Old/New Testament
I.— CONQUISTA DE LA TIERRA PROMETIDA (1—12)
Preparativos y paso del Jordán (1—5)
Orden de entrar en la tierra prometida
1 Una vez que murió Moisés, siervo del Señor, dijo el Señor a Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés:
2 — Moisés, mi siervo, ha muerto. Disponte, pues, a cruzar ese Jordán, con todo este pueblo, hacia la tierra que yo doy a los israelitas. 3 Les entrego a ustedes todo lugar donde pongan el pie, según prometí a Moisés. 4 El territorio de ustedes abarcará desde el desierto hasta el Líbano, y desde el río Grande, el Éufrates, hasta el mar Grande por el oeste, (todo el país de los hititas). 5 Nadie te podrá hacer frente mientras vivas: lo mismo que estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré. 6 Pórtate, pues, con fortaleza y valentía porque vas a ser tú quien darás a este pueblo la posesión de la tierra que juré dar a sus antepasados. 7 Esto es lo único que se te pide: que seas fuerte y valiente y cumplas toda la ley que te dio mi siervo Moisés. No te desvíes de ella ni a la derecha ni a la izquierda; así tendrás éxito en todo lo que emprendas. 8 Medita día y noche el libro de esta ley teniéndolo siempre en tus labios; si obras en todo conforme a lo que se prescribe en él, prosperarás y tendrás éxito en todo cuanto emprendas. 9 Te he mandado que seas fuerte y valiente. No tengas, pues, miedo ni te acobardes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas.
Colaboración de las tribus de Transjordania
10 Josué dio a los funcionarios del pueblo la orden siguiente:
11 — Recorran el campamento y ordenen esto al pueblo: “Aprovisiónense convenientemente, porque dentro de tres días cruzarán ese Jordán, para ir a tomar posesión de la tierra que el Señor, su Dios, les da en propiedad”.
12 A los de Rubén, a los de Gad y a la media tribu de Manasés les dijo:
13 — Acuérdense de lo que les mandó Moisés, siervo del Señor. El Señor, su Dios, les ha dado el descanso al entregarles esta tierra. 14 Sus mujeres, sus niños y sus rebaños se quedarán aquí en Transjordania, en el territorio que les ha dado Moisés. Pero ustedes pasarán en orden de batalla al frente de todos sus guerreros y ayudarán a sus hermanos, 15 hasta que el Señor conceda el descanso a sus hermanos igual que se lo ha concedido a ustedes, y también ellos tomen posesión de la tierra que el Señor, su Dios, les va a dar. Entonces ustedes regresarán al territorio de su propiedad, el que les dio Moisés, siervo del Señor, aquí al lado oriental del Jordán.
16 Ellos respondieron a Josué:
— Haremos todo lo que nos has mandado; iremos adondequiera que nos envíes. 17 Del mismo modo que obedecimos en todo a Moisés, te obedeceremos a ti. Que el Señor, tu Dios, esté contigo como estuvo con Moisés. 18 El que se rebele contra ti y no obedezca tus órdenes, cualesquiera que sean, morirá. Tú, sé fuerte y valiente.
Los espías de Josué
2 Josué, hijo de Nun, envió en secreto desde Sitín a dos espías encomendándoles:
— Vayan y reconozcan la región y la ciudad de Jericó.
Ellos fueron y entraron en casa de una prostituta, llamada Rajab, y se quedaron a dormir allí. 2 Entonces alguien avisó al rey de Jericó:
— Mira, unos israelitas han entrado aquí esta tarde para reconocer el país.
3 El rey de Jericó mandó este recado a Rajab:
— Haz salir a los hombres que han entrado en tu casa, porque han venido para reconocer toda la región.
4 Pero la mujer escondió a los dos hombres y respondió:
— Es cierto que esos hombres han venido a mi casa, pero yo no sabía de dónde procedían; 5 cuando, al anochecer, estaba a punto de cerrarse la puerta de la ciudad, esos hombres salieron y no sé adónde han ido. Si ustedes se dan prisa en perseguirlos, los alcanzarán.
6 Pero ella los había hecho subir a la terraza y los había escondido entre unos manojos de lino que tenía amontonados allí. 7 Salieron unos hombres en su persecución hacia los vados del Jordán, y la puerta de la ciudad se volvió a cerrar en cuanto los perseguidores salieron tras ellos.
