras.

Romanos 10

10 Amados hermanos, el profundo deseo de mi corazón y mi oración a Dios es que los israelitas lleguen a ser salvos. Yo sé que ellos tienen un gran entusiasmo por Dios, pero es un fervor mal encauzado. Pues no entienden la forma en que Dios hace justas a las personas ante él. Se niegan a aceptar el modo de Dios y, en cambio, se aferran a su propio modo de hacerse justos ante él tratando de cumplir la ley. Sin embargo, Cristo ya cumplió el propósito por el cual se entregó la ley.[a] Como resultado, todos los que creen en él son hechos justos a los ojos de Dios.

La salvación es para todos

Pues Moisés escribe que la ley exige obediencia a todos sus mandatos[b] para que una persona llegue a ser justa ante Dios. Pero el modo de la fe para hacernos justos ante Dios dice: «No digas en tu corazón: “¿Quién subirá al cielo?” (para hacer bajar a Cristo a la tierra). Ni tampoco digas: “¿Quién descenderá al lugar de los muertos?” (para volver a Cristo de nuevo a la vida)». En realidad, dice:

«El mensaje está muy al alcance de la mano,
    está en tus labios y en tu corazón»[c].

Y ese mensaje es el mismo mensaje que nosotros predicamos acerca de la fe: Si declaras abiertamente que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo. 10 Pues es por creer en tu corazón que eres hecho justo a los ojos de Dios y es por declarar abiertamente tu fe que eres salvo. 11 Como nos dicen las Escrituras: «Todo el que confíe en él jamás será avergonzado»[d]. 12 No hay diferencia entre los judíos y los gentiles[e] en ese sentido. Ambos tienen al mismo Señor, quien da con generosidad a todos los que lo invocan. 13 Pues «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo»[f].

14 ¿Pero cómo pueden ellos invocarlo para que los salve si no creen en él? ¿Y cómo pueden creer en él si nunca han oído de él? ¿Y cómo pueden oír de él a menos que alguien se lo diga? 15 ¿Y cómo irá alguien a contarles sin ser enviado? Por eso, las Escrituras dicen: «¡Qué hermosos son los pies de los mensajeros que traen buenas noticias!»[g].

16 Sin embargo, no todos aceptan la Buena Noticia, porque el profeta Isaías dijo: «Señor, ¿quién ha creído nuestro mensaje?»[h]. 17 Así que la fe viene por oír, es decir, por oír la Buena Noticia acerca de Cristo. 18 Pero pregunto: ¿de verdad el pueblo de Israel oyó el mensaje? Claro que sí.

«El mensaje se ha difundido por toda la tierra,
    y sus palabras, por todo el mundo»[i].

19 Vuelvo a preguntar: ¿entendió realmente el pueblo de Israel? Por supuesto que sí. Pues, incluso en el tiempo de Moisés, Dios dijo:

«Despertaré sus celos con un pueblo que ni siquiera es una nación.
    Provocaré su enojo por medio de gentiles insensatos»[j].

20 Luego Isaías habló audazmente de parte de Dios y dijo:

«Me encontraron personas que no me buscaban.
    Me mostré a los que no preguntaban por mí»[k].

21 Pero, con respecto a Israel, Dios dijo:

«Todo el día les abrí mis brazos,
    pero ellos fueron desobedientes y rebeldes»[l].

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