Pacto entre Rajab y los espías
8 Todavía no se habían acostado los espías, cuando Rajab subió a la terraza, donde ellos estaban, 9 y les dijo:
— Ya sé que el Señor les ha entregado esta tierra, que nos ha invadido el pánico y que todos los habitantes de esta región tiemblan ante ustedes. 10 Nos hemos enterado de cómo el Señor secó las aguas del mar de las Cañas delante de ustedes cuando salieron de Egipto, y de lo que han hecho con los dos reyes amorreos del otro lado del Jordán, con Sijón y con Og, a quienes ustedes consagraron al exterminio. 11 Al enterarnos, ha desfallecido nuestro corazón y su llegada nos ha dejado a todos sin aliento, porque el Señor, Dios de ustedes, es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra. 12 Júrenme, pues, ahora por el Señor que así como yo les he tratado con benevolencia, ustedes también tratarán con benevolencia a la casa de mi padre. Denme una señal segura 13 de que respetarán la vida de mi padre y de mi madre, de mis hermanos y hermanas, y de todos los suyos, y de que nos librarán de la muerte.
14 Aquellos hombres le respondieron:
— Nuestra vida a cambio de la suya, siempre que ustedes no nos denuncien. Cuando el Señor nos haya entregado la tierra, te trataremos a ti con benevolencia y lealtad.
15 Ella los descolgó por la ventana con una soga, pues la casa en que vivía estaba adosada a la muralla. 16 Les dijo:
— Diríjanse hacia la montaña, para que sus perseguidores no los encuentren. Quédense escondidos allí tres días hasta que regresen los que salgan en su persecución; después podrán seguir su camino.
17 Los hombres le respondieron:
— Nosotros quedaremos libres del juramento que nos has exigido si tú no cumples con esta condición: 18 cuando entremos en el país, deberás atar a la ventana por la que nos has descolgado este cordón de hilo rojo después de haber reunido contigo en esta casa a tu padre, a tu madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre. 19 Si alguno sale de tu casa, se hará responsable de su muerte; nosotros seremos inocentes. Pero, si alguien pone su mano sobre cualquiera que esté contigo dentro de tu casa, seremos nosotros los responsables de su muerte. 20 Ahora bien, si nos denuncias, quedaremos libres del juramento que nos has exigido.
21 Ella respondió:
— Sea como ustedes dicen.
Los despidió y, cuando se fueron, ató el cordón rojo a la ventana.
Regreso de los espías
22 Marcharon los espías, se adentraron en el monte y se quedaron allí tres días, hasta que sus perseguidores, que los buscaron por todas partes, regresaron sin encontrarlos. 23 Entonces los dos hombres bajaron del monte, cruzaron el río y llegaron adonde estaba Josué, hijo de Nun, a quien contaron todo lo que les había pasado. 24 Le dijeron a Josué:
— El Señor ha puesto todo el país en nuestras manos; todos sus habitantes están ya temblando ante nosotros.
El paso del Jordán. Preparativos
3 Josué se levantó de madrugada y, junto con todos los israelitas, partió de Sitín llegando hasta el Jordán. Allí pernoctaron antes de cruzarlo. 2 Al cabo de tres días, los responsables recorrieron el campamento 3 y dieron esta orden al pueblo:
— Cuando vean que los sacerdotes levitas se disponen a transportar el Arca de la alianza del Señor su Dios, pónganse también ustedes en marcha y vayan tras ella. 4 Así sabrán el camino que han de seguir, pues nunca hasta ahora han pasado por él. Pero que haya entre ustedes y el Arca una distancia de unos mil metros; no se acerquen, pues, a ella.
5 Josué dijo al pueblo:
— Purifíquense, porque mañana el Señor hará maravillas en medio de ustedes.
6 Y a los sacerdotes les dijo:
— Tomen el Arca de la alianza y crucen el río al frente del pueblo.
Ellos tomaron el Arca de la alianza y se pusieron en marcha al frente del pueblo. 7 El Señor dijo a Josué:
— Hoy mismo voy a empezar a engrandecerte ante todo Israel, para que sepan que estoy contigo, lo mismo que estuve con Moisés. 8 Tú da esta orden a los sacerdotes encargados de transportar el Arca de la alianza: “En cuanto ustedes lleguen a tocar el agua de la orilla del Jordán, deténganse allí”.
9 Josué dijo a los israelitas:
— Acérquense y escuchen las palabras del Señor, su Dios.
10 Y añadió:
— Esta será la señal de que el Dios vivo está en medio de ustedes y de que, al llegar ustedes, va a expulsar al cananeo, al hitita, al jeveo, al fereceo, al guirgaseo, al amorreo y al jebuseo. 11 El Arca del Señor, dueño de toda la tierra, va a cruzar el Jordán delante de ustedes. 12 Escojan, pues, doce hombres de las tribus de Israel, un hombre por cada tribu. 13 En cuanto toquen las aguas del Jordán las plantas de los pies de los sacerdotes encargados de transportar el Arca del Señor, dueño de toda la tierra, las aguas del Jordán que vienen de arriba quedarán cortadas y se detendrán formando como un dique.
El paso milagroso del Jordán
14 Cuando el pueblo levantó el campamento dispuesto a cruzar el Jordán, los sacerdotes marchaban al frente del pueblo llevando el Arca de la alianza. 15 Pues bien, en cuanto los sacerdotes que llevaban el Arca llegaron al Jordán y sus pies tocaron el agua de la orilla (el Jordán baja crecido hasta los bordes todo el tiempo de la siega), 16 el agua que bajaba de arriba se detuvo y formó como un embalse hasta muy lejos, hasta Adam, ciudad que está cerca de Sartán, mientras que las que bajaban hacia el mar de la Arabá, o mar de la Sal, quedaron completamente cortadas de manera que el pueblo pudo cruzar el río frente a Jericó. 17 Los sacerdotes que transportaban el Arca de la alianza del Señor se mantuvieron a pie firme, en medio del cauce seco del Jordán, mientras todo Israel iba atravesando el río por el cauce seco, hasta que todo el pueblo acabó de cruzarlo.
Resurrección de Jesús (Mt 28,1-8; Lc 24,1-12; Jn 20,1-10)
16 Pasado el sábado, María Magdalena, María la madre de Santiago, y Salomé compraron perfumes para embalsamar el cuerpo de Jesús. 2 Y el primer día de la semana, muy temprano, a la salida del sol, se dirigieron al sepulcro. 3 Iban preguntándose unas a otras:
— ¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?
4 Pero al mirar, vieron que la piedra había sido removida, y eso que era una piedra enorme. 5 Entraron en el sepulcro y, al ver a un joven vestido con una túnica blanca que estaba sentado al lado derecho, se asustaron. 6 Pero el joven les dijo:
— No se asusten. Ustedes están buscando a Jesús de Nazaret, el que fue crucificado. Ha resucitado; no está aquí. Vean el lugar donde lo colocaron. 7 Ahora vayan y anuncien a sus discípulos, y también a Pedro, que él va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán, tal y como él les dijo.
8 Las mujeres salieron huyendo del sepulcro. Iban temblando y como fuera de sí, y por el miedo que tenían no dijeron nada a nadie.
IV.— APÉNDICE (16,9-20)
Aparición a María Magdalena (Jn 20,11-18)
9 [Jesús resucitó el primer día de la semana, muy temprano y se apareció primero a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios. 10 Ella fue a anunciárselo a los que habían convivido con Jesús que, llenos de tristeza, no cesaban de llorar. 11 Así que, cuando les dijo que Jesús vivía y que ella misma lo había visto, no la creyeron.
Jesús se aparece a dos discípulos (Lc 24,13-35)
12 Después de esto, Jesús se apareció, bajo una figura diferente, a dos discípulos que iban de camino hacia una finca en el campo. 13 Estos fueron a anunciárselo a los demás, que tampoco les dieron crédito.
La misión apostólica (Mt 28,16-20; Jn 20,19-23)
14 Por último se apareció a los once discípulos, cuando estaban sentados a la mesa. Después de reprocharles su incredulidad y su obstinación en no dar fe a quienes lo habían visto resucitado, 15 les dijo:
— Vayan por todo el mundo y proclamen a todos la buena noticia. 16 El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, será condenado. 17 Y estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán en idiomas desconocidos; 18 podrán tener serpientes en sus manos; aunque beban veneno, no les hará daño; pondrán sus manos sobre los enfermos y los curarán.
Ascensión de Jesús (Lc 24,50-53; Hch 1,9-11)
19 Después de conversar con sus discípulos, Jesús, el Señor, ascendió al cielo y se sentó junto a Dios, en el lugar de honor. 20 Los discípulos salieron en todas direcciones a proclamar el mensaje. Y el Señor mismo los ayudaba y confirmaba el mensaje acompañándolo con señales milagrosas].
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España